2. Familiarmente Desconocidos

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"Familiarmente Desconocidos"

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"Familiarmente Desconocidos"

¿Qué sucedió después?

Del trayecto no recuerdo mucho, aunque sentí cuando caí sobre mi brazo izquierdo demasiado fuerte, golpeándome la cabeza de paso, contra lo que parecía ser un césped muy verde y esponjoso.

Todo el cuerpo empezó a dolerme entonces, como si un camión que transportaba troncos me hubiera pasado por encima justo después de haberme enfrentado cuerpo a cuerpo con un ninja de cinta negra. No estaba muy segura de que pudiera moverme lo suficiente como para quitar peso de mi brazo, y ni hablar de abrir los ojos para mirar el lugar donde había caído.

Así que solo me quedé allí, en posición fetal, a merced de lo que sea que hubiera alrededor mientras esperaba a que paulatinamente cesara en dolor.

Pero fueron pocos segundos los que pasaron con inusual calma, ya que pude escuchar pasos apresurados acercándose y hasta un par de susurros preocupados que decían mi nombre una y otra vez, pero que no pude reconocer.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó una voz masculina que parecía joven-. ¿Puedes escucharme, Anne?

Quise responder que evidentemente no estaba bien después de azotar mi trasero contra el suelo, pero de mis labios sólo salió un quejido lastimero que hasta para mí sonó patético. El chico rió entre dientes.

-Creo que deberíamos llevarla adentro, Jace.

Jace

El nombre peculiar resonó en mi cabeza por un par de segundos, animándome a abrir los ojos y buscar el rostro de aquella voz que creía conocer de alguna manera.

Mi vista estaba desenfocada debido al golpe que había sufrido, por lo que al mirar hacia arriba, sólo pude distinguir algunas siluetas oscuras que se agrupaban en torno al lugar. Gemí otra vez y la mano que no estaba lastimada fue directamente a mis ojos para protegerme de la luz.

-Sí, eso sería lo más lógico -contestó quien debía ser Jace, y por un momento casi se me escapa la pequeña nota de sarcasmo en aquella frase-. Ayúdame, Potter.

Potter

Una extraña sensación de familiaridad se apoderó de mi cuerpo, como si en algún hueco recóndito de mi mente todos esos nombres empezaran a tomar una forma física y trataran de abrirse paso por mi consciencia para darle sentido a todo lo que estaba pasando. Me estremecí de manera violenta, derramando un par de lágrimas ante el miedo que ese pensamiento suponía.

-Oh, por el ángel -exclamó entonces una voz de chica a mi izquierda. Si no estaba equivocada, había al menos cuatro personas conmigo-. Está temblado. ¡Va a morir!

-Nadie va a morir, Isabelle -siseó Jace-. Dumbledore dijo que esto podía pasar.

Isabelle. Dumbledore.

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