El coleccionista de perfumes

165 19 34
                                    

Te amo

Marco había dejado de contestar, ni siquiera había visto el mensaje.

"Claro, estaba esperando a Hiro no es como si le importara demasiado hablar contigo"

Esa vocecita dentro de mi cabeza que salía cada que Marco me reiteraba con sus actos que no éramos más que amigos, había decidido actuar a mi nombre y eliminar el mensaje.

Han matado a otro alfa.

Por supuesto, de alguna manera era más fácil hablar de asesinatos que de amor. Tal vez ese era el problema del mundo.

La gente sigue y admira asesinos como si fuesen dioses, cuando ni siquiera llegan a la condición de humanos. No son más que cascarones vacíos.

Con quitarle la vida a otro pierden su propia humanidad. Cualquiera, sin importar el ideal por el cual esté luchando.

Incluso los policías no tenemos derecho alguno de llamarnos héroes si al momento de parar un crímen tenemos la necesidad de matar a alguien. Aunque esa persona haya sido la mas ruin del mundo nosotros no somos quien para ser los jueces que deciden si vive o no.

Miré el nombre de la víctima.

—Azariel Gasparutti

Apellido italiano.

Solté el papel sobre la mesa y me sobé la nariz, haciendo a un lado los lentes que ocupaba para leer.

Era estúpido seguir ahí dándole vueltas al asunto, lo sabía. Los pensamientos de Marco con Hiro no me dejaban concentrar adecuadamente en el caso, hacía casi una hora que mi turno había terminado, y aún así continuaba investigando con la esperanza de que los crímenes me otorgaran alguna clase de distracción para olvidar al mexicano. Y así seguíamos en ese círculo vicioso que parecía no querer acabar nunca.

Suspiré y desvíe la cista hacia la silla delante del escritorio. El idiota de Marco se había dejado la chamarra de mezclilla en mi oficina. Tomé la prenda entre mis manos pensando en que se la entregaría después...

...

Tras un dilema mental que duró casi un minuto, mientras mi dubitativa y bipolar mente se decidía si hacerlo o no, terminé sediendo.

Soy Alfa, mi nariz es más sensible a los olores, esa es la razón por la que nuestro género se siente naturalmente atraído hacia los omegas que despiden olores dulces nublando nuestros sentidos.

Ese hechizo silencioso de aromas en mí se multiplicaba por mil.

De niño me gustaba coleccionar perfumes. Era una forma de distraccion para el estrés que se vivía en mi casa por ese entonces, algo que mi familia no me podía quitar como lo habían hecho con mi búsqueda de lagartijas y las hojas secas que había tratado de juntar antes. Porque podía justificar la cantidad con "mi gusto refinado" por los perfumes, ocultar el hecho de que lo que en realidad me gustaba era cocinar, y el olor a fresa, durazno y vainillas me recordaban otros tiempos, dentro de una cocina con los pasteles en el horno y las ollas en la estufa.

Por ello mis padres no se preocupaban, mi gusto por los olores dulces aseguraba mi lugar a lado de un omega para ofrecerles la próspera familia que deseaban.

Ese era el plan.

Pero conocí a Marco De la Cruz.

Yo llevaba un tiempo en la comisaría cuando el entró, tenía un noviazgo con alguna que otra omega y después terminaban aburriéndose de mí, sino es que yo lo hacía primero.

Ni siquiera su olor a cereza o a frutas silvestres lograba encandilarme.

Y se supone que un beta no tiene aroma, que no puede despedir ferormonas, que el olor que inundaba mis fosas nasales desde el primer día que lo vi era imaginario, o bien, la colonia del muchacho.

Tendencia al aburrimiento [Higuel🌼Markyle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora