Animal Crossing : El pueblo de Canela

Capítulo 7: El vecino gruñon

Era una mañana fresca en Rocaroma. Canela estaba encantada. Había recibido una petición para una mudanza allí. Justo a tiempo, pues las casas ya habían sido completamente reconstruidas. Corría alegre de un lado a otro, pues el nuevo aldeano estaba apunto de llegar. No paraba de revisar una y otra vez los documentos

- Canela, Tranquilizate. Que en esos papeles no escribe algo distinto que hace 5 minutos - Dijo la humana, pues la perrita no estaba ni un segundo en su lugar
- No puedo. ¡Hoy es el día! ¡No puedo creerlo! Tras tanto trabajo... ¡Hoy viene alguien para mudarse aquí!
- Lo sabemos, Canela. Por eso hemos venido y nosotros - Le respondió el gran oso marrón
- Exactamente. Espera... ¿Que hacemos aquí? - Pregunto el perro
- ... Amnesio, te lo e dicho ya... Hoy viene a mudarse alguien aquí. Estamos para darle la bienvenida
- ¡Oh, genial! ¿Y cuando viene?
- Pues... Ahora

El tren llegó a la estación de Rocaroma. Tras varios minutos, a los que a Canela le parecieron años, un águila salió de la estación. No se podía decir que estaba muy alegre de mudarse ahí ni de la bienvenida especial

- ¡Bienvenido a Rocaroma! - Dijo la perrita, acercándose a este - Soy Canela, la alcaldesa. Me alegro mucho tenerte aquí. Ellos son Teddy el oso, Amnesio el perro y... Silvia la humana... Je, je...
- Bienvenido - Dijeron los tres que acompañaban a la alcaldesa
- Si... Gracias... Mi nombre es Apolo
- Pues bien, Apolo, vamos al ayuntamiento a terminar los últimos papeles. No durará nada y tras ello podrás irte directamente a tu nueva casa
- Muy bien - La sige, sin siquiera decir una palabra mas
- Que tío más raro... Podría habernos saludado al menos...
- ¿Quién?
- Apolo
- ¿Quieen?
- ... Nadie, Amnesio...

Los tres estuvieron hablando un rato, tras que decidieron cada uno ver de sus asuntos. Silvia se fue en busca de dientes de león, que habían empezado a aparecer por el pueblo. Llegó al prado donde habían aparecido muchas cuando, de la nada, se choco con alguien

- Se más atenta - Dijo el águila, molesto
- ¿Cómo? ¡Fue tu culpa!
- ¿La mía? Tú no andas bien de la cabeza, chavala
- ¿Y tú vas bien, pollo parlante?
- ¡¿Cómo me...?! Mira, mocosa, date a un lado. Yo vine aquí para acabar con la aglomeración
- Muy bien, entonces continúa tu camino, loro con cremallera - El águila le dio a responder, pero se aguanto y continuo su camino. De entre los árboles, apareció Teddy, que parecía haber oído todo
- Oye, Silvia, ¿Estás bien? Oí una discusión
- Si... Apolo fue... Se choco contra mí y empezó a gritar
- Ya veo... Tenía el cara de mal humor... Bueno, da igual. Déjalo en su olla. La verdad te buscaba porqueee.... !!!!???? ¡¿Amnesio?! - Silvia se giró, solo para ver que el perro pescaba con una barca en el estrecho río - ¡¿Pero qué haces?!
- Pescó. ¿No sé ve?
- ¡¿En el río?! ¡Esa parte apenas tiene dos metros! ¡Bájate ahora mismo!

Teddy corrió para sacar a su amigo de la barca, pero este, con lo despistado que era, no se daba cuenta que el oso trataba de ayudarlo, por lo que se negaba bajar. Al final, acabaron cayendo los dos al río. La humana río al ver esa escena, que parecía sacada de una película de comedia. Y los dos, al salir del agua, empezaron a reir, sin darse cuenta que el águila los observaba con curiosidad de lejos