Through the Dark (Draco Malfoy, fanfic)

09- Un niño singular

—¡¿Los encontró Snape?! —chilló Hermione a la mañana siguiente en la habitación, cuando Sophie le contó lo sucedido.

—¿Podrías gritarlo más fuerte? Creo que Draco en las mazmorras no te escuchó muy bien —dijo Sophie mirándola enojada mientras se cepillaba el cabello.

—Lo... lo siento, es sólo que... ¡Están juntos de nuevo, Sophie! —dijo Hermione afligida.

—Si no supiera que estás loca por Ron, diría que estás celosa —dijo la pelirroja con una sonrisa, y Hermione se sonrojó.

—No es eso... ¿Y si Harry se entera? Sabes lo que piensa de Malfoy...

—Draco no es un mortífago —la interrumpió Sophie—. Mi hermano está obsesionado con eso pero ya se le pasará.

—Aún así. Podrías salir herida nuevamente, y...

—Hermione, como mi mejor amiga, deberías estar feliz por mí.

—Es que... ¿qué hay de Fred?

—¿Fred?

—¡Si, Fred!

—Él y yo sólo somos amigos. Jamás le he dado a entender que quiero más que una amistad.

..

Las semanas pasaron. Draco y Sophie se reunían todas las noches en la torre de astronomía, y casi siempre terminaban en alguna sala vacía conversando y besándose hasta altas horas de la madrugada. Había veces en que Sophie notaba a Draco cansado, lejano, o de mal humor, pero él se excusaba diciendo que estudiaba mucho, o que había dormido poco. Sophie también creía que su actitud se debía al estrés que le causaba la situación de su padre encarcelado y el acoso que estaba recibiendo su familia por parte de muchos en el mundo mágico. 

No era como si Lucius y Narcissa no lo merecieran... pero lamentablemente las consecuencias de lo que hacían también repercutían en Draco y Phoenix.

—¿Irás a Hogsmeade mañana? —preguntó Sophie la noche de aquel viernes. Ambos estaban en la sala de menesteres, recostados en un sofá frente a un agradable fuego, comiendo golosinas. 

—Nop —respondió el rubio.

—¿Por qué no? Es la primera salida del año.

—Estará nevando. Además, adelantaré algunos deberes de Encantamientos.

—Te has vuelto muy estudioso, ¿eh? —rió Sophie levantando la cabeza y acariciándole la barbilla—. Siempre estás estudiando. 

—Créeme que prefiero estar contigo —susurró él, acomodándole un mechón pelirrojo tras la oreja—. Eres hermosa. 

Sophie sonrió, y luego tomó el brazo izquierdo de Draco para mirar la hora en el reloj de su muñeca.

—Bueno, ya es tarde. Debería irme.

—Quedémonos a dormir aquí. Por favor.

—¿Aquí?

—Sí. Juntos.

Sophie miró a Draco a los ojos, lo conocía lo suficiente como para notar cierto temor en sus ojos. Parecía necesitarla, tal vez más que necesitarla a ella en particular, quería compañía. Ella no podía negarse.

—Bien, quedémonos, niño mimado. 

Se abrazaron, y Sophie sintió los suaves besos de Draco bajar suavemente desde su mejilla hacia la piel de su cuello.