¡Regresa a casa, tonto dueño! •MarkHyuck•

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—I can hardly stand the sight of it all. I can hardly stand the sound of it all —cantó con el control remoto como micrófono y la colita moviéndose emocionada al ritmo de su canción favorita.

Mark le había ayudado a aprender la letra y pronunciar bien las palabras, fue un proceso largo y complicado en donde se quejó con pucheritos y agudos chillidos, pero finalmente logró hacerlo y cantar en dúo con su dueño.

Era una manera positiva de distraerse sin salir de casa.

Se balanceó con la música, una sonrisa sincera se dibujó en sus labios e imaginó a Mark sentado en su viejo sillón favorito, observándolo con diversión y aplaudiendo ante su loca presentación. Su fan número uno.

En medio de su parte favorita el teléfono comenzó a sonar. Soltó un bufido y puso pausa al vídeo. Dejó el micrófono/control en la mesita para café que casi rompía minutos antes y caminó hacía él molesto aparato que lastimaba sus orejitas con su insistencia en sonar.

— ¿Hola? —contestó con voz suave, ocultando su ansiedad de colgar y seguir con su concierto por varias horas más.

— Hola, Hyuck —su respiración se detuvo al escuchar la preciosa voz de su dueño. Comenzó a ladrar y gemir emocionado, su colita cobro vida y sus orejitas se aplastaron contra su cabeza—. Tranquilo, cachorro. Te extraño mucho.

— ¡Makku! Yo también te extraño, juro que no he roto nada. La casa sigue limpia... Relativamente. Y no me he acabado la dotación mensual de galletas.

— Bien, quería saber cómo estabas. Es tan extraño no tenerte aquí, molestando y saltando por todos lados.

— ¡Hey!

— Es broma. Uh, pero espero volver pronto a casa.

— No esperes, solo vuelve. Deja tu trabajo.

— Tengo que trabajar para seguir comprando comida.

— Oh, en ese caso, trabaja un poco más y vuelve prontito —la risa de Mark resonó con fuerza y el corazón de DongHyuck se aceleró, definitivamente ese sonido tenía que estar catalogado como uno de los mejores.

— Nos vemos, Hyuckiee.

— Te quiero, bobo dueño. Adiós.