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DongHyuck seguía triste.

La abuelita Jung, quien vivía sola en un departamento de abajo, no había ido a dejar comida ese día.

—Seguramente lo olvidó —dijo, mirando las gotas de lluvia impactar contra el cristal de la ventana. Mark solía decir que la mujer olvidaba las cosas cuando no tomaba su medicación o cuando hacía maratón de su novela favorita.

Mark, como un favor especial, le había pedido a la abuelita Jung que alimentara a DongHyuck mientras él estuviera de viaje. Ella aceptó gustosa, el pequeño híbrido era extremadamente tierno con su esponjosa colita moviéndose de un lado al otro.

DongHyuck disfrutaba del sabor de la comida de la abuelita Jung, incluso más de lo que disfrutaba de la comida de su dueño. No es que Makku fuera mal cocinero... bueno... Solo un poco. Aunque fuera un cachorro, estaba completamente seguro que la comida no debía de estar de un color casi negro, un molesto olor a quemado y espeso humo que irritaba su nariz.

Pero, sin la presencia de Mark, DongHyuck ya extrañaba su comida quemada y deshabrida.

Por ahora tenía que conformarse con una pobre lata de atún. Ewww, ¡no era un gato!

¡Regresa a casa, tonto dueño! •MarkHyuck•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora