Levantarse

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Steve fue un hombre de mañana. Debido a los trabajos de sus padres, se acostumbro a levantarse desde muy temprano en la mañana y está costumbre suya se arraigo aún más en él cuando entro en el ejército.

Por eso era raro no encontrar a Steve despierto después de las seis de la mañana.

El tiempo en general para Steve siempre había Sido una sucesión de eventos estructurados en un horario. Levantarse, aseasrse, organizar todo, desayunar, entrenar, ir a reuniones, ir a misiones, etc...

Pero, desde que Tony había entrado en su vida, las cosas habían cambiado. Todo cambiaba con el pasar de los días, no había el estrés del "que vendrá" y a pesar de que seguía planificando la mayoría de las cosas, ya todo no están mecánico y aburrido como lo fue antes.

Una de esas cosas que había cambiado era su forma de levantarse. Antes, al levantarse, se encontraba solo, acompañado únicamente por los recuerdos de sus seres queridos y compañeros que ya no estaban con él, él ya sabía por lo que esperar cada amanecer, pero ahora, levantarse había adquirido un nuevo valor. El levantarse significa amanecer rodeado del calor de unos fuertes brazos que se negaban a dejarlo ir, significaba empezar de nuevo, una hoja en blanco lista para llenar de color. Un lugar donde todo estaba organizando, pero no sucedía como estaba planeado.

Y, como si fuera poco, recibía el más hermoso espectáculo que hubiese tenido la oportunidad de ver.

Al despertarse, siempre encontraba el calor de alguien a su lado o en su defecto rodeándolo en un poderoso abrazo, se trataba de Tony, su Tony. Observaba con fascinación como su rostro rejuvenecia unos cuantos años, como abandonaba toda esa tensión que acumulaba a diario y como se veía tan tranquilo, contrario a su actitud enérgica y ruidosa.

También observaba los detalles, como el perfecto corte de su barba, las arrugas en la esquina de sus ojos, sus espesas y oscuras pestañas descansando suavemente sobre sus pómulos, su piel canela, suave al tacto, las pequeñas y casi invisibles cicatrices que tenía en su rostro, producto de años de lucha y de su experiencia.

En ese momento, las manos de artista de Steve picaban por capturar la imagen en lápiz y papel, y sus propios deseos le invitaban a llevar sus dedos hasta el rostro durmiente del castaño y recorrerlo lentamente para descubrir detalles que haya podido pasar por alto, aunque aquél rostro lo tenía grabado a fuego en su memoria y conocía absolutamente todos sus detalles.

Y era en esos momentos de tranquilidad y completa calma, los que Steve aprovechaba para besar casta e inocentemente al castaño, despertandolo en el proceso.

Ahí ocurría lo más maravilloso de su mañana, el ver a Tony abrir los ojos y ver esa mirada castaña llena de brillo. Una sonrisa se dibujaba en los labios de Steve al ser espectador de aquel hecho y está se agrandaba mucho más al escuchar al castaño murmurarle con cariño "buenos días, Steve" con la voz ronca y llena de sueño.

Sin duda, su forma de levantarse había cambiado, pero, no se arrepentía de nada, y menos si tenía la dicha de disfrutar de tan sublime suceso, que, aunque simple para todos, era sumamente significativo para él.

A veces se preguntaba que había hecho para merecer a Tony, y aún sin la respuesta a esa pregunta, agradecía a la coincidencia afortunada que lo puso en su camino.

Steve Y TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora