u n d é c i m o.

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Leonardo:

La veía comiendo, con su rostro reflejando tristeza y tenía ganas de levantarme, abrazarla y decirle cuanto la quiero. Que la quería a mi lado, que no aguanto más, pero no puedo.

Ella ya me dijo todo, y tengo que respetar su decisión. Aunque cuando la vea con otro, me voy a querer matar, pero fue mi culpa. No puedo opinar nada al respecto.

Me pasa por impulsivo, si, me garche a Guillermina. Y me arrepiento, ni siquiera se que hago con ella acá.

Sentía que quizás así, no me dolía tanto ver a Melissa, pero esos son pensamientos de pendejo.

—¿Me acompañas al baño? —susurró Guillermina en mi oído. Se perfectamente que quiere.

—No creo que te pierdas, podes ir sola —solte. Ella rodó los ojos y se levantó enojada de la mesa, ocasionando que la mayoría mirará. Entre ellos, la única mirada que me importó fue la de Melissa.

—Se te enojo la jermu Leo —dijo Nandez y todos se rieron, pero no presté atención.

Tenía la mirada fija en Mel, y ella en mí. Estábamos en nuestra propia burbuja, los demás no importaban.

Sus ojos se cristalizaron y negó con la cabeza. Empujo su plato para adelante y se levanta de la mesa. Su papá la mira y le dice algo que no llegó a oír.

—No me siento bien. Nos vemos en casa. Provecho —lo último lo dijo en voz alta. Todos le agradecieron y la saludaron así por arriba.

Paso por atrás mío y lo ultimo que escuché fue la puerta. No espere un segundo y me paré.

Se que tengo que respetar su decisión, pero me niego a perderla por un error mío.

Trotó hasta la puerta de entrada, no me importaron los gritos de mis compañeros ni Guillermina. Luego les explicaría.

Salgo a la vereda y la veo en la esquina, corro hasta ella. Noto que se asusta, pero sus facciones se relajan cuando me ve.

—Perdón. No quería asustarte.

—¿Qué querés?

—Quiero llevarte. ¿Me dejas? Por favor —rogué. Ella pareció dudar, pero luego asintió.

—Esta bien —sonreí, pero ella no me devolvió la sonrisa.

Caminamos hasta la moto, pero ella frenó en seco.

—No —fue lo único que dijo. Rode los ojos y me subí a la moto. Ahí, le tendi el casco.

Suspiro y agarró el casco, se lo puso y no pude evitar pensar lo hermosa que se ve. Se subió como pudo a la moto y se agarró de atrás.

—Así te vas a caer, de acá —agarré sus manos y la puse en mi cintura, escuche un suspiro y reí.

Mel apenas quería tocarme, sentía su incomodidad y me hacía sentir mal, lo que menos quería es que se sienta incómoda.

Arranqué y empecé a manejar hasta su casa. Melissa se agarraba más fuerte cuando doblaba, tenía miedo.

Cuando por fin llegamos, ella me suelta. Se baja y me da el casco, sonrió al ver sus pelos todos desordenados.

—Te quiero. Muchísimo. Me niego a perderte, te juro que voy a cambiar si es por vos, pero dame una segunda oportunidad. Te juro que no te vas a arrepentir, no te voy a decepcionar. No quiero lastimarte, me parte el alma verte así —solté sin siquiera pensarlo. Mel me miró sorprendida, parecía que pensaba algo y luego, me sonrio.

Me abrazo y me dio un tierno beso, la extrañaba.

—¿Te quedas a dormir? —dijo mirándome, me mordí el labio y sonreí.

leobalerdi5
1h

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volando » leo balerdi. [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora