• Día 2 •

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Kirishima no podía entender por qué su novio se negaba a quitarse la parte de arriba de su ropa

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Kirishima no podía entender por qué su novio se negaba a quitarse la parte de arriba de su ropa.

No es que estuviera presionándole a tener sexo —Kiri se tragaría sus propios dedos antes de hacer semejante cosa—, pero había algo en Bakugo cada vez que se besuqueaban que le hacía sentir como si algo no se estuviese diciendo.

Algo que yacía debajo de la dura fachada que el rubio siempre intentaba vender a todo el mundo.

Y Kirishima le conocía como a la palma de su mano. Tanto física, mental, como emocionalmente.

Podía contar cada mota en degradé que pintaban sus ojos de rojos. Podía decir qué exacta tonalidad de dorado era su pelo cuando se levantaban entre extremidades enredadas en la mañana. Kirishima sabía cuántos minutos le tomaban a Bakugo antes de dormirse en el hueco de sus brazos.

Quizá no llevasen demasiado tiempo juntos como para poder decir esas cosas —pero él sabía que lo suyo era especial. Que tenían una conexión.

Y quizá fue por eso que, después de un tiempo, comenzó a sentirse extraño el hecho de que Bakugo siempre se negara a quitarse la camiseta.

No era solo con él, por supuesto. Bakugo siempre llegaba primero a los vestuarios masculinos, y se iba de último. Había dejado de asistir a la piscina con todos los demás.

¡Y no es como si Kirishima nunca hubiese visto su fornido cuerpo, producto de la tenacidad y el esfuerzo que Bakugo ponía día a día!

—¿Me la vas a chupar, o qué? —gruñó Bakugo después de que Kirishima le rozara de forma intencional pero fingiendo inocencia—. Joder, me lo haces a propósito...

—Quizá me gusta demasiado cada parte de mi novio, y la quiero disfrutar —rió Kirishima—. Me gustan tus bíceps...

Kirishima trazó con la punta del dedo la línea de cada músculo de Bakugo. Sintió como se tensaban al instante que dejaba su marca invisible sobre la piel caliente.

—Me gustan también tus labios...

Se acercó para dejar un corto beso encima de su húmeda boca. Bakugo se removió algo reacio —solía costarle un poco el meterse de lleno a las cursilerías, pero tarde o temprano se dejaba atrapar por aquello— cuando los labios de Kiri le rozaron los suyos de la forma más agónica y ligera posible.

Kirishima abrió los ojos para observar la mueca suspirante de Bakugo. Sus mejillas comenzaban a enrojecerse, y su frente se perlaba de sudor por el clima veraniego y la cercanía de sus cálidos cuerpos.

Sonrió con picardía, aprovechando que su novio no podía verle.

—También me encanta tu pene, no tengo dudas de ello.

Dirigió sus veloces dedos hacia la erección que crecía debajo de la tela del bóxer. Fue tan rápido, que Bakugo ni siquiera tuvo tiempo de prepararse para sentir el suave —pero firme— agarre de sus dedos a su entrepierna.

KiriBaku Week 2019 - [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora