Capítulo 18

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Carmela camina muy furiosa por el gran pasillo que la lleva a la oficina de su hijo Adrián y sin tocar entra de manera intempestiva sorprendiéndolo con unos documentos en sus manos.

Adrián observa a la madre que viene casi pálida.

-Madre, ¿Qué te pasa?- le pregunta al verla tan alterada.
Ella estaba muy sofocada por la rabieta que acababa de tener con la prometida de su hijo.

-La María Jimena humillo a Lorena- lo miro con furia- y pretendió pegarle en su estado.
Las cejas de Adrián se fruncieron y sus ojos parecían llamas humeantes.

-¿Qué? Ella fue capaz de golpearla- bramo furioso Adrián y soltó los documentos en el escritorio. Rápidamente se encamino a buscar la salida pero la mano de la madre lo detuvo.

-Ellas no están en el rancho- dijo sin preámbulo.

Adrián se detuvo en seco y la miro a los ojos y espero que ella le contara el resto de lo que había sucedido.

-Lorena se fue a trabajar a la fundación y la envié en compañía de Lucy. No quiero que este sola.

-¿Y María Jimena?- continuó Adrián.

-Esa zorra se largó furiosa al ver que no pudo lograr su cometido.
Adrián se relajó un poco, pero su rostro estaba pétreo.

-Adrián, no entiendo cuál es tu terquedad en seguir con esta venganza- dijo la mujer- estás a punto de perder a la mujer más honorable que he conocido. Es una mujer que cometió muchos errores y los ha pagado con creces y luchado mucho por enmendarlos y salir adelante.

Adrián la miraba muy serio.

-Es una mujer que le gusta andar con la cabeza muy alta a pesar de los embates que la vida le ha dado-Continuo Carmela - Me gusta esa joven y me horroriza de solo pensar que María Jimena se entere de que está preñada de ti. Esa mujer es capaz de hacerle perder el crío solo por hacerte daño a ti...

Adrián apretó los puños. Su madre estaba en lo correcto al describir como era Lorena.

-Mamá, aunque yo quiera suspender todo no puedo- la interrumpió el joven con amargura- es imposible en estos momentos. ¿Acaso crees que no sufro al no poder decir la verdad? ¿Crees que para mí es fácil estar al lado de otra mujer que ni siquiera me atrae solo para protegerla a ella? ¡La amo y si llego a perderla me volvería loco!

-¡Entonces has algo!- le grito Carmela - No quiero ver a esa víbora hacerle daño y tampoco quiero llorar en tu ataúd- comenzó a llorar con angustia- sabes muy bien que ese hombre no se va a detener para hacerte daño.

Carmela llego a un sofá y se sentó vencida por los años y por el dolor que consumía su alma.

-Fueron años de sufrimiento- limpio una lagrima- ese hombre después que vendió a tu hermano, matar a tu padre y apartarte de mí- sollozó - vino a mí y me violaba las veces que deseaba y cuando se hastió, me vendía como mercancía en los mejores bares- ella limpio con furia aquellas lágrimas de debilidad- el muy desgraciado escogía a los cliente...los más violentos...los más sádicos...

Adrián bajo el rostro muy dolido por las palabras de su madre. Ella había vivido una pesadilla.

Durante muchos años él vago por las calle convirtiéndose en un ladronzuelo, mientras la buscaba desesperado, y un día conoció a un buen hombre que lo saco de aquella vida y le dio estudios y una oportunidad para salir adelante.

-Madre, es cuando más deberías entenderme. Quiero que ese maldito pague por todo lo que te hizo, lo que nos hizo- dijo con voz ahogada- pronto todo va a acabar, solo necesito un poco de tiempo, solo un poco más, mamá.

Confusión I. Adrian. Serie Salamina Nº 11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora