Mis compañeros e incluyéndome recogimos nuestras cosas dispuestos a retirarnos. Pero no, yo y mi torpeza innata siempre haciendo presencia.
Aún recuerdo mi primer día de clases en secundaria, en la primera hora de clases se me dio por buscar algo en mi lonchera , una cosa llevó a la otra y mi tomatodo se abrió derramando el líquido. Lo provechoso fue que tuve la oportunidad de conocer en ese entonces mi nuevo colegio sin la presencia de estudiantes en los pasadizos.
Volviendo al presente, se me cayó mi mochila, así dejando en el piso todas mis pertenencias regadas.
Menos mal dejé las toallas higiénicas en el otro cierre.
Ya la mayoría se había retirado, así que empecé a recoger con tranquilidad mis cosas. Cuando me disponía a retirarme lo sentí.
Sentí ese roce que jamás olvidaría ni olvidaré aunque quisiera.
Sus manos llamando mi atención con un pequeño y delicado toque en mi espalda que calaba en lo más profundo de mi alma.
-Te faltó esto - me dijo el joven de ojos color miel que ahora se encontraba al frente mío con la otra mano extendida hacía mí sujetando mi libreta de apuntes.
Eres demasiado bueno para ser verdad.
Espera, ¿qué?
-Eh... ¡Qué tonta! Gracias. - respondí lo más coherente que pude.
-No te preocupes...- entonces vi como hizo ademán de leer mi nombre estampado en la portada del libro- Valentina... ¿Alejos?
-Ah, sí, disculpa , ¿y tú eres?- vi que me miraba con cierta incertidumbre.
-Mike Espinoza- dijo extendiendo la libreta hacia mí.
Ahí recordé todo, esos ojos, su cabello, había cambiado mucho a decir verdad, no por nada pasaron cinco años desde que lo vi por última vez.
Mike Espinoza, el responsable de mis ojeras aquel lunes en la mañana.
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El poder de las palabras
Poetry#DeliveryAwards2019 Entra y descubre situaciones tal vez no tan diferentes a las tuyas. Inspirado en el vivir del día a día, en esas experiencias combinadas con un poco de imaginación. --> Portada hecha por: @D4i9a1ana1
