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   A la mañana siguiente, hizo lo mismo de siempre. Levantarse, desear que se muriese y cambiarse. Suspiro y bajo las escaleras de su habitación, esperando un regaño de parte de su padre... Pero este nunca llegó, en la noche no lo había visto y mucho menos en la mañana. Eso le provocó ciertos nervios y confusión que no pudo ignorar todo lo que restaba de la mañana.

   Sin más, saliendo de casa se dirigió hacia la casa de colores como habitualmente lo hacía. Temía que Palette lo odiase, pero tenía sus razones, que el las iba a tomar como aceptación a que no lo ayudo para nada. Con el temor, curiosidad y miedo de que algo pudiese arruinar la amistad que tenían. Abrió la puerta y seguido puso sus manos sobre la televisión mientras daba una cálida sonrisa, no estaba tan caliente como antes, ya estaba medio fría. Eso le provocó otros nervios y ansiedad más grande que no podía controlar.

   --Así que aquí apareces...-- Respondió el de ropa colorida mientras lo miraba directamente, sus orbes ya no eran de color. Solo blancos, algo que había mirada al instante y con cierta preocupación.

   --Palette... Lo siento, ¿estás bien?-- Aunque mirando su cara, podía decir que había pasado un mal rato con lo que se suponía que era su madre. La cual más que nada, a la mirada de Goth, no era más que un monstruo.

   --Sí... Gracias por preocuparte. No era necesario, ¡pero anda! No podemos estar tristes por lo que me pasó.-- Admitió, mientras le daba una pequeña sonrisa que lo tranquilizó al instante.

White Sky. "Poth"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora