No había manera de parar. Alex había perdido trance en el tiempo que había transcurrido y comenzaba, de alguna manera, a preocuparse. Su boca moviéndose a ritmo con la de Tenma, había tanta desesperación en ese beso que era casi imposible detenerlos. Alex no quería detenerse, pero su corazón le decía que lo hiciese: quería a Tenma, lo quería más que a nada en el universo, pero no lo quería de esa manera. Sentía rastro de alcohol gracias al sabor de sus besos y eso, de alguna manera, le dolía, pues era la única forma en la que el chico tenía valor para hacer algo sin huir.Las manos de Tenma paseaban libremente por su cuerpo, haciéndole querer gritar; querer suplicarle que dejara de jugar con el de aquella forma e hiciera lo que tuviese que hacer. Pero eso no iba a pasar. Con un montón de fuerza y dolor, Alex comenzó a empujar el cuerpo del menor. Cuando por fin se separaron, sus miradas se cruzaron.
–¿No me quieres? –preguntó el mayor rápidamente. Alex tragó saliva.
–Tú más que nadie sabes cómo me siento sobre ti –contestó–. Debemos irnos, Tenma.
–No, no tenemos. –afirmó. Tomó al menor de la cadera y lo acercó hacia el.
–Ahora no, Tenma... –pidió.
–Tú me pediste una oportunidad y te la estoy dando. –levantó el voz el mayor.
–¡Porque estás borracho! –dijo aún más fuerte el menor– Y no te quiero así, estés consciente o no, tienes alcohol en tu cuerpo y no será así nuestro primer lo que sea. –explicó, viéndolo a los ojos– Vamos a salir, iremos al campus y dormirás a mi lado por si algo ocurre.
Salieron del baño tomados de la mano, Alex buscaba a Fidel por todos lados, ya que sabía perfectamente dónde estaba Sarah. Alex dirigió a Tenma cerca de las sillas, lo sentó en una de ellas y habló con dulzura a su oreja:
–Quiero que te quedes aquí, iré a buscar a los demás y nos iremos.
Alex partió en un segundo y se perdió entre la multitud. Tenma observó sus manos, que hace unos minutos recorrían el abdomen de Alex, ¿qué había hecho? Por primera vez se daba cuenta de lo que había sucedido. Aún y con eso, estaba dispuesto a dormir con Alex y justamente era eso lo que más odiaba. Algunos minutos después, llegó Alex junto a Fidel y Sabbath, quienes se veían un tanto despeinados. Sabbath se pasó al lado del rubio y tomó su brazo. Fidel se sentó, mirando a Sabbath con pena.
–¿Qué pasó? –preguntó Sabbath en un susurro.
–No quieres saber, Sabby. –respondió, mirando los vasos que se encontraban en la mesa. Fidel hacía algunos movimientos con sus dedos en la pantalla de su celular.
–Está aquí –avisó, Sabbath asintió–, ¿vienen?
–Vamos al auto, Tenma. –ofreció, recargándose en el hombro del mayor. El dudó por un segundo y lo miró.
–¿Qué hay de Alex?
–Alex sabe dónde estaremos. –dijo Fidel, el mayor asintió con su cabeza y se levantaron.
Caminaron hasta el estacionamiento, tomados de la mano debido a los aún presentes efectos del alcohol. Fidel ayudó a Sabbath a subir al auto, después a Tenma, quien aún observaba la puerta principal de club para buscar al castaño. Hacía ya algo de frío, de tal manera que Fidel pidió que se abriera la cochera para sacar algunas cosas mientras que los mejores amigos hablaban.
–Lo arruiné, Sabbath –habló en un susurro, su maquillaje estaba corrido ya ante la ligera brisa y una que otra lágrima que estaba soltando. Sabbath lo miró extrañado. Se acomodó y limpió una lágrima de su cara–. Tengo que alejarme de Alex...
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Scars (Adaptación)
Fanfiction‹‹ Donde Alex y Tenma son (verdaderas) almas gemelas. ›› Cuando era pequeño, el abuelo de Alexander solía contarle su historia favorita: la de las almas gemelas. Hoy, Alex no sólo compartía habitación con Tenma, sino también algunas cicatrices. Todo...