III

52 3 0
                                    

-Buenos días Gabriel, ¿qué tal ayer? Me di cuenta que te dio tiempo a todo y, además, estaba muy limpio. -tras una carcajada, Thais añadió: -Perdona pero revisé la sala siete y vi que lo hiciste muy bien. ¡Buen trabajo! -
Gabriel miró a Thais y le echó una sonrisilla, lo máximo que su rostro podía mover a las 7:00 de la mañana, con el cielo oscuro aún, y con un viento helado que solo le recordaba lo caliente que estaba su cama. Se disponían a entrar por la puerta de servicio, y es que Thais siempre era la primera en llegar pero no entraba hasta que no viniera algún compañero. Esta compañera era una chica bajita, de pelo corto, nariz aguileña, dientes entrelazados, de andares altivos y con un carácter un tanto extraño que rozaba la bipolaridad, clasificaba a sus compañeros según pensaran o no como ella. Gabriel no tardaría en meterse en uno de esos grupos, pues Thais tenía preparada una jugada para clasificarlo como amigo o como enemigo.
Mientras entraban hacia el cuarto de la limpieza, Thais le preguntó a Gabriel qué pensaba sobre la gestación subrogada, a lo que le contestó, dirigiéndose hacia la cabina, que no estaba en contra, pero que era un tema complicado por ciertos matices. Y antes de que le diese tiempo a contestar cualquier cosa a Thais, Gabriel se adentró en la planta de arriba para encender las luces. Thais no supo qué pensar con esa respuesta a medias, y no conformándose, esperaría a que bajara de la cabina para seguir con el tema. Entre tanto, Gabriel murmullaba entre dientes lo impertinente que podía llegar a ser aquella chica con sus temas de debate que te hacían posicionarte o en su bando o en el contrario de por vida.
Al entrar en la cabina encendió las luces del primer pasillo y comenzó a presionar cada uno de los botones que iluminaban las salas 7, 8, 9, 10 y 11. Comprobando que todas cumplían con su función, excepto aquellas que seguían apagadas sin que el chico de mantenimiento cambiara su bombilla; Gabriel tocó el interruptor del pasillo dos, donde se encontraban las máquinas de las salas 13, 14, 15, 1 y 2. Empezó a darle a los botones y a comprobar mirando por la ventanilla que todo marchaba según lo previsto. Sala 13, ya con miedo, tembloroso y pensando en todo lo que le había pasado con anterioridad en esa sala, Gabriel quiso echar un vistazo rápido. Todo estaba igual, ningún percance, hasta que se dispuso a presionar el último botón de la sala 1, entonces oyó un grito y un ruido como si alguien se estuviese cayendo por las escaleras metálicas contrarias a las que él usaba. Gabriel se asustó y quiso abrir la puerta pero estaba cerrada con llave, intentó forzarla sin resultado, así que echó a correr por el pasillo en dirección a la otra puerta, bajó de la cabina y empezó a llamar a Thais entre gritos y jadeos. Esta salió del almacén de la cafetería asustada y antes que pudiera preguntar qué le pasaba, Gabriel le dijo: -¡Alguien se ha caído por las otras escaleras! Pensaba que habías sido tú - jadeaba cada vez más deprisa, notaba como el corazón se le iba a salir por la boca.
- ¿Yo? Si no me he movido de aquí y las chicas aún no han llegado.- extrañada y un poco asustada por no conocer a su compañero, llegó a pensar si es que era un paranoico. -¿Estás seguro de haber oído un grito? Tal vez fuesen las máquinas de proyección.
Gabriel, cada vez más desconcertado, intentando coger aire, tuvo que apoyar sus brazos sobre sus rodillas para no caer -No estoy loco, sé lo que he oído y he bajado pensando en que podías haber sido tú. Pero ahora ya no sé quién ha podido ser. En todo caso, deberíamos mirar porque la puerta está cerrada y puede que alguien necesite ayuda. -Gabriel dijo esto del tirón, sin pensar, recapacitando que tal vez no sería tan buena idea volver allí arriba a comprobar lo que había pasado.
Thais se dispuso a ir con él hacia la cabina contestándole un escueto "Está bien, vamos a ver", y de repente aparecieron Paloma y Sara. Thais creyó que habían llegado en el mejor momento, tras explicarles lo ocurrido, se dispusieron los cuatro a subir a la cabina.
Pero, esperad, un momento ¿por qué todo esto le estaba pasando a Gabriel? ¿A ninguna en su larga carrera de limpiadoras les había pasado nada parecido? ¿Qué significa toda esta locura? Todas estas preguntas, y muchas más, que cualquiera se puede plantear llegados a este punto solo tienen una respuesta: seguid leyendo y quedaos con cada detalle. Prosigamos queridos lectores.
Una vez arriba, en el pasillo de las salas 13, 14, 15, 1 y 2, al lado del proyector 1, frente a la puerta blanca, Paloma sacó las llaves y se dispuso a abrirla diciendo que esta puerta apenas se abría para nada, es una salida de emergencia que se usaba como trastero y que creía que no tenía ni luz. Este último dato apenas impresionó a Sara y Thais que estaban acostumbradas a que todo en ese cine estuviera en la más lamentable penumbra, pero Gabriel no se lo tomó así, notó como de repente su piel se erizaba, como la mayor parte de su presión arterial descendía hacia los pies, notó un escalofrío subiéndole del estómago a la boca. Una vez abierta la puerta, todos sacaron sus linternas y miraron. No había más que un montón de carteles de película, figuras de atrezzo y algunas butacas viejas rotas al final de la escalera. Todas miraron a Gabriel, este se sintió avergonzado y bastante confundido, no podía creer que lo que había oído hubiera sido producto de su imaginación. Thais soltó -Aquí no hay nada, ya te lo dije. - y mirando a Paloma siguió- Mira que nunca me tocan personas normales.-con las mismas se dieron media vuelta y encendieron las luces de las salas que faltaban.
Gabriel hizo como si no la escuchara, pues seguía pensando en el grito y el ruido de las escaleras. Sara se acercó, le puso una mano en su hombro y acabó diciéndole que no se preocupara, que Thais era así con todo el mundo. Gabriel miró a Sara buscando ser entendido o creído por alguien, esta al ver esa mirada tierna e inocente, como si estuviera siendo la víctima de un dantesco juego o broma, se puso a contarle lo que aquel día no llegó a hacer, cuando se disponían a tirar la basura.
-Por este cine han pasado muchos limpiadores, pero pocos han durado apenas unos días. Pero tranquilo, no es por nada, simplemente es un trabajo que deberías tomártelo con filosofía porque se pasan muchas horas solo, y a veces tu propia mente hace que sientas, oigas o veas cosas que no son. - viendo que había captado toda su atención y que las otras estaban lejos de ellos, siguió diciendo- Hace unos años una chica me comentó una historia...- Thais los llamó en ese momento diciendo si es que hoy no se iba a hacer nada en toda la mañana, Sara miró hacia arriba pensando en lo inoportuna que había sido, como siempre. Gabriel simplemente se limitó a salir de allí, solo quería que pasase la mañana rápido, sin más percances, en parte le daba igual la historia de Sara. Pensó que tal vez otro día que lo pillase de mejor humor podría preguntarle.
La mañana la pasó bien, dentro de lo posible, intentaba no pensar en lo sucedido pero le fue casi imposible. Lo bueno es que se puso sus auriculares, la música a todo volumen de Queen y en menos de lo que imaginó se le pasaron las horas. Cogió sus cosas, se montó en su accidentado coche y fue directo a su piso a ducharse y a acostarse.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora