Eiji siempre se había caracterizado por ayudar a los demás en sus momentos más duros. Él era la chlase de persona que podía dejar de lado su dolor solo para aminorar el de los demás.
Era alguien dispuesto a escuchar las preocupaciones de cualquiera. Pero, ¿quien podría escuchar y ayudarlo en este momento?
Después de enterarse de la muerte de Ash, se encerró en su habitación para llorar y gritar todo lo que debía. Esto le llevó cuatro horas, en las que su hermanita no lograba dejar de esconder su cabeza entre la cama. No podía soportar escuchar a una persona tan especial para ella sufrir de esa manera.
Nadie sabía qué hacer. Los padres del chico decidieron darle su espacio; solo le llevaba comida a su habitación e intentaban hablar con él, sin obtener nada más que una sonrisa triste y un "no se preocupen, estoy bien".
Tres días después, cuando Eiji pudo pensar con un poco más de claridad, trató de acomodar sus ideas.
En primer lugar, Ash estaba muerto, él sabía que no podía hacer nada para cambiar eso, entonces, ¿qué era lo que no había dejado de molestar?
Y en un momento, al fin lo tuvo: su corazón no dejaba de apretar contra su pecho porque no pudo ni siquiera ver el cadáver de su mejor amigo.
No tenía suficientes ahorros como para costearse un boleto a América, y tampoco tenía la suficiente energía emocional para pedirle ayuda a sus padres con eso.
Se sentía inútil por no poder hablar, debería contactar con alguno de sus amigos del otro lado del mundo. Debería compartir su dolor con alguien, pero por otro lado, sentía que nadie podría entenderlo.
Además, ¿por qué no había recibido ningún mensaje durante estos días? Eiji no pensó mucho esto último, pero la verdad era que todos sabían que, más que nadie, él estaba sumido en una depresión enorme.
Después de todo esto, tuvieron que pasar tres días más para que el chico pudiera salir de su habitación.
En ese momento, toda la familia se encontraba desayunando, ya acostumbrados al silencio, cuando escucharon el sonido de la puerta del cuarto de Eiji abrirse. Como este contaba con un baño, no había tenido que abandonarlo desde hace una semana, así que en realidad era la primera vez que veía luz en un tiempo.
No podían creerlo, tuvieron que dejar lo que hacían para mirarse entre ellos con nerviosismo.
El joven bajó las escaleras lentamente, y cuando estuvo en el primer piso, miró a su familia, y sonrió.
—Hola...
No pudo seguir hablando, ya que se soltó a llorar una vez más, y nadie dijo nada, solo se abrazaron.
Todos comprendían la situación, no había hecho falta explicar, sabían lo que el otro chico significaba para Eiji, y no hicieron más que apoyarlo.
Decidieron que lo mejor era llevar al chico a terapia con un psicólogo, para que pudiera sobrellevar su depresión y los traumas de Nueva York. También estuvieron muy pendientes de su progreso, y esto ayudó mucho a Eiji, y lo hizo entender que era lo mismo que había sentido Ash al conocerlo.
Y así pasaron dos meses. El joven empezaba a sentir que el mundo retomaba su color original, y aprendió a recordar con amor todos los momentos con el americano, en lugar de con dolor.
Había progreso. Uno lento pero lo había, hasta un viernes en la mañana. Cuando nada volvió a tener sentido de nuevo.
•
—Hey, no quiero usar esto.
—Pues si quieres ser descubierto, usa algo más.
Max había planeado perfectamente los últimos tres días. Tuvo que conseguir un boleto de ida a Japón y un hotel cerca de la ciudad de Eiji donde pudiera quedarse el rubio.
En realidad, todo iba de maravilla. Todos estaban demasiado ocupados con sus propios asuntos como para poner atención de lo que estaba haciendo, solo el pequeño Sing preguntaba cada cierto tiempo si no había alguna novedad del japonés. Siempre mencionaba lo preocupado que estaba, pero no se atrevía a contactarse con él.
Lo malo de las mafias es que podían estar en cualquier parte, ahí donde menos te lo imagines, y siempre podría haber alguien que reconociera a Ash, por eso parte del plan era disfrazarlo de tal manera que pudiera pasar como un turista cualquiera.
Tuvo que dejarse crecer el cabello y peinarlo en una cola de caballo, usar lentes de sol, un sombrero con estampado hawaiano y una playera de tirantes negra.
Sin duda, ese fue uno de los peores días de su vida.
—Vamos, no te ves tan mal— trataba de decir Max, pero muchas risas lograban escaparse.
—¡Cállate!— se sonrojó Ash y volteó la mirada —. Es una suerte que nunca tenga que volver a verte.
Pero estaba mintiendo, y los dos lo sabían, por lo que sólo compartieron una sonrisa.
—Tu vuelo sale en una hora, deberías pasar de una vez.
—Está bien.
Por un momento no supieron qué hacer, no se les ocurrió alguna manera de despedirse.
—Gracias por todo, viejo— dijo Ash por lo bajo —. Creo que puedo mandar un mensaje cuando llegue.
—Eso me gustaría— rió el otro —. Por favor, saluda a Eiji de mi parte.
—Claro.
Y con un apretón de manos, los dos se dijeron "adiós".
Mientras el joven pasaba pasaba a la sala de espera, pensó en los recuerdos tan horribles que dejaba atrás. No se arrepentía de nada, sabía que lo único que valía la pena en el mundo lo estaba esperando al otro lado del mundo, y eso le bastaba. Pero no podía evitar pensar en cómo reaccionaría Eiji... después de enterarse de su muerte, ¿cómo la estará pasando?, ¿le molestará saber que no esté muerto?
Ash tuvo que soltar una risa ante esta última idea.
No sabía lo que le aguardaba, pero cada vez estaba más ansioso. No podría ser tan malo, ¡Seguro se alegraba!
En fin, una vez sentado en su asiento, sacó la última carta que el japonés le había escrito. Aún tenía manchas de sangre y tinta corrida por sus lágrimas.
Eso era lo único que importaba, era la única muestra verdadera de amor que había sentido alguna vez, y pensó en que podría soportar lo que fuera si Eiji lo esperaba del otro lado.
Y el avión despegó.
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¡Muchas gracias a todos por leer y votar! Me motiva a seguir con esta historia, y me emociona mucho que haya personas a las que les gusta tanto como a mi.
Por cierto, prometo que el siguiente capítulo será largo y dramático. ¡Espérenlo!
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Segundo Amanecer [Banana Fish]
RomansaDespués de la pelea con Lao, Ash pudo tener la fuerza necesaria para sobrevivir y armar un plan para salir del mapa de todos. Su único objetivo es regresar con el amor de su vida: Eiji. El ex pandillero tendrá que salir de Estados Unidos lo más pro...