Para mí

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«¿Y esto?», pensó, mientras se dirigía a la cocina, atraído por el olor condimentado que había llamado su atención y lo había distraído de su chequeo matutino a los informes de las compañías que dirigía.

Se asomó a la habitación de la que provenía el aroma y se encontró con un azabache vistiendo un delantal, ese que usualmente se ponía él mismo, pues hasta ese instante, Hyukjae había mantenido una negativa a cocinar durante los últimos años.

Lo observó, con la cabeza asomada desde el pasillo. Había una olla en el fogón y uno que otro bol sobre el granito de la encimera. Todos con comida o restos de ella. Hyukjae le daba la espalda, concentrado en la olla que revolvía, aunque parecía tener dificultades, pues soltaba quejidos cada cierto tiempo mientras revisaba su teléfono.

Donghae, por fin, decidió salir de su escondite y pronunciar suavemente:

—¿Hyukjae? ¿Qué haces?

El aludido se sobresaltó ligeramente y lo encaró. Paseó su mirada sobre los recipientes, las ollas y los condimentos desperdigados por los alrededores, Donghae supo que se debatía entre darle una respuesta sarcástica o una seria.

—Cocinar —respondió al fin. Lo que sea que estuviera dentro de la olla comenzó a hervir y a desbordarse, alertando al mayor, quien se apresuró a revolverlo y alejarlo del fuego. Soltó un suspiro y volvió a mirarlo—. Intento cocinar.

El castaño caminó hasta la cocina, notando todos los cubiertos y platos en el fregadero. Hyukjae debía tener un buen rato puesto en la tarea.

—Parece que vas bien. —Le sonrió, tratando de animarlo. Olisqueó el ambiente, moviendo su cara de lado a lado, imitando a un perro; cuando volvió a mirarlo, Hyukjae reprimía una sonrisa.— ¿Kimchi?

—No.

El castaño se vio desconcertado por unos segundos, de verdad olía a Kimchi. Hyukjae claramente pudo verlo en su expresión, porque suspiró derrotado una vez más.

—Fideos negros —aclaró, con un deje de desánimo pintándole la voz.

«¿Por qué olía a kimchi?», se preguntó Donghae sin salir de su asombro.

—Oh.

—Sé que huele raro.

—El olor no importa, Hyuk, es el sabor —probó, con voz suave.

Hyukjae lo miró con una ceja alzada.

—El olor y el sabor son complementos.

—¡No siempre! La vainilla no sabe como huele —argumentó.

—Eso es un caso aparte.

—¡Este podría ser un caso aparte!

Hyukjae le dirigió una última mirada en la que leía incredulidad, antes de voltearse y seguir removiendo el contenido de la olla.

—No tienes que comerlo —soltó el mayor—, sé que no soy bueno cocinando. Sólo quería intentar algo.

—Pero quiero hacerlo. —Se ganó una mirada de reojo.— Además, es una buena oportunidad para probar qué tan resistente soy a una  intoxicación —bromeó, soltando una carcajada suave.

Hyukjae se quedó quieto, mirando la olla por unos segundos, antes de apagar el fuego y darse la vuelta para lavar sus manos.

—Esta fue una mala idea —sentenció.

Donghae se quedó helado. El tono desanimado lo dejó paralizado en su lugar. Lo había arruinado ¿no?

—Ya regreso a limpiar todo el desastre, solo... —inició Hyukjae, se volteó mientras buscaba las palabras y encaró a Donghae con sus ojos rebosantes de decepción. Dejó escapar el aire y salió de la cocina, perdiéndose por el pasillo.

Story of Ours (HaeHyuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora