Capítulo 1: "La historia."

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Al sur de Siena, un gran territorio rural, antiguo y alejado de los ruidos de los centros de Italia. Allí se encontraba la gran casa de las McCartney. La dueña y madre, Alice, era una mujer que se consideraba ya grande. Sus cincuenta y siete años le estaban pesando pero lo sobrellevaba "bien" debido a que siempre fue una mujer muy activa, sobre todo en el área de la maternidad, sus tres hijas, Andrea, de veintinueve; Caroline, de veintiséis y Meghan de tan sólo diecisiete años han sido una gran demanda en su vida, ella siempre fue una madre presente quien dejó todo por ellas tres, incluso a su marido. Cuando el apocalipsis había llegado a todo Italia ellos cinco estaban de vacaciones de verano en otra parte del país, varios muertos vivientes atacaron la zona turística que ellos habían decidido frecuentar y Alice tuvo que dejar atrás a su esposo para poder salvar a sus hijas y llevarlas de nuevo a esa gran casa que tenían ellos por herencias de años y años.

Poco a poco fue llegando gente pidiendo asilo, comprometiéndose a ayudar, Alice no podía vivir con la culpa de dejar morir a su marido así que ella accedió a toda persona que recurrió a ella en busca de ayuda, eso la hacía sentirse "mejor" o por lo menos la culpa disminuía en su mente.

Habían llegado personas como Christopher, un primo de ella que siempre había estado vagando y bebiendo vino, incluso desde la adolescencia. También llegaron Yvonne, una bailarina afroamericana probando suerte en el mundo; Thomas e Ivy, ambos tenían unos veintitantos años, eran mecánicos por lo cual podían aportar bastante al grupo; había llegado un coreano, también como turista probando suerte, su nombre era Chan Liu, un amable empresario, humilde. Y por último hacía poco había llegado un rescatista llamado Luke West de treinta años. Él había llegado con tres adolescentes, Jaime, Richard y Selena. Según su relato, él pudo rescatarlos en una guía turística que ellos hacían con su escuela.

Los días fueron pasando y la depresión de Alice aumentaba, sus días eran grises y solo se los pasaba encerrada viendo como en el patio Luke e Ivy enseñaban técnicas de defensa personal. Su hija Meghan era la más apegada a ella y por lo tanto pasó muchos de esos días de encierro acompañándola y dándole consuelo. Andrea, en cambio, tenía la postura de una segunda dueña, una líder y la mentalidad suficiente para crear planos de construcción, salidas en busca de suministros y era muy buena aniquilando a los muertos con su gran machete. Caroline buscaba seguir sus pasos pero era más torpe y descuidada, en más de una ocasión su vida estuvo en peligro y su hermana logró salvarla.

El grupo tenía sus dudas de si el virus fue mundial, pero poco a poco lo fueron asumiendo. Perdieron todo tipo de contacto con los exteriores y su mismo país ya estaba devastado. "Gracias a Dios" pensaba Alice cada vez que pensaba en su gran espacio en el medio del campo, lo cual la alejaba a ella y a los suyos de los problemas más riesgosos de los centros más concurridos de la gran y bella Italia, también cuando su hija mayor y los demás llegaban con vida luego de ciertas excursiones peligrosas.

Un día, intentando captar señal con una radio, Caroline y Andrea lograron dar con una comunidad que se encontraba a unos cuarenta kilómetros de ahí. Para su suerte, esa comunidad estaba comandada por la prima de Alice, Cassandra. Ella era todo lo contrario a su prima; era fuerte, deshinibida, malvada y con muchísima autoridad, la característica especial que la destacaba de los demás y la colocó como líder. Ella lideraba la comunidad por la cual increíblemente se preocupaba, por lo cual utilizó el método de la radio para poder comenzar a planificar intercambios entre los cultivos y las herramientas que tenía Alice por armas de fuego y comida enlatada que tenía Cassandra, cosas vitales en ese momento de la vida.

