Capítulo 11

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Adrián después de despedir al Turco se limitó a pensar en los riesgos de sus “negocios” y de su relación con Lorena.

Ella estaría en  total riesgo si alguien se entera de que él estaba interesado en Lorena. La  podrían  utilizar para llegar a él o peor aún para lastimarlo y derribar su “organización”.

Por eso decidió que tendría su relación a escondida para protegerla por lo menos eso solo duraría tres meses. Ya estaba girando la rueda de aquel desenlace. Pronto se retiraría de esa vida y dejaría todo atrás.

Rápidamente subió a su habitación, se bañó, se afeito y se aplicó loción después de afeitar.

Estaba tembloso de la misma emoción que estaba experimentado.

-¡Dios!- exclamó en medio de la habitación- parezco un adolescente.

Salió vestido con una bata azul de seda y debajo de esta  un bóxer  de su recamara  y se dirigió a la habitación de su madre y en esos momentos salió María Jimena luciéndole una pijama de pantaloncitos muy cortos que dejaban ver unas piernas bien torneadas de piel  acaramelada.

Ella al verlo recién bañado se emocionó creyendo que la  buscaba y así se lo hizo saber.

-¿Vas a quedarte  conmigo?- dijo ella jubilosa – Te deseo tanto querido, muero por compartir nuestro amor- ella le extendió los brazo para darle la bienvenida.

Él la miro y su cuerpo no recibió el mensaje que ella le enviaba.

-No, María Jimena   cuando nos volvamos a acostar será cuando estemos casados- dijo él sin dejar de  mirarla. Los ojos de Adrián estaban fríos - voy a quedarme un rato en la habitación de mi madre.

Adrián tenía por rutina todas las noches quedase con su madre. Cuando ellos se encontraron hicieron lazos fuertes. Su padre se había encargado de separarlos, pero el destino o la suerte los volvió a unir.

Ella apretó la boca molesta por su rechazo y sin pensar hablo.

-Aun no has dejado esa mala costumbre- dijo ella con fastidio- ella se duerme  y tú te la pasas contemplándola- dijo con aburrimiento- se podría mal interpretar esa adoración.

Él arqueo una ceja y  la miro  torciendo  la boca en una sonrisa.

-Siempre has sido una mujer privilegiada- se acercó a la puerta de Carmela- siempre has tenido mucha suerte. Madre, padre y hermana y nunca los has valorados. En cambios otros nos han destrozado y nos han quitado lo valioso de una familia y aquí en medio de tu egoísmo vienes y me críticas porque yo adoro ver a mi madre dormir y recordar cuanto había rogado poder encontrarla…. Eres egoísta y al parecer aun te falta mucho  por cambiar.

Terminó   de hablar y con cuidado abrió la puerta de la habitación  de su madre y cerro con mucho cuidado dejando a María Jimena furiosa y avergonzada y con la sensación de pérdida nuevamente.

Adrián en silencio camino a oscura por la habitación y al llegar a la cama donde yacía Carmela relajada a causa del sueño, sonrió mientras  miraba a su madre dormir.

Sonrió muy complacido.

-Agradezco tanto a Dios por haberme permitido poder encontrarte- le besó la frente con cariño- nunca nadie podrá volver hacerte daño. Te lo juro, amada mía. Solo dame un poco de tiempo y recuperas todo lo que te robaron.

Poco a poco se alejó de la cama y corrió la cortina para ingresar por el baño a la habitación de Lorena.

Su mano estaba temblorosa al momento de agarrar el pomo de la puerta. Esta tenso de solo pensar que ella tuviera la puerta cerrada y no le permitiera ingresar a ese lugar que tanto él deseaba. Está muy nervioso al girar el pomo y su sonrisa abarcó todo su atractivo rostro al darse cuenta de que estaba abierta.

Confusión I. Adrian. Serie Salamina Nº 11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora