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Mordió su labio inferior con fuerza y soltó un gemido lastimero. Sus orejas cayeron a los costados de su cabeza y su colita dejó de moverse.

Entre sus manos temblorosas sostenía una fotografía hermosa. En ella aparecía Mark, sonriendo dulcemente a la camara y abrazándolo tímidamente por la espalda. Fue tomada el día en que Mark lo adopto.

Recordaba con felicidad ese día. Llevaba varías semanas en el centro de adopción, jugueteaba con un peluche y sus orejitas se pusieron alertas al escuchar a alguien entrar en la sala. Levantó la mirada y olfateó, en busca de nuevos olores. Entonces lo vió, un humano con ojos brillantes caminaba por los pasillos, observando con curiosidad a todos los híbridos y deslumbrando con su inocencia.

El corazón de DongHyuck comenzó a latir emocionado y se movió impaciente hoy podía ser el gran día, obtener un dueño, una familia que lo amara con toda su alma y acariciara sus orejitas. Mark se detuvo varías veces, una en el área de felinos y otra en la de los roedores. Desesperado y con el pánico apoderándose de su cuerpo al ver al chico acariciar con ternura una linda hibrida, DongHyuck ladró con fuerza y llamó su atención.

Sus miradas se encontraron y el castaño movió su colita frenéticamente. Mark se acercó dudoso y le regaló la sonrisa más hermosa del universo entero.

— Hola, soy Mark.

Dejó el marco en su lugar y cerró los ojos con fuerza.

¡Regresa a casa, tonto dueño! •MarkHyuck•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora