Capítulo IX. Intruso

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El tiempo corre, el reloj en la pared no se detiene, es poco el tiempo que me queda, y no estoy listo para dejar de existir, aun no...

—/—

Para un Ángel estaba prohibido enamorarse, involucrarse más haya de lo que es necesario con un humano. Tony ya había roto muchas de esas reglas, desde el momento en que empezó a observar a Steve desde arriba se condenó y era momento de afrontar las consecuencias.

– ¿Tony? –

Lo llamo Steve, el castaño tenía la vista pérdida en la pequeña ventana, observando como la lluvia caía ferozmente y en el cielo retumbaban los truenos llenos de furia.
Fury no quitaba su único ojo del hombre rubio que habia interrumpido la conversación, quien se encontraba a lado de la puerta, con la mirada en el suelo, indiferente al momento, Maverick se colocó en medio de todos, su mirada era divertida y risueña pero su voz sonó diferente, tan seria.

– No puedes quedarte Antth, no lo tomes a mal, pero no quiero que corras el mismo destino que yo –

Steve miro mal al pelinegro, casi matándolo con sus ojos azules, un suspiro lleno de tristeza salió de los labio del castaño, dirigió su mirada a su padre, quien al sentirla levantó la suya.
Era claro que Tony tenía una gran disputa, una terrible pelea interna, sólo que en esta ocasión, el no tenía opción.

Un fuerte golpe sacudió la cabaña en la que se encontraban, el ruido de algo grande al caer del cielo, la mirada de Miguel se llenó de terror, Tony temblo al sentir aquella presencia, "así que al final lo enviaron a él"  pensó Miguel.

– ¿Qué pasa? ¿Qué fue eso? –

Clint bajo las escaleras alterado, seguido del resto de los Vengadores.

– No lo sé – Steve dirigió su mirada a Tony – Clint acompañame a ver que pasó, el resto se queda –

– Eso no será necesario – lo detuvo Miguel.

Y antes de que alguno pudiera objetar, la puerta fue abierta bruscamente, un hombre alto, de cabello largo y rubio, vestido con una brillante armadura y una espada en su cintura se encontraba en la entrada, pero no fue lo que los sorprendió, sino las grandes alas blancas y brillantes que descasaban a su espalda, su mirada era intimidante.

– ¿Pero qué demonios...? – casi grito Scott.

El hombre se adentró ante la atenta mirada de todos, aún que afuera la lluvia era fuerte, el hombre frente a ellos, no tenía ni una pizca de agua, ni una gota.
Steve tenso sus músculos listo para luchar si era necesario, pero el hombre lo ignoró centrando su atención en otras personas.

– Gabriel –

– Miguel –

Tony miro horrorizado al Ángel intruso, la mirada acusatorio de Gabriel cayó sobre el castaño, quien temblo.

– No me sorprende que te hayan enviado a ti – dijo Miguel.

– Sabés bien porque estoy aquí – respondió el Ángel.

– No tenías porque venir Gabriel, acordamos que yo me encargaría de esto –

Gabriel río, una risa hermosa pero con toques que imponían respeto.

– No lo creó, no dudo que seas un guerrero fuerte Miguel, cumpliendo cada misión con éxito, pero cuando se trata de tu hijo – miro a Antth – Eres demasiado débil, por eso estoy yo aquí –

El silencio ante lo dicho lleno el lugar, Tony se encontraba tenso, no era que se avergonzará de su padre, sólo qué, no tenía pensado que Los Vengadores se enteraran de todo está situación, para ellos, Tony sólo sería un hombre que se cansó de luchar, no un Ángel, que tenía que volver al cielo.

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