Blue eyes.

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Jasón, primogénito de un importante general rojo del ejército de Unión, un chico seguro de sí mismo,  un soñador y un aventurero. Sabe que en un futuro no muy lejano deberá unirse al ejército y convertirse en un guardián rojo. Su deber es ser igual o superior a su padre. Convertirse en un general en las filas rojas era difícil, soñar en convertirse en guardián negro era imposible para un humano; pero no se preocuparía, no aún, disfrutaría el tiempo que le quedara siempre que su padre no estuviera presente ya que este le exigía demasiado cuando regresaba de sus misiones.

Huía por las tardes cuando su padre no estaba presente.  Su única distracción, era caminar por el bosque para recostarse  en el árbol de manzanas más grande y por supuesto que ese día no era la excepción,  se recostó dispuesto a tomar una siesta, cerro sus ojos sintiendo la maleza del suelo acariciar las palmas de sus manos y estiro sus pies sobre algunas hojas que yacían en el suelo.

No sabía cuánto tiempo había dormido pero un golpe en la cabeza lo despertó ― auch ― toca con su mano derecha su frente,  una piedra lo había golpeado y consecutivamente otra impacto en su hombro izquierdo. Se levanta sorprendido por el repentino ataque, dirigiendo su mirada hacia adelante. Una pequeña niña con el cabello revuelto y un vestido completamente lleno de fango yacía frente a sus ojos.

« Una aldeana. » 

Jamás la había visto, recordaría esos hermosos ojos azules, ni siquiera las joyas más hermosas del reino se comparan a ellos, su cabello negro como las plumas de los cuervos y piel blanca como el marfil.

― Ha, ya te despertaste ― interrumpió los pensamientos del chico ― no quería despertarte.

― ¿Por qué me golpeaste?

―no fue mi intención, solo quiero una manzana y tú estás enfrente ― toma otra piedrecita del suelo y la lanza al árbol en dirección a una manzana pero ni siquiera llega a rosarla.

― Nunca te había visto por aquí.

― solemos viajar mucho, mi papá dice que debemos hacerlo, que mientras más lugares conozcamos será mejor.

― ¿están cerca de aquí?  ― sonríe mientras la observa recoger más piedra y aguardarlas en la bolsa de su vestido.

― No, están un poco lejos, siempre evita que conozcamos personas ― frunce el ceño y hace un puchero ― mi mamá dice que es por nuestro bien pero yo me aburro y me escapo cuando nadie me ve.

― Así que te fugaste. ― Ambos sonríen, irónicamente los dos suelen hacer lo mismo. ― ¿cuántos años tienes?

La pequeña empieza a pensar y coloca un dedo en sus labios, un gesto muy adorable para Jasón ― tengo nueve años.

― yo tengo doce años.

― Así  que eres un viejito.

Jasón frunce el ceño ― no estoy viejo, en unos años tendrás la misma edad.

― Sí y tú serás más viejo ― sonríe la pequeña, mostrando determinación y autoridad en su mirada.

― Te demostrare que no estoy viejo ― toma una pequeña piedra, visualiza la manzana más roja y grande, estira su mano hacia atrás y lanza la piedra  con fuerza suficiente. Justo en el blanco, la fruta calle intacta sobre las hojas que cubren el suelo. Ella corre hacia la manzana, tomándola entre sus manos y revisando que no tenga  algún daño.

― tienes buena puntería.

―Son buenos reflejos ― corrigió ― un viejo no aria eso.

―he visto a viejitos hacerlo ― la pequeña  no pensaba darle la razón, porque   ella siempre la tendría. ― tengo que irme pero antes debo agradecerte  como mamá  lo hace con papá, es de mala educación no agradecerte.

― ¿Enserió? ―  La  curiosidad lo hiso acercarse más a ella, sonrió al preguntarse en que ocurrencia sacaría la niña, pero jamás cruzo en su mente lo que sucedió; ella se levantó de puntillas y unió sus labios con los de él, no duro demasiado pero fue suficiente para congelarlo por completo.

La pequeña se apartó y corrió cierta distancia, se detuvo para luego gritar:

― Adiós viejito ― ajito su mano en el aire como despedida, luego volvió a correr perdiéndose entre  los árboles.

Jasón toco sus labios a un en shock,  no sabía que pensar, ni siquiera recordaba cómo hablar, en definitiva ese era su primer beso y  la hermosa niña de ojos azules lo había robado; sus labios se alzaron en una sonrisa de felicidad pero que luego decayó al recordar algo muy importante:

« ¿Cuál era su nombre? »

Ninguno de los dos lo menciono, debía de saberlo no quería dejarlo como un simple recuerdo, la buscaría sin importarle cuanto le costara.

Todos los días llegaba a la misma hora esperando poder verla, pero jamás volvió, el tiempo transcurrió y Jasón tuvo que unirse a las filas de los guardianes rojos. Por más absurdo que fuera no perdió las esperanzas de encontrarla  y convertirla en su esposa a un que solo fuera un simple capricho de su niñez, lo malo es que todos somos simple piezas de ajedrez.



Actualidad.   


El niño se convierte en hombre y sus acciones tienen consecuencias, Jasón lo sabe perfectamente lo que no sabe es que sucedió en los últimos años, inclusos los recuerdos más  antiguos eran borrosos. Lo único de lo que es consiente es de las cadenas entre sus manos y de ser escoltado por dos guardianes con gabardinas negras, se suponía que solo vigilaban a los criminales más peligrosos, pero él no era peligroso o ¿sí?

Entraron en una habitación amplia, se encontraba ante la reina y la corte real o mejor conocida como los ancianos.

― Jasón Strength, ex guardián rojo, ¿sabes por qué estás aquí? ― pregunto una anciana  de pie frente a él.

― No ― se limitó a responder  bajando la mirada al suelo.

Los ojos fríos y exigentes de la reina caían sobre él, sabia de lo que ella era capaz, de su autoridad y de su seguridad, debía de callar para: rezar por que le permitieran vivir y si no era así implorar por una muerte rápida y sin dolor.

― Aunque no tengas recuerdos de tus crímenes ― prosiguió la anciana ― no significa que deban quedar impunes, por tal razón tu sentencia será…

Un estruendo interrumpió las palabras de la mujer, causando confusión entre los ancianos y formando en los labios de la reina la sombra de una pequeña sonrisa que desapareció demasiado rápido, la puerta había sido abierta con tanta fuerza que podría haberse derrumbado; una joven mujer que portaba una gabardina roja, de gran belleza entro a la habitación, pero lo que más interés causo en Jasón fueron sus ojos azules, no podía recordar nada pero por alguna razón le parecían conocidos, tal vez de un sueño, del sueño más hermoso que alguna vez tubo.

La chica solo sonrío con seguridad sin temer por su acción irrespetuosa, dispuesta a encarar a quien fuera con tal de obtener su objetivo. Señalo a Jasón y dijo:

― El me pertenece.

El tiempo lo obligo a olvidar lo que una vez buscaba pero nunca encontró, ahora está frente a sus ojos y no lo puede recordar.

Solamente Un RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora