Celoso

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En el momento en que Donghae se dejó caer en el asiento del avión y se enfurruñó mirando a la ventana, Hyukjae supo que algo andaba mal.

Lo miró el suficiente tiempo para que su quietud le hiciera preguntarse si estaba viendo una fotografía, inmóvil e impasible.

La duda lo carcomía. Podía sentir la incomodidad envolviéndolos como una manta de cemento, pesada y aplastante, pero no podía preguntarle qué sucedía en un avión lleno de gente.

En su lugar, se concentró en hacerse creer que todo estaba en su mente.

Quizá no era tan malo como lo sentía. Podía ser su propia imaginación jugando en su contra.

¿Y si Donghae sólo estaba cansado y él lo estaba malinterpretando todo?

Era muy posible, habían pasado cuatro días corriendo de un lado para el otro por el rodaje. Él también estaba agotado. Todos los estaban.

En el silencio de su incomodidad, rogaba que eso fuera lo que sucedía y nada más.

La verdad era que, sin importar cuantas veces hubieran discutido ni con cuánta seguridad supiera que pasara lo que pasara, lo resolverían, la idea de que discutir con Donghae lo enfermaba. Le creaba un nudo en el estómago, cerraba su garganta, ponía sus extremidades ligeras y creaba una presión en su pecho. Odiaba cada segundo en los que el menor le negaba sonrisas bonitas y miradas cariñosas.

Decidió repetirse que no pasaba nada como si fuera un mantra, sólo para calmar sus nervios y lo había logrado, hasta que la azafata pasó por sus asientos para preguntarles si querían algo de beber o comer. Hyukjae se volteó hacia el castaño y llamó su atención suavemente, pero este ni se inmutó.

Era porque estaba dormido, ¿no?

Sin embargo, cuando la azafata lo llamó con un suave "¿Señor?", Donghae volteó sin rastro de la habitual lentitud somnolienta. Estaba más que despierto.

Lo había ignorado.

Definitivamente estaba molesto.

Sintió el desagradable ladrillo de angustia caerle en el estómago. Aunque miraba al castaño fijamente, ni siquiera oyó lo que pidió. Se sentía desorientado, con los oídos tapados. No sabía bien si era por la presión de la altitud o la ansiedad que comenzaba a torturarlo.

Cuando la azafata regresó y dejó frente a ellos un vaso de café humeante y una cajita de leche achocolatada, aún no conseguía ningún tipo de atención de Donghae. Lo observó agradecer por la bebida y volver a darle la espalda, como si ni siquiera estuviera ahí sentado.

—¿Se encuentra bien, señor Lee? —Oyó la voz cordial de la mujer, y le costó un par de segundos notar que se dirigía a él.

Pestañeó varias veces y buscó palabras por más tiempo del que le habría gustado.

—Sí, sí. —Asintió repetidas veces—. Estoy bien.

La azafata le dedicó una mirada insegura antes de retirarse.

Pasó su atención al botecito de cartón que mantenía entre sus manos, mas no llegó a abrirlo. En realidad, no lo miraba. Estaba completamente perdido en sus pensamientos, mientras miraba en retrospectiva todas sus acciones desde la última vez que había hablado con Donghae, buscando exactamente qué había causado la molestia en él.

Juraría que venían hablando como si nada en la van que los había traído hacia el hotel, incluso habían bromeado sobre lo olvidadizo que estaba Donghae. Él le había respondido riendo que era culpa suya por distraerlo tanto; le había dicho en tono juguetón que primero tenía Hyukjae que dejar de ser tan atractivo, que quizá así pondría su cabeza en donde debía, luego se habían lanzado un beso y un guiño, mientras Jungsoo y Donghee fingían estar fastidiados con su coquetería.

Story of Ours (HaeHyuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora