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—Niklaus Mikaelson, ¿cuántas veces tengo que decirte esto?— gritaste, corriendo desde la cocina hacia la sala de estar y casi chocando con Klaus.
—¿Qué pasa con todo el alboroto, amor? ¿Qué he hecho ahora?— Klaus camina hacia el pasillo, sin nada más que una toalla alrededor de su cintura.
—¿Qué has hecho?— coges su mano y lo llevas a la cocina mientras él agarra la toalla.
—Amor, si esta toalla cae, no la recogeré— Klaus presiona su cara contra tu cabeza y tú te alejas, señalando el desorden en el piso.
—Klaus, ¿qué es esto?— lo dejas ir y cruzas los brazos sobre el pecho.
—Oh, esto— se ríe, sin vergüenza por la vista ante él. —Tus amiguitos se despertarán antes de que te des cuenta. Ah, y esas otras chicas todavía están vivas... creo—
—¿¡¿CREES?!?— corres hacia esas chicas y presionas tus dedos contra su cuello. —Maldita sea, Nik. Están muertas—
—¿Ups?— se encoge de hombros y toma una botella de agua. —Este trato de no humanidad es genial—
—Mira, Niklaus. Sé que esta es la primera vez que apagas tu humanidad, ¡pero debes dejar de dejar cadáveres en mi cocina! ¡Por favor!— suspiras, mirando a Klaus con el ceño fruncido.
—Sabes que esto es todo culpa tuya, ¿verdad?— él levanta las cejas y tú maldices por lo bajo.
—Sí, lo sé, Nik, pero...—
—¡Sin peros! Apagué mi humanidad porque me dejaste. Me diste la espalda cuando te necesitaba— se encoge de hombros y te mira sin pedir disculpas.
—¡No tenía elección!— gritas, caminando hacia el hombre que una vez amaste. —Tuve que alejarme de ti. Prácticamente pusiste a Kol en su cama de muerte. Si puedes hacer eso con tu propia carne y sangre, ¿cómo puedo saber que no me harías eso? ¡Kol estaba tratando de hacer las cosas bien! ¡ÉL MURIÓ POR TI, POR TU FAMILIA! ¡MURIÓ POR HOPE, NIKLAUS!—
—¡MI HERMANO SERÁ VENGADO!— Klaus tira la botella de agua, rompiendo una ventana en el proceso. —Voy a vengar a mi hermano, no tienes que preocuparte por eso—
—No puedes vengar a Kol de esta manera. No puedes vengarlo si lo único que haces es arrojar gente muerta al piso de mi cocina. Tal vez necesitas dejarme ir para vengar a Kol. Puedes trazar tu venganza sobre mí después, no me importa Klaus— te encoges de hombros, finalmente conociendo las especificaciones de oro de Klaus. —Encuentra la manera de traer de vuelta a Kol y hacer las cosas bien. Y luego ustedes dos pueden trazar formas de deshacerse de mí—
—¿Qué acabas de decir?— susurra Klaus, entrecerrando los ojos mientras se acerca a ti.
—Dije que trajera a Kol de vuelta y planeara maneras de deshacerte de mí. Trabajaré en torno a tus planes asesinos, con un juego de palabras— dejaste escapar una risita ligera, incapaz de encontrar la mirada oscura de Klaus.
—¿Crees que te mataría? ¿Que deje que Kol te mate o que él me deje? ¿Estás fuera de tu mente?— su voz es más baja que antes, enviando escalofríos por tu espina dorsal.
—Todo lo que estoy diciendo es que preferiría que eso suceda, en lugar de que te lamentes así. Lo siento, por haberme ido. Lamento no haber estado allí para ti, pero no soy importante en este momento. Kol es...—
—¿Cómo puedes decir eso?– maldice Klaus en voz baja y se pasa una mano por la cara. —Te amo, ____. ¡Es por eso que estoy tan colgado de ti! Por eso me dolió tanto cuando te fuiste. Por eso duele cuando crees que participé en la muerte de Kol. Nunca mataría a mis hermanos. Tú lo sabes.
Lo miraste fijamente, sin saber qué decir o cómo reaccionar después de la pequeña confesión de Klaus. Él inclina la cabeza para enfrentarte, con un mar de confusión en sus ojos.
—Te amo— susurra de nuevo y ves que el cambio de la humanidad vuelve a encenderse, un suspiro de alivio saliendo de tus labios. —____, yo lo sien... lo siento mucho por el desastre. Lo limpiaré, prome...—
—Oye, oye— susurras y caminas hacia Klaus, tomando suavemente su rostro y obligándolo a mirarte a los ojos. —Me alegra que hayas vuelto—
—¿De verdad?— susurra, una sonrisa pícara formándose en su rostro.
—En serio— te ríes y presionas tus labios contra los suyos brevemente. —Te amo—
