Fantasy «Roger Taylor»

Capítulo 7

El sábado fue agotador, en la mañana salimos disparados a comprar lo que nos faltaba y terminamos comiendo en un restaurante cuya vista fue la segunda más hermosa que había visto en esa semana (y digo segunda, porque la primera claramente fue mi rubio adorado). De regreso, al anochecer, nos encontramos con la feria que Les Halles organizaba. Había olvidado mencionar eso, ¿no lo hice? Mil disculpas queridos lectores, déjenme explicarles. Como lo había mencionado en los días anteriores, en 1980 iban a cerrar el mercado que marcó mi infancia, por ello los vendedores decidieron despedirse en tres ocasiones, al finalizar el invierno, en medio del verano-primavera y al iniciar el invierno. Mis hermanos y yo llegamos para la segunda despedida y claramente nos encontrábamos con miles de emociones conflictivas, entre ellas la felicidad de poder saber que veremos a nuestro mercado favorito muy bien decorado con juegos, artistas, luces, entre otros, pero también la tristeza y el enojo se hacía presente al saber que no volveremos a disfrutar de ello durante los años de remodelación. Pero en fin, ya regreso al hotel o casa, lo único que mi familia quería era bajarse del auto, ponerse sus mejores ropas y salir para celebrar a Les Halles.

—¿Vas a usar eso? —preguntó mi mamá al señalar un vestido color beige manga cero, que se extendía sobre mi cama.

—Oh sí, sí —respondí mientras me peinaba.

—Bien, la ropa sucia me la das para colocarla en una bolsa ¿de acuerdo? —me recordó antes de salir de mi dormitorio.

—Está bien —respondí.

Mamá dejó la habitación y mi hermana salió del baño, acomodó su blusa color rojo oscuro con bordados dorados y en calzones empezó a buscar su jean acampanado.

—¿Cómo has sentido este viaje? —me preguntó mientras buscaba entre el ropero— ¿Crees que lo recordarás?

Curioso, en toda la semana solo hablamos de ropa, comida y nada importante. Pero sentía que aquella pregunta tenía otras intenciones.

—¿Cómo me pareció? —contesté de manera indiferente y sostuve mi vestido— Normal, bonito.

—¿Bonito? ¿En serio? —rió— Parecías perdida toda la semana —pausó y tomó asiento al pie de la cama, con el pantalón ya encontrado—. Soy tu hermana y sé que algo te pasa —me miró.

—No tengo nada —la miré y le sonreí.

—No hemos estado juntas en la mayoría de días. Siempre te has escapado, tu cuerpo estaba con nosotros pero tu mente se iba a otro lado. Veías las calles como si buscaras a alguien, acelerabas los pasos como si siguieras a alguien —dijo al colocarse con dificultad el pantalón—. Ya sé lo que tienes, lo he notado en tu mirada.

—Notar ¿qué? —me sentía asustada.

—Notar lo mucho que vas a extrañar Les Halles, parecía que no lo querías perder, como si alguien no quisiera perder al amor de su vida.

Que alivio, no sabe.

—Les Halles, sí, exacto —fingí tristeza—. Me apena mucho saber que no volveré a ver el mercado igual —agaché la mirada.

Mi hermana terminó de abrocharse el pantalón y se acercó a mi para darme un fuerte abrazo.

—Elise, Elise —suspiró al rodearme con sus brazos—. Todo estará bien.

Lorraine decidió darme un espacio a solas para que pueda terminar de empacar y poder estar tranquila para así ir a la feria, y lo hice, me senté al borde de la cama y pensé en mi infancia en las tierras francesas pero también pensé en la tarde del día anterior, tarde que pasé con Roger. Pensé en el enamoramiento intenso que sentía y aunque por momentos yo misma me cuestionaba si mi comportamiento respecto a él era el adecuado, al final terminaba ignorando mi moral y continuaba acosándolo con más intensidad que en las veces anteriores. Me coloqué el vestido que había reservado, introduje mis pies en unas ballerinas negras y opté por no usar maquillaje, quería sentirme fresca, libre, tranquila conmigo misma.
Esa noche era una familiar, la última de los Moreau con Les Halles. No tenía esperanza en que él se apareciera y si lo hacía, yo sabía perfectamente que no me resistiría y abandonaría a mi familia por ir tras él. Pensar así me asustaba, pero son cosas que uno haría por amor.