Primer capítulo

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No nos conocemos, no hemos hablado, para ser especifica, en realidad nunca antes nos habíamos visto, así que tal vez esto te parezca algo extraño.

Soy Valentina, trabajo en la tienda de helados y malteadas del centro, ¿La recuerdas?. Es esa tienda colorida y con un estacionamiento amplió.
Tengo veintiun años, soy algo alta y normalmente uso una sudadera negra algo vieja, porque detesto mi uniforme de trabajo.
Probablemente no lo recuerdes, ¿Por qué alguien cómo tú se fijaría en alguien que se encargó de servirle helado de fresa en un cono?

Bueno, ese no el punto.
Te escribo por otros motivos.

Ese día me había quedado por algunas horas más, ya que tuve que cubrir el turno de mi compañero que no se presentó. Fue un día normal, te sorprenderías de lo interesante que puede llegar a ser, aveces, trabajar en esa clase de lugares; pero para mi mala fortuna, ese día no ocurrió mucho.
Serví algunas bebidas, repetí los sabores de los helados muchas veces y soporte los gritos de varios niños que no sabían que ordenar; pero todo cambio cuando entraste a la tienda.
Mi tarde entera cambio.

No sé exactamente qué fue lo que llamó mi atención pero en cuanto te mire una extraña sensación comenzó a invadirme.
Excitación y terror se mezclaron en mi cuerpo, alborotando cada fibra de mi ser.

Te ví entrar y dirigirte directo al mostrador, así que me incorporé en cuanto te ví venir hacia mí.
Cada paso que te acercabas me servía para darme cuenta de lo hermosa que eras.

Tu ropa no era exactamente llamativa pero si te hacía lucir más radiante.
Tenías ojeras, los ojos algo rojos y movimientos torpes y lentos; quizá no habías dormido muy bien en los últimos días o al menos eso es lo que deduje en primer instancia.

"Hola..." me dijiste al detenerte justo enfrente de la nevera exhibidora.

Uno o dos segundos pasaron, hasta que finalmente asimilé que me aquello no era una fantasía, por lo que tuve que dejar el silencio atrás.

"H-hola, ¿En q-que puedo ayudarte?" Te abordé con una sonrisa temblorosa. Maldiciendo por ser demasiado torpe hasta para hablar.

Señalaste sobre el cristal y preguntaste por al menos tres sabores diferentes, y yo respondí gustosa todas tus preguntas.
Finalmente pediste el sabor fresa en un cono simple, al parecer porque era el que más te apeteció en ese momento.

"¿Como te llamas?" Pregunté y más tarde me di cuenta de lo raro que eso pudo haber sonado. Pero eso no hizo que me arrepintiera, realmente tenía la curiosidad.

"Juliana..." Respondiste al cabo de unos segundos.

Aún recuerdo lo que dijiste, también sugeriste "Juli" como apodó; encajaba perfecto.

"Soy Valentina" respondí cuando me preguntaste lo mismo luego de unos segundos.

Si no hubiese tenido puesto aquella enorme sudadera gris, probablemente lo hubieses sabido de primer instancia con tan solo verlo grabado en la pequeña placa que estaba en el pecho de aquella playera amarilla.

"Juliana". Tú nombre rondó por mi lengua mientras lo repetía en silencio.
Era dulce como la miel, se sentía tan bien con sólo decirlo.

"Juls..."

Aquello salió de mis labios de una forma tan natural, lo que hizo que me miraras perpleja por eso.

"¿Disculpa?..."

Pude sentir como mis mejillas quemaron en cuanto tu mirada se desvió de tu teléfono a mi rostro. Estaba sorprendida y avergonzada.

"Juliana también rima con Juls..." Respondí torpemente.

Me sentía como una completa tonta.
Realmente estaba avergonzada de mi estupidez.

Pero pasó algo inesperado.
Fue como ver como las estrellas morían de envidia. Como ver una cuarta parte del cielo reflejado en tus ojos. Como si el sol se albergará en tus ojos cafés y se reflejará en tu sonrisa.

Sonreiste, lo recuerdo y fue precioso.

"Cierto" dijiste aún sonriendo, está vez más relajada, tanto que incluso soltaste una risa "El tuyo rima con..." Tardaste algunos segundos pero finalmente chasqueaste los dedos cuando la respuesta llegó a ti " Val".

Y lo que dijiste me hizo sonreír.
Me enfoque en realizar mi trabajo, ya que no quería terminar haciendo un desastre por verte o peor aún, no quería que notarás las descaradas ganas que tenía de verte.

Terminaste cuando tuviste tu cono de helado me dijiste que elegiste ese porque no querías arriesgarte a probar algo nuevo que no te gustaría, lo cual me causo gracia.

"Que lindos ojos tienes" soltaste tras darle una lamida a tu helado "Eres muy linda"

Trate de mantener la postura ante aquello que dijiste pero realmente estaba emocionada, tanto que mordí mi lengua para no gritar.

"Tú también lo eres" admiti entregándote una servilleta.

Luego de eso diste las gracias, pagaste con dos dólares el helado y te diste vuelta.
Te dirigiste a la salida y a medida que te ibas te despediste con un "Hasta pronto" y una sonrisa amplia.

Sé que parezco una estúpida escribiendo esto, probablemente lo recuerdas, es decir pasó ayer.

Me fui a casa esa noche, sintiéndome la persona más afortunada del mundo.
Sentía que era casi irreal. Así lo siento ahora escribiéndote.

No sé qué fue lo que sentí cuando te ví pero estoy segura de que en esa pequeña interacción entre nosotras hubo algo más, ¿También lo sientes?
Oh Dios, espero tanto que sí.

Te haré llegar esta carta pronto, lo prometo.

Atte: Valentina.

Every breath you take [JULIANTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora