—¡Diez minutos! —anunció la voz de uno de los managers, desde afuera del camerino.
Se mordió el labio y frotó sus manos, tratando de controlar los nervios que le tensaban el cuerpo. La noche pasada apenas había podido dormir. Hoy se le dificultaba hasta respirar.
Con una mirada en el espejo, se repasó y acomodó el traje de estilo monárquico, aunque estaba perfecto. Sus estilistas siempre se encargaban hasta del detalle más minúsculo.
Mirándose en la superficie en la que se reflejaba, casi no podía notarse sus nervios. Casi. Si nos lo sintiera recorriéndolo como
una corriente desde los pies hasta la cabeza, electrizándolo.Revisab sus facciones y trataba que nadie más se diera cuenta del torbellino que lo dominaba. Tenía que mantenerse en calma, o fingirlo, al menos. El director no podía permitirse estar tan nervioso, no cuando confiaba en sus compañeros y en cada uno de sus bailarines y empleados.
Cuando unos brazos lo rodearon desde atrás, se sobresaltó minúsculamente. Abrió, en alerta, sus ojos por una fracción de segundo y luego volvió a la normalidad, apenas enfocó el rostro conocido que notaba junto al suyo.
Aunque tenía un espejo frente a sí, estaba tan perdido en sus pensamientos que no había notado cuando la fornida figura de había deslizado hasta su espalda. Ni siquiera había notado cuando todas las estilistas los habían abandonado en la habitación.
—Todo saldrá bien, Hyukjae. Tranquilo —murmuró, rozándole la oreja con sus labios.
Relajó los hombros, apoyándose en el pecho que lo respaldaba y subió sus manos hasta los brazos que lo rodeaban con firmeza. Aún no se había puesto la chaqueta. No le tomó mucho deducir que era apropósito, Donghae sabía lo mucho que gustaba sentir su piel.
—No estoy nervioso —probó.
Vio a su reflejo alzar una ceja.
—A mí no me puedes mentir —acusó con una leve sonrisa—. No lo demuestras, pero aún así lo veo.
Por supuesto que no podía mentirle a él. No a Donghae. El castaño a veces era despistado y no leía el ambiente ni entendía a las personas a su alrededor, pero a él podía leerlo como si fuera un idioma creado específicamente para él.
Luego de tantos años a su lado, no necesitaban las palabras. Se comunicaban en un lenguaje tácito. A través de miradas y de notar esos pequeños detalles que eran imperceptibles para el resto del mundo. Por eso sólo Hyukjae le entendía a Donghae cuando se enredaba entre sus palabras y pensamientos, al igual que Donghae lo sabía todo aún cuando Hyukjae no había demostrado nada.
Quizá era la sincronía en la que funcionaban o la familiaridad del otro, u otra cosa a la que aun no le ponían nombre, pero era un lazo que se había formado con el pasar del tiempo. Antes, cuando quería, podía esconder sus sentimientos y miedos de los ojos castaños que lo miraban con preocupación. Ahora, ni aunque se esforzara podría ocultarle el más mínimo temor.
Pero no le molestaba ser un libro abierto para Donghae. Era muchísimo mejor así. Había dejado de tener cosas que ocultarle al castaño años atrás y ahora adoraba la relación cristalina que compartían. Él nunca había sido bueno en expresar lo que sentía, pero Donghae aún así lo comprendía y lo ayudaba. Así como él leía los pensamientos en la enredada cabeza del menor con una simple mirada a sus ojos y sabía cómo ayudarlo.
Se entendían, se complementaban, se amaban.
Ahora ni siquiera entendía por qué había intentado negar los nervios que le hacían un nudo en el estómago. Soltó un suspiro derrotado y dejó su cabeza caer en el hombro ajeno.
—No puedo evitar estar nervioso —explicó, en voz baja, peleando contra sus ganas de callarse—. Fueron meses y meses soñando con este concierto y trabajando en él. Y ahora por fin está aquí.
Donghae bajó una mano hasta su delgada cintura y le dio la vuelta, haciendo que se enfrentara directamente sus ojos caoba, brillantes como siempre, reflejándolo a él y todos los sentimientos que fluían del menor.
Notó, entonces, que lo miraba desde un par de centímetros más arriba. Frunció el ceño y miró a sus pies, en busca de los cinco centímetros por los que lo pasaba en altura.
—¿Cuántos centímetros de plantilla llevas?
Cuando volvió a mirar al menor, este desviaba la mirada, conteniendo una risa y luchando por disimular su vergüenza.
—No... no cambies el tema —murmuró, con voz patosa.
Hyukjae no pudo contener la risa. Apoyo su frente en el hombro frente a sí y aspiró el olor del perfume que tanto adoraba. Decidió comenzar a subir y bajar sus manos por los brazos del menor, deleitándose con la dureza de la piel bajo sus yemas, al tiempo que esperaba que recuperara la compostura.
Cuando se volvieron a mirar, compartían una mirada divertida y los restos de sonrisas pequeñas.
—El punto era —inició el castaño, con la voz suave, subiendo una mano hasta su mejilla, con la que le acunó el rostro— que todos esos meses que pasaste dedicándote a esto, es lo que asegura que será increíble. Estuve contigo en cada momento, Hyukjae, no dejaste ni un detalle que no fuera perfecto.
—Sé que estuviste conmigo, sin ti no habría podido lograrlo. —Inclinó su rostro, encantado con el contacto.
Donghae lo miró un par de segundos en silencio. Sobreentendió el agradecimiento en su mirada.
—Saldrá a la perfección —aseguró el menor, con voz firme— Elegiste a cada persona que está trabajando aquí hoy, tú mismo. Confía en ellos, en nosotros.
—Lo hago.
—Bien. Nosotros confiamos en ti —pausó por un segundo, antes de añadir, con el tono más suave, casi íntimo—: Yo confío en ti.
Hyukjae sintió el nudo en su estómago desaparecer por completo y ser reemplazado por los revoloteos de las mariposas, esparciéndose por su pecho.
Sonrió. Con la sonrisa más grande que podía sacar, mostrando sus encías. Tan amplia que los ojos casi se le cerraban.
Ahora estaba lleno de agradables cosquillas que se sentían en cada centímetro de su interior, acentuándose en esos puntos en los que Donghae lo sostenía con firmeza.
Ya no eran los nervios los que poseían. Era emoción, pasión, confianza y amor. Eran todas esas sensaciones que le provocaba el castaño mezcladas con la expectación por el espectáculo que estaba por empezar.
La voz del manager sonó desde afuera, indicándoles que era hora de tomar sus posiciones para salir.
Donghae se inclinó levemente y Hyukjae cerró la distancia entre ellos, en un beso corto. Todos sus besos eran cortos, en especial cuando se sentía tan compenetrados como en ese momento.
Pero no tenían más tiempo.
Con un asentamiento, dio un paso atrás y observó a Donghae ponerse la chaqueta, parecida a la propia.
Entrelazaron sus manos una vez más mientras se dirigían a la puerta de la habitación. Donghae lo apretaba, transmitiéndole toda la seguridad que podía.
Respiraron profundamente y soltaron el aire en sincronía.
El castaño lo miró. Hyukjae le regresó una mirada llena de seguridad y anunció:
—Es hora del show.
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¡Feliz cumpleaños, Melanymarisol! Muchas gracias por todo tu apoyo, en cada una de mis tramas. Eres una persona maravillosa. Te deseo lo mejor, que cumplas cada sueño y alcances cada meta, que nunca te rindas y que, incluso en la adversidad, recuerdes que puedes salir adelante. Espero que este one-shot, cortito e improvisado, te guste. Te quiero un mundo❤️
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Story of Ours (HaeHyuk)
Fanfic♡Colección de drabbles u one shots, sobre Donghae y Hyukjae que transcurren en el universo real y podrían (o no) estar basados en hechos reales♡