Capítulo 6:
Lawrence y Alexander, se miraron en silencio, durante unos minutos, antes de que el padre de Gabri, le respondiera a su silenciosa pregunta:
-Sí, jovencito, la has cagado-suspiro-Será mejor que te vayas, si te vas a tomar esto cómo un juego-levantó la mano antes de que Alexander hablase-Calla y escúchame-otro suspiro, este, le hizo parecer más viejo-Somos demonios, no bebemos sangre ni nos comemos a los humanos, es más, a nosotros nos da asco hacerlo. Nos entran ganas de vomitar. Mi hija no te ha traído aquí, para que juegues con ella a estupideces varias, que seguro, ya se te habrán ocurrido en la cabeza-negó con la cabeza.
Alexander esperó para que siguiera hablando, pero este, parecía esperar de nuevo, esa pregunta:
-Entonces… ¿Para qué me trajo aquí y me contó todo esto?-escuchó paciente.
Lawrence, pareció un poco más calmado:
-Gabriella, te ha traído aquí, para darte una oportunidad, de entrar en este mundo y jugar en él. Una oportunidad, antes de negarte para siempre la verdad ante tus ojos.
Alexander, entendió lo que quería decir Lawrence y le preguntó de nuevo:
-¿Ya no tengo esa oportunidad, no?-su mirada triste y cabizbaja.
El padre de Gabri sonrió y le respondió:
-Tú siempre has tenido una oportunidad con mi hija-el chico levantó la cabeza sorprendido-Ella siempre te donará la oportunidad de entrar, principalmente porque eres importante. Pero no te creas tan importante, porque no eres esencial en su vida-miró hacia el pasillo, se levantó y mientras cogía un paño, siguió-Pero ahora, tienes que ir a pedirle perdón y a mostrarle, que de verdad, quieres entrar en este mundo y ten cuidado.
Alexander se dirigió al cuarto de Gabri, mientras su padre le observaba disimuladamente y preguntándose, cuándo, su hija, encontraría a una persona que fuera esencial en su vida.
Alexander, anduvo en la oscuridad hasta encontrar (después de equivocarse unas 3 veces) el cuarto de Gabri. Entró y se encontró con un cuarto de dos plantas. Bastante grande, con dos de las cuatro paredes que había, de un color rojo y las otras dos, en blanco. Había unos enormes ventanales que daban a un jardín hermoso. Un escritorio, se encontraba cerca de ellos, y una butaca blanca, descansaba debajo de una escalera de caracol, también blanca. Estas, destacaban por el color rojo de la pared de atrás.
Fue a subir por las escaleras, cuando una voz, le advirtió:
-No subas. Nadie sube a mi cuarto de arriba-con voz seria.
Se volvió y se encontró con una Gabri, que le observa fijamente. Ya no tenía las alas, ni los cuernos, tan sólo la cola y ese color lila azulado, había desaparecido casi por completo. Alexander, bajó de las escaleras y le dijo:
-Lo siento mucho, Gabriella, no era mi intención molestarte-estaba arrepentido.
Gabri suspiró y se dirigió a los ventanales, los abrió y se sentó en el alfeizar de la ventana. Ella, se quedó en silencio unos minutos, antes de contestarle:
-No te preocupes. Ya te he perdonado-escondió la mitad de su cara, entre sus rodillas.
El día parecía haber amanecido con grandes nubes de tormenta que iban a descargar su ira en breves momentos.
Alexander se acercó a ella y le acarició la espalda:
-Gabri, quiero que cuentes conmigo para entrar en este mundo-ella le miró con un solo ojo-Por favor, dame una oportunidad.