Ojos color miel, idénticos a los de Shawn, risos color marrón claro más semejantes a los míos, pero una honda en forma de S exactamente igual a la de él que caía por su sien. Pestañas largas y abundantes, una risa armoniosa y unos hermosos labios color rosa. Así era mi hija, nuestra obra de arte.
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Las semanas pasaban como si de segundos se tratasen.
Una semana, dos semanas, tres semanas, cuatro semanas, ¡Giuliana cumple un mes! Un mes, dos meses, tres meses y así hasta pasar un año.
Nuestra pequeña ya sabía caminar lo había aprendido a los once meses y medio, estaba realmente sorprendida con la capacidad de aprendizaje que Giuliana tenía. Porque a pesar de tener tan solo un añito sabía decir me palabras.
— ¡Papá! — Gritó mientras corría hacia él tratando de no tropezarse. Los intentos fueron nulos ya que a pocos centímetros de Shawn cayó al suelo. Ella se largó a llorar
— ¡Opa! — Dijo Shawn ayudándola a levantarse — Está bien, está bien. Solo fue un rasponsito — Tomó a Giuliana entre sus brazos y se sentó con ella en su regazo. Limpió con un trapito húmedo el raspón y luego trató de calmarla — Tranquila, ¿Ves? No pasó nada — La abrazó, ella dejó de llorar — Así fue como conocí a mami — Le dijo acomodando la honda que caía al costado de su sien en forma de S — Tu mami pesó que era un hombre tonto — Reí desde la cocina al escuchar lo que Shawn decía — ¿Pero te cuento una cosa? No le digas nada, pero me caí intencionalmente para así poder estar a sus pies — Me asomé por la puerta y lo miré extrañada. Él al verme comenzó a reír.
Alguien golpeó la puerta, miré a Shawn con extravío. Él se acercó a mí y me entregó a Giuliana — Yo voy, escondanse en la cocina — Dijo rápidamente.
Desde el nacimiento de Giuliana nos habíamos puesto paranoicos. Nunca nadie había venido a casa a no ser por Maite y, obviamente, Brian.
— ¿Quién es? — Preguntó Shawn desde la puerta. Miró por la mirilla de la puerta y se quedó mudo mirando a través de la mirilla.
Volvieron a golpear la puerta y Shawn cobró conciencia. Abrió el pestillo y destrabó todas las cerraduras. La puerta se abrió, Shawn comenzó a reír y abrazó a alguien. Con curiosidad asomé mi cabeza por la puerta, y ahí estaban. Mis amigas.
Salí de la cocina, las lágrimas corrían por mis mejillas, hacía dos años que no las veía. Shawn las estaba abrazando. Giuliana comenzó a llorar y todas posaron su mirada en mí.
Corrieron hasta mí y al verme con la bebé comenzaron a llorar — No me jodan que son papás — Dijo Agustina mirándonos.
Asentimos con la cabeza y nos abrazaron. Milagros tomó primero a Giuliana — Es igual a ti, Shawn. Pero tiene tu nariz, Astrid — Dijo entre lágrimas.
— Yo quería que salga con los ojos de Astrid. Negros como la noche — Dijo Shawn. Yo negué.
— Las extrañé tanto — Las abracé una por una — ¿Qué hacen aquí?, ¿Cómo nos encontraron? — Pregunté recordando la situación.
— Es una larga historia — Dijo Rocío — Desde que su ADN fuera encontrado en aquella cabaña y que los acusaran de asesinos hicimos todo lo posible para encontrarlos. Siempre supimos que no lo hicieron adrede. Pero parte de la justicia no cree lo mismo — Tomó mi mano — Siempre salíamos a defenderlos y al otro día nuestras casas aparecían llenas de huevos y papales al rededor de esta. Allanaron nuestras casas, así como las de ustedes. Un día conseguíamos el número de uno de los amigos de Shawn. Brian. Quién nos dijo que los podíamos encontrar aquí. Tranquilos no diremos nada a nadie. — Asentí con la cabeza.
— ¿Cómo se llama esta bebé hermosa? — Preguntó Agustina jugando con nuestra hija.
— Giuliana — Dijo Shawn
— ¿Giuliana? — Dijeron unísono.
— Sí, es una larga historia. No importa — Reí y abracé a Shawn.
— Veo que ya no son agua y aceite — Dijo Milagros.
Nos miramos y nos besamos — Me casaría con ella y tendría otros mil hijos — Dijo Shawn. Yo lo miré desde abajo.
— Siempre supimos que se amaban — Dijo Agustina con Giuliana en los abrazos.
— Los que se pelean se aman — rió Rocío.
— Ah, tengo algo para ustedes — Dijo Milagros saliendo de la casa.
Segundos después volvió con un caníl. Con Shawn nos miramos extrañados. Milagros dejó el caníl en suelo y lo abrió. Un pequeño maullido me dio a entender de qué se trataba.
Corrí hacia el caníl y me arrodillé frente a él. La cabeza de Darling se asomó y al verme corrió a frotar su cuerpo contra el mío. Era la primera vez que lo hacía, generalmente se lo hacía a Shawn. Comencé a llorar y a abrazar a la gata. Shawn se acercó a mí e hizo lo mismo.
— Gracias — Musité.
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Nos quedamos hablando y comiendo por un largo rato.
— Tenemos que contarles algo — Sabía de lo que hablaban — Chloe... — Shawn la detuvo.
— Ya sabemos — Una lágrima silenciosa cayó en la mejilla de Giuliana quién se había quedado dormida en mis brazos.
— Se que no les a de gustar hablar sobre esto, pero... ¿Por qué lo hicieron? A lo de la cabaña. ¿Y cómo saben lo de Chloe? — Preguntó Rocío.
Tragué duro, Shawn habló — Nos habían secuestrado, suena extraño, lo sé, pero todo fue mi culpa, la culpa de mí maldito padre. Ahí vimos a Chloe — Hizo una pausa — Lo siento — Se disculpó — Logramos escapar y robamos un auto para escapar de los matones. La casa era segura, pero no lo suficiente, entonces volvieron por nosotros, a terminar lo que habían empezado. Así que ese hombre trató de matarnos, pero el arma se disparó, en parte fue intencional, aquél hombre estaba hiriendo a Astrid, no lo iba a permitir, ya nos había lastimado, le quebró un brazo y la apuñaló — Suspiré con la vista en el suelo — Fue en defensa, saben que no seríamos capaces de hacer algo así — Dijo. Todas asintieron.
— Yo lo sabía — Dijo Milagros — No podía ser por otra cosa. Ustedes no matarían ni a una mosca — Le dio un sorbo a su taza.
En mi mente pequeños fragmentos de la muerte del hombre que nos había venido a robar comenzaron a aparecer en mi cabeza como una película de horror. Comencé a llorar. Le entregué la beba aún dormida a Shawn y subí corrieron las escaleras.
— Este tema le afecta mucho, nunca hablamos de ello — Dijo Shawn antes de subir a consolarme.
La puerta se abrió dejándome ver la figura de Shawn entrando por esta. Yo estaba acurrucada a un costado de la cama, llorando. Él se acostó a mí lado y me abrazó.
— Tranquila — Dijo sobando mi hombro — Todo va a estar bien — Volvió a decir.
— ¡¿QUIERES DEJAR DE DECIR QUE TODO VA A ESTAR BIEN CUANDO TODOS SABEMOS QUE NO!? ¡NOS CONSIDERAN ASESINOS, Y LO SOMOS!, ¡¿QUE PUEDE ESTAR BIEN DE ESO!? — Le grité, me sentí mal al hacerlo.
— Nos tenemos el uno al otro, saldremos de esta — Su armonía de llamaba la atención. No mostró ni un signo de alteración — Te amo, Astrid. Créeme, si lo digo una y otra vez es por algo — Giró mi rostro para que quede frente con el de él — Y deja de llorar que están tus amigas abajo, aprovecha que no vendrán muy seguido — Limpió mis lágrimas y me ayudó a levantarme.
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Las chicas se fueron a eso de la medianoche.
Shawn dejó a Giuliana en su cuna antes de acostarse a mi lado. Su respiración hacía que algunos de mis cabellos subieran y bajaran.
Gracias por todo lo que me diste, cariño.
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CRIME SCENE [SM]
Fanfiction- SHAWN, ¿¡QUÉ HAS HECHO!? - Grité aterrorizada. - No lo sé - dijo luego de unos segundos con los ojos cristalizados mirando sus grandes manos cubiertas de sangre. ⚠️ No apto para personas sensibles.