2015

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Les había tomado solo una noche darse cuenta las muchas cosas que tenían en común, habían pasado varias noches entre risas nerviosas y una especie de vacío en sus estómagos. Les había tomado nada conectarse porque tenían sentimientos similares.

La luna, la lluvia, las estrellas, algunos libros viejos sobre cultura asiática, el como la primavera era su estación favorita y el como los cerezos parecían copos de nieve de colores al caer. Se habían familiarizado con cierto tipo de música y como el bailar no era su fuerte, pero que si estaban en un karaoke serían Michael Jackson en voz y baile, además ambos pensaban en japón como un lugar memorable, lugar que ninguno había visitado solo y que ahora ambos conocerían en caminos y situaciones distintas. 

Se suponía que el contacto entre extraños debía ser supervisado, pero Namjoon jamás prestó atención cuando se lo dijeron y ella recelosa de que alguien supiera que hablaba con él, se limitaba a responderle siempre que estuviera sola.

Fueron cómplices de su cercanía, se complementaban a través de las letras que se enviaban en mensajes y de las voces entre sus llamadas, eran risas de vergüenza y suspiros encantadores, eran solo dos personas conociéndose en el lugar y momento indicado, disfrutando de la inocente y dulce compañía del otro a través de un celular.

Ella se había olvidado de que él era Rap Monster, un rapero de una banda de chicos en pleno apogeo de su carrera, porque con quién hablaba era con Kim Nam Joon, su vecino, con el que solía tomar el autobús para ir a la escuela, el que las chicas miraban más de la cuenta por esos hoyuelos que sin hacer mucho esfuerzo se asomaban en su rostro sacándole una sonrisa imprevista a cualquiera, el chico cuya inteligencia le había hecho merecedor de estudiar ingles en el extranjero, de su amabilidad con todos y su respeto a sus mayores e iguales. 

Era aquel que había pillado en más de una ocasión tomando notas en una pequeña libreta y haciendo ruiditos sobre la mesa de la cafetería generando ritmos y letras nuevas, el que los días de luna llena se sentaba en el patio trasero admirando el esplendor de su astro favorito, como si este con su luminosidad le transmitiera armonía, felicidad, tranquilidad. Aquel que hacia las cosas con pasión y con mucha precisión para que le quedaran perfectas, aquel quién terminaba arruinando cada tanto tiempo el candado de su casillero por ejercer alguna fuerza sobrehumana en ellos. Ella había visto más allá de lo que él podía trasmitir, sentía alguna admiración por todo lo que él era, pero no se lo diría. Se lo quedaría para ella.

Él había visto en ella la particularidad de su nombre, recuerda que estando mas pequeño le preguntó a su madre porque la lluvia parecía ser tranquilizadora, le dijo que cuando la oía caer sobre cualquier superficie le trasmitía un sentimiento en su interior que no sabía definir, ella le dijo que todo lo relacionado con la lluvia era bonito, el como el ambiente al rededor cambiaba, como la temperatura con la cae una gota de las nubes se vuelve otra una vez que cae a el suelo, la melodía que se formaba afuera al momento de caer sobre cualquier lugar, el olor al pasto mojado o el de la tierra mojada - todo es muy bonito, se siente bien despertarse con el sonido de la lluvia, o simplemente verla caer - 

Él reconoció ese sentimiento una vez que al empezar el invierno el escandaloso ruido de la lluvia caer le hizo salir corriendo hasta su jardín en busca de algo que había dejado afuera, pero más fue el tiempo que estuvo mojándose con la lluvia que buscando el objeto en sí. Era muy bonito disfrutar de la lluvia, su corazón y su cuerpo se lo decían. Su madre tuvo razón y fue ahí donde lo escuchó,  su vecino gritaba algo un poco inaudible y no fue hasta estar más cerca de las voces que lo entendió - dulce, dulce como la lluvia, mi dulce lluvia - y detrás de él una niña que le perseguía por donde él correteaba, - dulce lluvia - intentó asociarlo pero lo supo en seguida - mi dulce lluvia, vamos adentro  - rió un poco, ¿como la lluvia podía ser dulce? se preguntaba - mi nombre es Danbi papá, D-A-N-B-I - había dicho la niña tan lindo que no dejaba la sonrisa en sus labios - Por supuesto, Danbi significa dulce lluvia, por eso eres mi dulce lluvia-

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