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Confiado de sus palabras, me dice, lo sé, sé lo qué quieres.

Pero tú no eres sólo esté instante, no eres sólo atracción, piensa esto, si sólo fueras ese equilibrio de placer de mis sentidos, crees que estarías aquí, ambos al lado del otro pasando más qué un instante de placer, no eres sólo esto, eres más que ese instante.

Él me acarició mi rostro con su mano, le miro, y le digo 'quiero'.

Se acerca a mi oido, y susurro, tu mandas, tu eres quien decide por ti, y como debe ser.

Y pasó, y creí no volver a sentir esa sensación frenética que enloque mi corazón, y mientras pasaba ese equilibrio de placer, se acercó a mi frente a darme un beso.

Nueve de la noche, llegó la hora de irme.

En medio de su habitación, esperando, va entra y me mira diciéndome de manera cálida; ¿estás bien?

Se acerca a mí, me mira, y le pido que me de un abrazo, susurra dulce, ay claro.

Me rodea con sus abrazos, me apretuja contra él, y me sentí frágil como si pudiera quedarme derretida sobre sus brazos.

Salimos hacía la avenida al lado del otro, y cuando se dirigia hacía la izquierda a dirección a coger el bus, se acerca sin más a mí, y me besa los labios, sin miedo a nada, sin pensar entre la multitud de la gente qué camina por la calle.

Y entonces me mira y me dice, escribeme eh.

Ocultando en en el fondo de esas palabras algo mas profundo, algo en él sin querer aun admitir.

Querer tener entre sus manos señales de mí de esa línea entre nosotros que una vez rompió de un plumazo.

Solo sé que no sé nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora