Capítulo VII: Mansiones, "amigos" y diablos.

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La casa de Damen y Austin era gigantesca, es mas, era una mansión. Con sus tres pisos, cinco baños, cuatro habitaciones, cocina, comedor, living, hall, sala de juegos, terraza y otras salas más, era enorme.

- Pasa, Clara, nuestra mamá debe estar durmiendo.

Mis amigos me dejaron pasar primero y ingrese a aquella casa. Todo se veía confuso ya que al haber tomado estaba un poco perdida, pero la llevaba bien. Austin anunció que iba a recostarse ya que tenía mucho dolor de cabeza, por lo que Damen me acompañó al cuarto de huéspedes, mayormente mi habitación ambulatoria.

Contenía una cama de dos plazas, escritorio, un armario, baño personal y televisión de plasma. Saqué del armario la ropa que siempre dejaba para cuando me quedaba aquí y la coloque en la cama. Me tiré sobre ella por el gran cansancio que sentía. Damen se recostó también. Mantuve mis ojos cerrados y él suspiró.

- Perdoname.- dijo. Aún seguía molesta, pero quizás a causa del alcohol, se me hacia dificultoso seguir molesta.

- Perdonado.- dije calmada.

Él me miró y yo sonreí luego de estirarme. Damen sonrió y luego reí.

- Sabes que te quiero, ¿Verdad?- me dijo riéndose.

- Sí, sí, sí, lo sé. Aunque sé bien que me amas, pero lo sé- su rostro tornó sorpresa-. Caíste.

Su expresión se alivio y eso me hizo pensar.

- Te amo.- dije entre risas.

Simplemente me miró. Estaba ebria, debería estar horripilante y asquerosa, pero él seguía aquí. ¿Qué quería? Entonces me beso. Sus labios eran suaves y dulces y su boca se movía rápidamente, encajando perfectamente con la mía. Se separó de mí para tomar aire y me miró.

- Sólo, no me odies mañana.- dijo.

Y me dejó sola en el medio de la noche.

El sol entró por mis ojos y me quejé.

- Vamos, Clara, dormiste toda la noche, tienes que despertarte.

Abrí los ojos y ví a Austin. ¿Toda la noche? Recordaba el haber salido, el beso en el cuello de Damen, Risk, Isabella se sentía mal y llegar aquí. Lo que pasaba luego, había sido borrado. Pero era normal en mí. Cuando tomaba, al día siguiente olvidaba todo por unas horas y luego lo recordaba. Era simplemente parte de mí.

Le tiré una almohada a mi amigo, la esquivó y me hizo la señal del dedo del medio.

- Arriba, bella durmiente.

Con todo desgano, me levanté.

- Vete al diablo, Austin.- dije con voz ronca.

- Yo también te quiero.- dijo él, llendose. Odiaba despertarme temprano. Esperen, ¿Qué hora era? ¡¿Las 6 de la tarde?! Madre que he dormido.

No me mires que me enamoro. (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora