Capítulo 16

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En la oficina se encuentran dos hombres muy concentrados haciendo cuentas sobre los negocios que llevan juntos, son negocios que dejan muchas ganancias pero también muchos muertos a su alrededor, y es cuando en esos momentos se abre la puerta bruscamente dejando entrar a Víctor Padilla acompañado de dos hombres corpulentos.

En el rostro del hombre mayor se notan los golpes que tiene, el cual está lleno de morados y su boca sangra copiosamente, su ropa esta toda sucia tanto de sangre como de otras suciedades. La camisa que antes era blanca esta por fuera de la pretina del pantalón y rota por una de sus mangas. El pantalón manchado de barro y en la altura de sus rodillas está roto como si él fuera sido arrastrado por un grueso y frio pavimento.

Víctor Padilla mira furiosamente al hombre que está sentado en el escritorio mientras aprieta los puños, impotente ante aquella inverosímil situación.

El hombre del escritorio que tiene en su cara una cicatriz desde el pómulo hasta el mentón y lo mira con ojos penetrantes muy serio. Sus ojos brillan maliciosos mientras su gesto lo tuerce hacia un lado. No aparta sus ojos al mirar al hombre. Ve en él la desesperación y lo disfruta grandemente.

-Por lo que veo me trajiste mi cuota- comienza a decir de manera burlona. Aquel hombre que esta frente a él solo es un guiñapo de ser- es la cuota que me debes de los dos meses que han pasado- dijo de manera fría y calculada.

-¡Aquí está! - dijo Padilla furioso y arrojó un fajo de billetes al escritorio luego escupió la sangre que tenía en la boca sin importarle manchar la fina alfombra que cubría el suelo de la lujosa oficina- no tenías que enviar a tus gorilas a golpearme.

Kaifán lo miraba y sonrió de oreja a oreja.

-No entiendo cuál es tu ira cuando yo lo único que hice fue ayudarte a salir adelante de todos tus malditos problemas - sonrío malévolo- y mis chicos solo estaban tratando de ayudarte a recordar tus deberes con mis negocios.

El hombre resoplo muy molesto.

-¡Ayudarme! Sí ayudarme. Lo que hiciste fue comprometerme con negocios turbios, negocios del narcotráfico, trata de mujeres y prostitución. ¡Eso no es ninguna ayuda! - Volvió a escupir después de gritar - me enredaste. Me marcaste endeudándome de tal manera que aún no he logrado pagar los dineros que debo para poder salir de tus trampas - dijo Padilla furioso miró con odio al joven que estaba sentado en otra mesa en la cual tenía unos libros abiertos de cuentas- tú y tus malditos hombres son una porquería.

La carcajada de Kaifán lleno toda la habitación y sus ojos cayeron en la figura de Ryan que estaba organizando los libros de cuentas.

-Toma nota hijo mío- le dijo a Ryan que estaba organizando los libros de cuentas - entre más ayudas a los muertos de hambre zarrapastrosos más te quieren morder la mano.

Ryan miró con ojos maliciosos al hombre mayor que estaba al frente de Kaifán y le dijo en un tono de voz que era muy suave pero aterrador.

-Así es padre, cada vez que ayudamos a una persona y salen de sus problemas pronto olvidan y luego no quieren pagar sus deudas solo vienen a morder la mano del amo. Parecen perros rabiosos- ambos reían. Los ojos de Kaifán al mirar al hombre se veían crueles y desalmados.

Padilla al sentirse aún más humillado, sobre de todo de aquel que él consideraba su amigo, giro sobre sus talones y haciendo un esfuerzo sobre humano se dirigió a la puerta, pero la voz fría de Kaifán lo detuvo cuando sostuvo el pomo de la puerta entre sus manos.

-Víctor Padilla, recuerda que en el momento que falles  en pagarme mínimo tres cuotas voy y tomó lo que me pertenece- dijo él de manera mordaz.

Confusión I. Adrian. Serie Salamina Nº 11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora