Esa mañana desperté mal. Me estire y mis huesos sonaron al primer movimiento de la mañana. La luz de las 9 a.m. entraba por mi ventana molestandome los ojos, los cuales frote para intentar despertarme un poco más. Me levante y sentí un repentino mareo por lo que tuve que sostenerme de la cama antes de caer al suelo. Me senté nuevamente y frote mi cabeza. En ese instante, estornudé. Y todo el cuarto se sacudió. Si que estornudaba fuerte.
- ¡Hija! ¿Qué fue eso? - dijo mi mamá entrando sin golpear con ropa de cama.
- Nada, ma, estornude.
- Oh, cariño, ¿No quieres quedarte hoy?
- Tengo dos exámenes. - dije sorbiendo mi nariz.
- Hazlos mañana, no puedes ir así.
Suspiré. Agarre un pañuelo de mi mesa de luz y soné mi nariz. Mi mamá hizo cara de asco.
- Esta bien. Me quedo.
Ella se empezó a ir, pero se detuvo a medio camino y me miró.
- ¿Queres que te traiga el desayuno a la cama? - dijo con dulzura.
Asenti con cara de "soy una pobresita, debes cuidarme."
Se acercó a mí, besó mi frente y sonrió. Luego se fué.
Minutos más tarde, me había traído en una bandeja de madera con manijas en color café mi desayuno favorito: capuchino y mis galletas de chocolate. Comí como si no hubiese comido en semanas y me recoste tomando aire. De repente, escucho que mi celular comienza a sonar.
- Hola, bebe.
- Emily. - dije, sorbiendo nuevamente mi nariz y con voz ronca.
- Auch. Suenas terrible.
- Lo sé. Hoy no iré.
- ¿Bromeas? ¡Hoy ibas a venir a casa! - dijo ella. Escuche ruidos y supe que se estaba maquillando para la escuela.
- Lo siento, ¿Te parece mañana?
- Si. Igual, no soy la única con la quien cancelas planes.
¿Acaso tenía planes y no me enteré? Ahora hasta tengo vida social y ni lo sabía.
- Los profesores. Te van a odiar.- dijo cuando yo no respondía.
Ah, los examenes. No, seguía sin tener vida social.
- Que se recoman en su propia conciencia. Tengo derecho a enfermarme.
- Muy cierto, amiga. Oye, hablamos a la tarde. Tengo que terminar de arreglarme y eso.
- De acuerdo. Adiós.
Emily cortó sin decirme nada y yo suspire. Ya era costumbre que prefiera sus maquillajes a mí. Apagué mi celular, lo coloqué en la mesita, me tape hasta el cuello por el frío del hermoso aire acondicionado que mi madre amaba poner al máximo y cerré los ojos.
Segundos, minutos, horas, años después desperté por el infernal sonido del tono de llamada de Emily.
- Hujolamdlsm... - dije, o mejor dicho, balbusie.
- Buenas tardes, para vos también, dormilona.
- ¿En que año estamos? - dije frotándome los ojos.
- 3456. Ya, Clara, vuelve a la realidad por favor. Tengo cosas, N-O-V-E-D-A-D-E-S que contarte.
- Ah. -aquel que dijera que estaba emocionada, no me conocía.
- Sobre las pruebas...
Emily se pasó los siguientes minutos contandome sobre los exámenes, que les habían tomado y que los profesores no habían notado mi ausencia, cosa que era rarísima. Nuestros profesores odiaban cuando faltabas a una prueba. Una vez le pusieron un uno a un chico por faltar. Ese día estaba un poco histérica que digamos la profesora.
- Bueno, ¿Esa eran las geniales novedades? - dije cuando ya estaba aburrida.
- No, aunque en realidad es una sola.
- Genial. Así puedo dormir más.
- Clara, dormiste todo el día.
- Sh... - dije, haciendo ese tan conocido sonido para que me deje vivir mi vida excluida en paz. -. Ahora dime, ¿Cuál es la noticia?
- Hay un chico nuevo.
¡Wow! ¡Un chico nuevo! ¡Esto me acaba de cambiar la vida! ¡Geniaaaaaal!
Por si no lo notaron, fue sarcasmo.
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No me mires que me enamoro. (Cancelada)
Dla nastolatkówClara era una chica común de 15 años. Leía libros, salía con sus amigas, iba a la escuela secundaria, todo iba bien. Pero llegó un chico rubio, rostro perfecto, ojos como el mar y excesivamente perfecto, tanto que no parecía real. ¿Cuál será el sec...