Un joven ladrón

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Era una noche oscura en los desiertos de Arabia, en la que un hombre con apariencia sombría aguardaba montado a caballo color azabache acompañado de su hija cuando de pronto un hombre de apariencia descuidada apareció.

-Llegas tarde- expresó la joven con molestia al ver llegar al ladrón.

-Tranquila, Talia- comentó para calmar a su bella hija que no pasaba de los veinticinco años y vestía un bedlah azul montada en un caballo azabache.

-Perdóname por la tardanza, señor Ras. Pero fue díficil encontrar un lugar tan apartado- de disculpó con cierta molestia.

-¿Tienes lo que te pedí?

-Hubo dificultades y unos cuellos rebanados, pero aquí está- dijo antes de mostrar la extraña joya de oro con forma de medio murciélago- Imagino que tendré algo a cambio ¿No es así?

-Confía en mí,  desdichado amigo. Te aseguro que tendrás tu recompensa- respondió antes de juntar la joya de oro con el pedazo faltante que sacó entre sus ropas.

Al unir los pedazos, la joya se iluminó y fue volando de sus manos hacia un lugar lejano dejando un brillante rastro.

-¡Sigan la joya! ¡Rápido!- exclamó antes de tomar las riendas de su caballo para seguir el camino de luz que dejaba la joya.

Unos momentos después los pedazos se separaron en sus dos mitades sobre la arena y de ellos emergió una montaña que tomó forma hasta convertirse en la cabeza de un tigre de arena con los  pedazos denka joya como ojos brillantes.

-Después de tantos años de búsqueda...la cueva de las maravillas- dijo con cierta emoción al ver como el tigre abría sus fauces dejando ver la luz que venía de la cueva

-Yo me encargo- dijo con una sonrisa confiada antes de bajar de su caballo, pero al tener la intención de acercarse su padre se interpuso.

- Alto ahí, Talia- advirtió con calma antes de ver al ladrón- En la cueva hay miles de tesoros que te esperan, pero primero debes traerme la lámpara. Todo lo demás es tuyo...- agregó con el ceño fruncido a lo que el ladrón asintió algo temeroso antes de acercarse a la extraña cueva.

-¿De dónde sacaste a este soquete, padre?- preguntó con molestia- Yo puedo entrar y salir en un instante.

-La cueva no solo tiene tesoros incalculables, también posee una leyenda que quiero comprobar ...- explicó en voz baja mientras el ladrón llegó a estar frente a la cueva que de movió ante su presencia.

-¿Quién osa perturbar mi sueño?- preguntó amenazante mostrando sus fauces.

-Eh... solo soy un humilde visitante, mi señor- mintió nervioso tratando de sonar sincero a lo que el tigre lo vio con desconfianza.

- Óyeme bien solo uno puede entrar, uno cuya nobleza radica en su interior- advirtió antes de abrir sus fauces a lo que tanto el ladrón como la mujer se asombraran ante la advertencia- Un diamante en bruto...

-Entiendo...- dijo algo nervioso antes de voltear a ver al hombre quien se limitó a sentir con el ceño fruncido. Ante eso el ladrón tomó aire y piso el primero escalón, en ese momento el tigre dio un rugido poderoso cerrando su mandíbula desaciendose por completo sepultando al ladrón.

-¡Busca el diamante en bruto!- dijo el tigre antes de que sus brillantes ojos de apagaran.

-La leyenda era cierta...Solo alguien de buen corazón puede entrar en la cueva y todos aquellos que sean contrario a ello morirán bajo la arena.

-¿Donde encontraremos a alguien así?- preguntó un tanto preocupada antes de recoger las dos partes la joya de murciélago de oro para entregarlas a su padre.

Aladdin  (Versión Superbat )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora