3- Café

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Al de ojos carmín le encantaba beber café, era su vicio.

Todas las mañanas preparaba una buena jarra de café para él solo y se la bebía en unas 2 horas, los demás lo consideraban un problema y las empresas de café lo agradecían. Pero gracias a eso conoció al chico que ahora se encontraba durmiendo acurrucado entre sus brazos.

~🐻~

Como siempre, tenía su vaso de café en la mano. Caminaba por el parque por un buen sitio en el que escribir su libro de recetas, por suerte encontró uno pero estaba siendo ocupado por un castaño que dormía en el pasto, pasó de él y se sentó a una distancia considerable de su cuerpo.

Pasaron algunos minutos cuando se despertó el chico dormido, restregó sus ojos con sus manos y se quedó viendo a Ban fijamente con mirada adormilada. Con la poca fuerza que tenía recogió sus cosas y se acercó al peliblanco para sentarse a su lado y mirar su ordenador curioso por saber que hacía.

— ¿Te gusta escribir? ¿Qué escribes?— El de ojos carmín alzó una ceja.

— Que te importa.— El castaño hizo un pequeño puchero hasta que se percató del vaso de café en sus manos.

— ¿me das?— Sus ojos brillaban y el peliblanco no tuvo más opción que dejar que bebiera de su preciado café.— sabe horrible, prefiero el té.

— ¿Y qué me importa eso a mí?

— Soy Arlequín, mucho gusto.— El chico sonrió.

—Y no me importa cómo te llames.

— ¿Sabías que las personas que escriben son mejores a la hora de expresarse?— Y le empezó a contar un montón de cosas que no tenían ni ton ni son en su mente.

— Cállate, eres molesto.— Al ver que no callaba suspiró masajeando su sien y le miró con fastidio.— Bien, ¿qué quieres?

— La verdad..— el chico se sonrojó y jugó con un mechón de su cabello.— ¿Podrías tener una cita conmigo? Es que eres muy atractivo y...

— si si lo que quieras, pero ahora déjame en paz.

— ¡Bien!— Arlequín celebró riendo.— Nos vemos mañana en la fuente de aquí enfrente, a las 5 de la tarde. ¡Nos vemos!— Y salió corriendo hacia otra dirección dejando al peliblanco confundido y bebiendo su café que claramente se había enfriado entre tanta charla.

Pasó el día siguiente y Arlequín había llegado al sitio en que había citado al chico, pero no había rastro de este. Pasaron 2 horas y el castaño debió haberlo pensado, solo le había dicho que si para que le dejase en paz, pero algo en su mente le decía que esperase. Empezó a llover, genial, toda la gente a su alrededor corría a refugiarse pero él no podía, tampoco tenía paraguas así que no podía resguardarse de la lluvia.

— Hace frío, ¿porque estas aún aquí?— las gotas de lluvia dejaron de caer en su cabeza y alzó su mirada dejando ver sus ojos llenos de lágrimas y mejillas rosadas por el frío.

— Sabía que vendrías.— dijo antes de sonreír y de limpiar su rostro.

— Eres idiota, definitivamente.— suspiró el otro.— te acompaño a tu casa, vamos.

— Que directo señorito.— El de cabellos castaños le miró pícaro y el otro solo rodó los ojos y rió un poco.— Creo que tengo a algo de café en casa, ¿quieres?

— Si.— Respondió inmediatamente y se puso en marcha a la casa del castaño.

Llegaron a la casa del chico, este de inmediato se quitó su ropa empapada quedando desnudo frente a la mirada confusa y poniendo a secar su ropa para luego correr a una habitación y salir vestido. El peliblanco solo quitó su abrigo observando todo, era un sitio acogedor desde luego mucho mejor que su propia casa, aquí podría fácilmente pasar todo el día escribiendo y no sentirse agobiado.

— Ya estoy.— el bajito hizo acto de presencia en la habitación llevando un jersey abrigador  que le llegaba a las rodillas y unas pantuflas de gatitos.— ¿Te gusta?

— ¿la casa o tú?— El peliblanco se sentó en una silla alta de la cocina para ver al chico hacer el café con su cabeza apoyada en su mano y su codo puesto en la barra que separaba la sala de estar de la cocina.

— Yo, obviamente.— Al ser bajito se subió en una silla para alcanzar el café que había dejado su amigo hace mucho tiempo.

— Entonces mi respuesta es un no.— dijo vacilando, el de ojos miel le miró fingiendo sorpresa y a los pocos segundos rió.

— Eres muy directo, me gustas.— Arlequín se puso frente a él apoyando ambos codos en la mesa y poniendo su cabeza entre sus manos mirándole.

— A mí me gusta la casa, pero la persona que vive en ella tampoco
está tan mal.— le guiñó el ojo derritiéndolo por completo.

— Me sonrojas.— se quitó de el sitio para terminar de hacer el café y ocultar su pequeño gran sonrojo en su rostro.— ¿Cuanto de azúcar?

— Dos.— A los pocos minutos tenía  una taza de zorritos entre sus manos y de esta saliendo el olor tan característico de la bebida.— Joder, quema.

— Claro idiota, está recién hecho.— Arlequín rió y se sentó en el sofá con una taza del té que había preparado también.— Ven.— Señaló el sitio a su lado, Ban le hizo caso y fue a sentarse con él.

Se quedaron unos minutos en silencio, disfrutando sus bebidas y pensando en que decir, a pesar de todo el silencio no era incomodo. El más bajito se estaba reprimiendo el abalanzarse sobre el otro para que lo abrazase pero sería ya ir un poco más allá de la situación.

— ¿Porqué decides traer a un desconocido a tu casa?

— Porque no tengo amigos.— Arlequín rió.— Es broma, si tengo amigos. No sé la verdad, me gustas y quiero conocerte mejor antes de sacar conclusiones.

— Ya entiendo.— Ban terminó su café.— Bueno, me voy. Adiós.— Se puso de pie para agarrar su abrigo y fue detenido por la mano de Arlequín.

— ¿te puedes quedar más tiempo?— Dijo con timidez, Ban suspiró y le hizo caso.

— solo media hora más.

~🐻~

Arlequín abrió sus ojos mirando adormilado a su novio, se estiró un poco entre sus brazos para luego acurrucarse más apegado a él. Ban acarició su cabello con suavidad y sonrió al ver sus mejillas sonrosadas.

— Buenos días cariño.— besó la frente del más bajito.

— Buenos días.— Sonrió y tomó las mejillas de Ban entre sus manos y se acercó para dejarle un pequeño beso en sus labios.

✨BanKing Oneshots✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora