A medida que pasaron los días, la pierna del niño fue sanando, así como su temperamento. Ya no actuaba tan hostil, pero Hope podía ver que no le agradaba la gente que tenía alrededor. Odiaba a Dave, bueno, Hope también lo odiaba un poco.
El niño solo respondía a una palabra: "kid", por lo que todo el personal lo bautizó así.
El día que se suponía que tendría el alta, Hope fue a llevarle el desayuno, su Peugeot en marcha afuera. Pero cuando entró en la habitación, la cama estaba vacía y una enfermera la estaba desinfectando. Casi se le cae la bandeja que llevaba. No, no, no.
-¿Dónde está Kid?- preguntó.
-Le han dado de alta y se lo llevó su tía.
-¿T-tía?
Hope dejó la bandeja sobre un mueble y salió corriendo del cuarto, llevándose a todo el mundo por delante en los pasillos.
-Fatima...- dijo jadeando al llegar al consultorio de la doctora. -¿Qué has hecho?
-Nada de tu incumbencia, Hope, el paciente ya se estabilizó. Hice lo correcto.
-Pero Kid...
-Su nombre es Miguel Ramos y se lo ha llevado su tía.
Hope casi suelta un improperio, pero se contuvo.
-Su tía lo estaba buscando. Huyó de casa, ya sabes como son algunos niños.
-Pero...
-Lo siento, Hope, no puedes ayudar a todo el mundo.
Esa noche Hope volvió a casa llorando. Ese niño se cruzó en su camino por alguna razón, y esa corazonada que la atormentaba no la dejaba dormir.
¿Como se te pudo ocurrir llevártelo, Hope?
Era una locura, pero Hope estaba dispuesta a correr el riesgo con tal de saber quién era Kid.
Al menos sé que está bien.
El martes, en su día libre, se dirigió al cementerio. Se cumplían seis años del fallecimiento de sus padres, y era menester para ella visitar sus tumbas y hablarles, aunque no hubiera un receptor vivo para escucharla.
El cementerio se hallaba al norte de la ciudad de Damascus, y era el fin del mundo para sus habitantes de clase baja. Hope no conocía lo que había más allá de la muerte literal. Los libros hablaban de otras ciudades en el Gran Continente, la más cercana a Damascus era Baghdad, a la que se podía acceder caminando en línea recta desde el cementerio por los campos de trigo, pero la ley dictaba que se requería un permiso especial para moverse de una ciudad a otra, y esos permisos solo eran alcanzables para los más ricos.
El Gran Continente no tenía naciones, sino ciudades que albergaban a gente de todas las etnias. Los habitantes actuales descendían de todas las razas y colores, pero a pesar de la gran diversidad, las antiguas minorías solían frecuentar las clases bajas.
Hope depositó un ramo de violetas en la tumba compartida por Celestine Rowe y Lawrence Spencer. Las lágrimas invadieron sus ojos, y los recuerdos de Kid volvieron a su mente.
-Mamá, papá, he conocido a un niño especial...- dijo con la voz quebradiza.- pero no he sido capaz de ayudarlo...
Enjugó sus lágrimas en un pañuelo, y cuando su visión se volvió cara otra vez, pudo distinguir una figura oscura detrás de un árbol. Alguien la había estado observando.
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Codes
Ciencia FicciónUna enfermera, un androide, una estrella pop y un niño huérfano emprenden el viaje más épico de sus vidas