IX. Quédate en mi corazón

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Alex estaba paralizado ante la ropa que Sarah había traído. Simplemente no había manera de verse como un idiota. Aún seguía boquiabierto. Su cama estaba repleta de distintas camisas, remeras, jeans y shorts ajustados. Su escritorio, repleto de accesorios. Pudo escuchar a alguien entrar y luego saludar a Sarah. Era Fidel. Justo lo que le faltaba,El rey y la reina de la sensualidad juntos.Lo que vio al saludarle incluso le asustó, y no era que Fidel se viese mal, sino todo lo contrario: estaba usando una camisa roja apretada con el cuello bien abierto, tirantes negros, su cabello estaba mas peinado y en sus pies, tenía unos mocasines oscuros.

–¿Saliste virgen de tu cuarto o Sabbath te vio? –preguntó Alex, aún impactado. Fidel solamente soltó una carcajada y asintió.

–Me vio, pero eso es algo que tengo que arreglar después –dijo, guiñándole un ojo–. Quieres decirme ¿qué haces vestido así? –preguntó, señalándole de pies a cabeza, fingiendo una cara de asco.

–Lo estoy arreglando, bebé. –le sonrió Sarah– ¿Quieres ayudarme a elegir?

–Eso no se pregunta, Liosberi. –contestó el castaño, acercándose a ver la ropa– Mierda, Sarah, ¿qué piensas hacerle a mi monjito? –preguntó al ver la ropa.

–Estoy encargándome de que no muera virgen, bebé. Sin mentir, me sorprende que no esté en un convento.

–Le gustan las salchichas, cariño, un monje no puede hacer ese tipo de cosas. –se burló Fidel. Alex se estaba poniendo rojo de vergüenza.

–Bien, esto es todo lo que traje. –afirmó la rubia, colocando la última pieza de ropa en la cama.

–Prácticamente un ropero entero.

–Esto no es ni un octavo de MI ropero, cariño –contestó, haciendo un gesto de diva con la mano–. Además, traje sólo lo que pensé que sería del agrado de Alex, tu sabes, lo conservativo y eso.

Fidel y Alex la miraron, ambos con confusión.

–¿Esto es conservativo para ti? –preguntó Alex, señalando un short tan pequeño que podría ser pasado como una zunga.

–Dios, Sarah, necesitas un exorcista. –habló Fidel. Sarah levantó una ceja.

–En algunas semanas te veré pidiéndome ayuda para elegir lencería y espero que sea de rodillas –habló con tono de superioridad–. Por ahora, sólo concéntrate en Alex.

–Bien. –habló el castaño de barba. Tomó unos minutos para observar la ropa– Esos –señaló los shorts– están fuera. Alexander no usa eso.

Sarah tomó las prendas y volvió a colocarlas en su lugar. Quitando los shorts, sólo quedaban tres opciones. Alex sólo observaba a sus amigos armar su atuendo, con preocupación y confusión a la vez.

–¿Qué tal este? –preguntó Sarah, levantando un jean negro ajustado rasgado en las rodillas.

–¡Me parece perfecto! –gritó Fidel, algo emocionado.–¿Qué tal si dejamos su pecho y sus brazos a la vista? –preguntó Sarah, levantando una musculosa blanca muy suelta. Aún sin ponérselo, Alex ya podía sentir escalofríos. Rezaba porque Fidel dijera que no, pero estaba muy clara su respuesta.

–¡¡Es un sí!! –gritó. Se detuvo a ver los accesorios– Mi pequeño Ally tiene miedo de todo esto, Sarah, ¿Qué tal si le damos un poco más de confort y mejoramos el outfit con esto? –levantó un chaleco de jean. Sarah sonrió con malicia.

–Es perfecto. Alexander, ¿Qué tal te verías con unas botas con aspecto de piel de pitón? –dijo el castaño. Fidel sonrio de forma pervertida.

–Alex... –le llamó el castaño.

–¿Sí? –preguntó el de ojos verdes.

–Hoy follas.


Scars (Adaptación)Where stories live. Discover now