Cassandra no estaba sola, ella vivía con su hermana Claire, sus hijas Stephanie y Lilly, y su inútil esposo Stephen. Además la acompañaban Naomi, hermana de Yvonne, y Gabriel Owen, quien junto a Naomi eran sus protectores y los que normalmente viajaban para hacer los intercambios de productos.

Luego de que ya hayan instalado ese plan, Alice ya se sentía con otros ánimos, tenía a sus hijas, su primo, sus primas y un grupo que la acompañaba. Tenía ganas de reunir a todos y que esta pesadilla termine, porque a pesar de la maldad de Cassandra, ellas tenían una buena relación, ella era la madrina de nacimiento de Meghan. Todo esto la llevó a sonreír y concretar un encuentro entre los cuatro primos en el campo, para poder planificar cosas nuevas y decidir una única ruta para recorrer entre la comunidad de Cassandra y la mansión de Alice.

Mucho tiempo de planificación después, organizaron para juntarse. El encuentro estaba pactado en un club de golf que funcionaba como punto medio entre ambos grupos. Christopher no podía ir, estaba ebrio y no podía ni mantenerse parado. Claire estaba ocupada manteniendo relaciones sexuales con el marido de su prima a escondidas. Por lo tanto, era un encuentro entre líderes, Alice y Cassandra, al atardecer y en un club de golf, Alice estaba emocionada.

Cuando el encuentro se dio fue muy extraño, Alice había llegado a caballo y Cassandra en una camioneta de carga.

-¡Hola prima! -Dijo Alice con mucha emoción corriendo a abrazarla. La cara seria de Cassandra expresaba mucha maldad y odio con solo mirarla.

-Hola Alice, ¿cómo te encuentras?- Dijo de manera muy falsa y cortando el abrazo de su prima mayor.

-Bien, sobreviviendo. No puedo creer que te estoy viendo.-Dijo Alice y añadió-: nuestras madres estarían orgullosas.

-Si, lo mismo opino. -Dijo Cassandra de manera seca y fría. -Deberíamos entrar para hablar de los temas más importantes.- Añadió.

Luego de varias horas de charlar y discutir sobre varios temas no lograron llegar a ningún acuerdo. Cassandra exigía mucho más de lo que Alice estaba dispuesta a dar y era porque ella tenía una comunidad de unas cuarenta personas a las cuales mantener.

Ya era de noche, hacía frío y Alice a pesar de discutir estaba contenta de haber visto a su prima, así que se acercó a abrazarla por última vez, jamás pensó que iba a ser literalmente. Cassandra en el medio del abrazo comenzó a apuñalar a Alice.

-Me quedaré con todo, haré que esa granja insignificante sea mía y tus hijas serán mis perras. Tu gente es débil, TÚ eres débil y por eso morirás ahora.

La apuñaló unas quince veces, una de las últimas cosas que Cassandra logró ver fue la cara ya casi anciana de su prima, derramando una lágrima y escupiendo sangre, intentando hablar y cayendo al piso.

-¿Qué tratas de decir? No te logro entender, ¿será porque yo estoy viva? Tengo algo para contarte, ¿sabías que estoy esperando un hijo? Es una pena que no lo puedas conocer. Las viejas no están hechas para este nuevo mundo. En cambio la gente como yo si, y por eso elijo procrear, porque mi sangre si vale la pena. -Dijo Cassandra entre risas.

Alice se arrastró hasta su caballo con sus últimas fuerzas y fue ahí donde todo terminó, todo se apagó para ella. Cassandra pateó su cadáver unas dos o tres veces riéndose, aunque como era de esperar, se cansó rápido, los cuarenta años no eran para cualquiera, mucho menos estando embarazada, aunque igual fue bastante fuerte.

Lo que no se esperaba es que cuando dio media vuelta para dirigirse a su camioneta, estaba su hija menor quien había observado todo. Cassandra quedó helada, su cara se había transformado de nuevo, perdió la sonrisa que le generó el hecho de matar a su prima. 

Un nuevo problema había comenzado.



APOCALIPSIS: El otro lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora