Prólogo

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–¿Al? –llamó el mayor a su nieto– es hora de dormir, cariño.


–¿Tan pronto, abuelo? –cuestionó el niño con una mueca, dejando los bloques de lado.


–Así es, cariño. Vamos, hoy te contaré tu historia favorita. –dijo, ayudándole a recoger los bloques esparcidos por el piso.


Alex se apresuró a levantar los bloques que aún se encontraban por el piso, de esa manera, su abuelo Zabalan no tendría que esforzarse mucho. Al terminar, buscó en su pequeña mochila su pijama y su pequeño hámster de peluche. Tomó la mano de su abuelo y lo siguió hasta su habitación, donde pudo cambiarse la ropa. Al terminar de vestirse, con ternura, su abuelo lo tomó y lo subió a la cama, dándole un pequeño beso en la frente.


–¿Cómo va esa herida, Al? –preguntó el anciano, volteando ligeramente la cabeza del menor, buscando justo debajo de su oreja.


–Bien, abuelo. Ya no duele como antes. –contestó, sonriendo con dulzura.


Hacía unos días que Alex se había cortado detrás de la oreja con la esquina de una mesa de cristal. Fue lo suficientemente profunda para dejarle una larga cicatriz que se escondía detrás de su oreja.


El niño observó con curiosidad a su abuelo, quien seguía con su dedo el trazo de la cicatriz.


–¿Crees que mi alma gemela la tenga?


–Quizás, campeon. –dijo el abuelo soltando una risita– ¿Empezamos con la historia?


El niño asintió con una sonrisa, abrazando su hámster y acurrucándose en la cama, viendo de frente a su abuelo.–Te recuerdo, Alexander, que las almas gemelas no son un juego: no son una leyenda o un mito. Existen, y todos tenemos una. No muchos entienden cuando tienen una. Hace algún tiempo, el mundo era enteramente habitado por personas capaces de sentir a su alma gemela, de alguna forma u otra, la más común era sentir sus heridas y recibirlas en su cuerpo, mediante cicatrices...


–¡Como la mía! –sonrió el niño, señalando su oreja.


–Como la tuya, Al. –dijo su abuelo, devolviendo una sonrisa, se aclaró la voz y continuó– Decían que, aunque sintieran el mismo dolor, conocer a su alma gemela valía totalmente la pena. Se dice que cuando conoces a tu alma gemela, las cicatrices que comparten comienzan a arder, casi como si se estuvieran quemando. Tus manos comienzan a cosquillear, y la emoción comienza a apoderarse de tu cuerpo.


El niño, aunque adormilado, veía con emoción a su abuelo. Dando lo último de el para escuchar el final de la historia. ''No, no es una historia, ¡es real y comparto una cicatriz con mi alma gemela!'' pensó el niño.


–Hoy en día, son contadas las personas que son capaces de sentir a su alma gemela sufrir, sin embargo, todos tenemos una, está ahí, afuera: esperando ser encontrada. Y seremos capaces de sentir con las demás personas del mundo, pero jamás se compararía a lo que se siente el estar junto a tu alma gemela.Alex ya se había quedado dormido. Era una historia realmente corta, y hasta ahora, ni sus padres ni su abuelo entendían cómo podía gustarle tanto.


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Alex realmente creía que las almas gemelas existían, y no había manera de quitarle eso de la mente. Con su nueva cicatriz, Al buscaba detenidamente detrás de las orejas de las niñas, para ver si, por casualidad, conocería a su alma gemela en el jardín de niños.


Jamás dio con una cicatriz similar, al menos no en una niña, hizo un puchero y se mantuvo en la línea junto a sus compañeros. Alex era uno de los niños más bajitos de su grupo, siendo el segundo en su línea, junto con su amigo Fidel. Alguna vez, con inocencia, miró por casualidad detrás de la oreja de su mejor amigo, buscando señales de la larga línea que el mismo portaba. Detenido en la línea, tomando la mano de Fidel para mantenerla, miró al aula de enfrente, donde una línea estaba saliendo.


El segundo niño de la línea captó la atención de Alex, quien al instante soltó la mano de Fidel por el ligero hormigueo que comenzó a sentir.


–¡Al! ¡Si te sueltas me voy a perder! –respingó el pequeño.


–Lo siento, Fiddy. –lamentó el mayor, tomando de nuevo la mano del menor con una sonrisa y un ligero sonrojo. Fidel se percató que Alex miraba en frente de ellos.


–¿Qué es tan interesante, Al? –preguntó inocentemente.Con inocencia, el niño no tardó en responder:


–Mira ese niño, Fiddy. –dijo señalando al segundo niño de la fila de enfrente– ¿No es bonito?


–Un poco, Al. Es más bonito el de adelante –dijo Fidel sonrojándose–. ¡Deberíamos ir a hablarles durante el recreo!


Alex abrió los ojos como plato.


–¡No, Fiddy! –le apretó la mano al menor.


Alex se percató de que los niños los estaban observando, pero lo sorprendió que el segundo niño de la fila lo mirara con una sonrisa. Inmediatamente se sonrojó y escondió la mitad de su cara detrás del hombro de Fidel, sintiendo nuevamente los hormigueos, esta vez un poco más intensos.


–¡Sabbath Manson! –se escuchó la voz de la maestra del aula de enfrente.


El niño sonrió para Fidel. Fidel le devolvió la sonrisa y lo saludó con la mano, Sabbath inmediatamente desvió la mirada, sonrojándose al instante. El siguiente nombre captó la atención de Alex.


¡Hirose Tenma!


Hirose Tenma.


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JEJEJEJ como van a sufrir con esta historia eh...

Scars (Adaptación)Where stories live. Discover now