Capítulo 2

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POV Alba

Me desperté sobresaltada, pero al mirar el móvil me alegré. Era domingo. Me toqué la frente y resoplé. Las 12 del mediodía. Escuché gruñir a Álex a mi lado, debía de haberlo despertado.

-Después de la noche que nos pegamos nos merecemos dormir un poco más... Ven aquí, anda -dijo mientras me cogía de la cintura para acercarme a él.

Empecé a sentirme incómoda, la noche anterior quiso saciar su apetito sexual conmigo, pero yo no conseguía quitarme de la cabeza el rostro de la chica misteriosa. Aun así acabé cediendo. Quién era yo para decirle que no a mi pareja.

Cuando sentí su respiración más pesada supuse que se había quedado dormido y me deshice cuidadosamente de su brazo para levantarme.

Me lavé la cara con agua fría. ¿Qué me estaba pasando?

Pasé todo el día adelantando trabajo, o al menos intentándolo. Me distraía con facilidad. Álex había quedado con sus amigos, como todos los domingos. Sentí un extraño alivio al saber que pasaría parte del día sola. Cuando se hizo de noche empezó a rondarme la cabeza un pensamiento que poco tardó en convertirse en una "buena" idea.

Me arreglé y salí hacia el antro de ayer. Necesitaba saber quién era esa chica como fuera, no podía quitármela de la cabeza.

Mientras caminaba por la calle mirando el móvil choqué con alguien. Se me cayó al suelo y al ir a cogerlo vi ese tatuaje. Alcé la mirada y la vi sonriéndome.

-¿Qué hace una señorita como tú por aquí? -me preguntó con su típico tono irónico mientras me extendía el móvil.

-Eh... Pues... Dar un paseo -balbuceé por segunda vez en su presencia.

-¿Con esos tacones? -dio un repaso a mi figura y me empezaron a arder las mejillas.

-A dar un paseo... para ir a ver a una amiga -mentí otra vez.

-Tiene que ser una muy buena amiga -rio y mi mirada quedó fija en su sonrisa. A la luz de la calle sus facciones se remarcaban aún más que en el antro.

-Sí, nos conocemos desde siempre -estaba entrando en un bucle de mentiras que no podía acabar bien-. ¿Y tú? ¿A dónde ibas? -intenté desviar el tema.

-A mi casa, acabo de terminar mi turno en el pub.

Noté una vibración en las manos y vi que me estaba llamando Álex. Hice un gesto de disculpa a la joven y lo cogí.

-¿Álex?

-¿Se puede saber dónde estás, Alba?

-He salido a dar una vuelta para tomar el aire, en nada estoy en casa.

-¿Sola? Ven cuanto antes, anda, que tengo hambre.

Y colgó.

Justo en ese instante un flash me cegó.

-¿Qué haces? -pregunté sorprendida.

-Una foto -sonrió mientras salía la propia foto de la cámara-. El juego de las luces nocturnas y tu cara era perfecto.

-Pensaba que ya no sé vendían cámaras de esas -intenté aguantarme la risa.

-Te sorprendería saber lo que aún se sigue vendiendo... Mira -dijo enseñándole la foto.

Realmente era un placer visual, mi cara tenía reflejos de los colores de los semáforos y de las farolas de la calle. Rojo, amarillo... Incluso los faros de los coches aparecían por detrás y daban un toque futurista a la foto. Entonces, de repente, la guardó en su bolsillo.

-Ya que tienes una foto mía podrías decirme al menos cómo te llamas -dije, divertida.

Vi cómo se lo pensaba.

-Natalia. Para servirla -hizo una reverencia.

-Vale... Yo soy Alba -me presenté entre risas.

Noté otra vibración del móvil.

-Creo que tengo que irme... Pero me alegro de haberme encontrado contigo, Natalia.

-Cuando usted guste.

Dudé antes de decirlo:

-¿Podemos vernos otra vez? -me arrepentí al instante de mi atrevimiento.

-Déjame el móvil un momento.

Se lo di y vi cómo escribía en él.

Cuando me lo devolvió tenía su número guardado y no pude evitar sonreír.

-Gracias -dije con voz de niña inocente.

-A ti -intentó mostrar una indiferencia a la vista fingida-. Y ahora ve a socorrer a tu príncipe en apuros -ahora sí soltó una risita.






No puedo enamorarme sin ti | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora