James Sirius Potter y tú

Comienzo Hogwarts

     Mis padres son Draco y Astoria Malfoy. En realidad, no pudieron tenerme y me adoptaron. Aunque los únicos que saben eso son ellos y Scorpius, mi hermano.

    Dos años antes de que comenzara mi quinto año en Hogwarts, murió Astoria, mi madre. Fue muy doloroso para mi, pero gracias a mi personalidad alegre he podido salir adelante.

    En Hogwarts, la mayoría se burlaba de mi o me trataban mal porque creían que era hija de Voldemort. A mi hermano igual.

   Yo era Ravenclaw, Scorpius Slytherin.

    Mis padres no se enojaron cuando se enteraron que era Ravenclaw, incluso decían que lo sospechaban.

     Por suerte, ellos no son como mis abuelos y demás parientes, no les importa tanto la pureza de sangre.

    Scorpius era mejor amigo de Albus Potter, hijo de Harry Potter.

    Me llevaba bien con él. James Sirius, el hermano de Albus, solía defenderme cuando se burlaban de mi.

     Iba a empezar quinto y estaba muy feliz por poder comenzar a estudiar y reencontrarme con mis amigos.

    Ese día, me levanté muy temprano, me bañé y vestí. Peiné mi pelo rizado.

     Cuando terminé de desayunar, mi padre ya nos estaba esperando para partir al Andén.

--Es hora de irnos—agarré mi baúl y lo guardé en el auto. Mi hermano, con una sonrisa, hizo lo mismo.

—Estoy nerviosa por este nuevo año—exclamé.

—Yo también, además, este años son los TIMOs—recordó mi hermano.

—Si estudian, les irá bien— aconsejó papá.

—Gracias, papá.

      Llegamos al Andén, papá se despidió de nosotros y subimos al tren.

—Todos los compartimientos están llenos—dije.

—¿Has visto a Albus?—preguntó Scorpius.

—No.

—Hay que encontrarlo.

       Caminamos y encontramos un compartimiento donde se encontraban Albus y James Potter (lo cual era raro).

—Hola, ¿podemos pasar?—preguntó Scorpius.

—Si, claro.

—Gracias.

—¿Cómo están?—cuestionó Albus.

—Bien, muy contenta de empezar Hogwarts—comenté.

—Bien.

—No has crecido nada—comentó James mirándome. Yo era muy baja, y me solían hacer bromas por ello.

     Escuché un golpe, volteé y noté que estaba entrando Travis, el chico que siempre nos molesta.

—Miren quienes están aquí, los hijos de Lord Voldemort—Lo miré furiosa, Scorpius hace una mueca.

—¡Cállate y sal de acá!—vociferó James.

—¿Qué, ahora no pueden defenderse solos?— iba a levantarme y responder, pero Travis se había ido.

—Ignórenlos, son unos tontos—exclamó James.

—Si—murmuré. Me puse un poco triste. Pero Scorpius estaba peor.

     Tuve que irme al compartimiento de prefectos con Scorpius, que era el de Slytherin.

    Llegamos a Hogwarts y James se fue con sus amigos de Gryffindor a hacer bromas. Albus y Scorpius se fueron juntos. Yo, bueno... fui a mi mesa.

     Noté que James estaba mirándome, mientras conversaba con sus amigos. Cuando se dió cuánta que lo había notado, dejó de mirarme.

      Fui una de las primeras en entrar a la Sala Común, ya que era prefecta. Les expliqué a algunos alumnos de primero algunas cosas.

—¿Es verdad que somos la única casa que no tiene contraseña para entrar a su Sala Común?

—En realidad, los Hufflepuff tampoco tienen contraseña. Pero nosotros somos los únicos que debemos responder un acertijo.

—¿Y si nos equivocamos?—preguntó tímidamente una niña. Su voz era muy aguda y me causó ternura.

—Tenemos que esperar que llegue alguien más y lo resuelva por nosotros—expliqué.

      Entramos a la Sala Común y me quedé un rato despierta leyendo, pero terminé acostándome temprano porque estaba muy cansada.