¡Regresa a casa, tonto dueño! •MarkHyuck•

07

Mark ahogó un gritito de emoción mientras se acercaba a la puerta del departamento. Arrastraba la gran maleta verde con cuidado, debía ser extremadamente silencioso si no quería ser descubierto por las sensibles orejitas del Hyuck. Metió la llave dorada a la perilla y la giró con delicadeza, sin embargo pronto escuchó fuertes y rápidos pasos descalzos caminar por el pasillo.

Tan solo unos microsegundos de abrir la puerta de madera ya tenía a DongHyuck colgado de su torzo, dejando besitos húmedos en todo su rostro. El canadiense sonrió, su corazón palpitó acelerado.

— Ya estoy en casa, Cachorro.

— Te extrañé, te extrañé muchísimo —se quejó el castaño con voz aguda y lágrimas inundando sus ojitos oscuros.

— Yo también te extrañe mucho, Hyuck —murmuró contra su cabello, su respiración impactando con las orejitas de Hyuck. Mark avanzó lentamente, intentando mantener el balance, una mano sosteniendo al menor y la otra jalando la pesada maleta. Cuándo por fin lo logró, cerró la puerta y se dirigió al sofa en donde se sentó con DongHyuck sobre su regazo.

— Makku, no creerás todo lo que pasó mientras no estabas ¡La señora Jung olvidó darme de comer dos veces! Pero había una fea lata de atún en la alacena y tuve que subirme a una silla para alcanzarla, por accidente rompí la licuadora, perdón por eso. Estaba muy solito, bueno Jeno me visitó muchas veces y RenJun también pero no es lo mismo, nunca te vuelvas a ir —dijo energéticamente, su colita moviéndose de un lado al otro y la mejilla recargada en el hombro del pelinegro, quien limpiaba el rastro de lágrimas de su rostro y escuchaba atentamente cada palabra que salía de esos labios rojizos.

— ¿Qué le pasó a la licuadora?... Bueno, ya no importa. Lamento haberte tenido que dejar solito tanto tiempo, Hyuckiee. Te amo, me hiciste falta. No había ninguna pulguita saltando en toda la habitación y buscando llamar mi atención.

— Soy un perrito, no una pulga —corrigió con indignación pero lo dejó pasar—. No me dejaras solo nunca más, ¿Verdad, bobo Makku?

— Nope, Hyuck.

— Bien, ahora dame un besito de recompensa.

Fin