Capítulo 2

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Al día siguiente, se despertó renovada, la habitación iluminada por un sol suave de la mañana, son las ocho. Se levantó, apartó las cortinas. Miró hacia las montañas están despejadas. Es un sitio solitario.

Hay unos ocho kilómetros a Aguas Frías. Se duchó, se vistió con un pantalón vaquero y un jersey gris claro. Bajo al restaurante.

Ella se volvió a sentar en la misma mesa. Tom el camarero se le acercó.

- Buenos días- le saluda.

- Buenos días- saludó ella.

- ¿Qué desea desayunar?.

- Me pones un café con la leche y un bocadillo de jamón serrano.


Tom anotó el pedido, se fue a la barra, dejó el papel, se fue a servir a otras mesas.

Andrea se bajó el móvil, al ponerlo en funcionamiento, tiene siete mensajes de whatsapp de una compañera suya, que aquel fatídico día no fue a trabajar.

Ella contestó, está ensimismada mandando los mensajes, que al acercarse Tom, y hablarle, pegó un respingo, que casi se le cae el móvil.

- Perdón te he asustado.

- No te he escuchado, me has pegado un susto.


Le sirvió el desayuno. Tom se dirige a una mesa de un matrimonio con dos niños pequeños. Los pequeños no paran de pelearse por un juguete, su padre los riño. Ellos se ponen a llorar a grito pelado, molestando a otra pareja cercana a su mesa.

Raúl el otro camarero se acercó a la mesa del matrimonio, se puso hablar con los niños, dejaron de llorar al momento, los padres agradecidos, le dió una buena propina.

- ¿Qué les ha dicho para que dejen de llorar?- preguntó Tom.

- Les voy a regalar un juguete a cada uno.

- De donde lo vas a sacar si hoy es domingo.

- Tengo en el coche dos juguetes de mis nietos que ya no juegan.

- Muy bien, Raúl.


Se fueron cada uno a su trabajo, cuando Raúl pasó por mi mesa me guiño un ojo.

Yo me puse muy colorada, baje la vista hacia el móvil, en ese momento me entra un whatsapp de mi Daniela. Le contestó, ella me dice que a la noche le llame.

Cuando se abre la puerta del restaurante entra el hombre más guapo. Todos los clientes voltearon las cabezas, en una de las mesas hay una jovencita se le sale los ojos de las órbitas. Está babeando, haciendo gesto para que se fijará en ella.

Dirijo la vista hacia él, lo observó detenidamente. Le hago un chequeo de arriba a abajo. Él avanza con pasos felinos.

Los camareros lo saludaron alegremente, en donde entrará Daniel todas las miradas se dirigían hacia él. Tiene un poder natural.

Mide un metro noventa, pelo castaño, ojos verdes, mandíbula acentuada, recién afeitado, fibroso. Él se dio cuenta que alguien le observaba, al girarse, se encontró con los ojos aguamarina de Andrea.

Se miraron unos segundos, porque ella bajó la vista a la taza. Se paró a unos centímetros. Se electrizó el ambiente.

- Hola, buenos días.

- Hola, se atragantó con el sorbo de café con leche.

- Eres nueva por aquí.

- Sí llegué ayer por la noche. Mi coche se me paró, lo tengo a dos kilómetros en un descampado.

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