Gustavo y Darcy, su mujer, se reunieron el sábado día 16 de abril con Oliver y su esposa en una zona recreativa al este de la ciudad. Naturalmente, tanto el pequeño George como los tres hijos del psicólogo acudieron junto a sus padres a la celebración de aquella comida familiar en el pintoresco paraje.
Los niños jugaban alejados mientras sus progenitores charlaban cuando llegó el momento de la sobremesa. Todos habían comido demasiado aquel día, razón por la que los adultos encontraron un momento de paz sentados en torno a la mesa de madera donde habían estado durante la mañana y mediodía.
Avanzada la tarde, las dos mujeres se fueron a dar un paseo con los niños a petición de Darcy, pues sabía que era deseo de Gustavo tener una charla profesional con Oliver acerca del caso de Eli.
El psicólogo cogió un par de cervezas, abriendo una para sí y entregando otra a su amigo terapeuta, el cual se lo agradeció.
–Bueno, dime, ¿cómo ves al chico? –se interesó Oliver.
–El jueves tuve por primera vez una buena sensación –respondió Gustavo–. Se rio conmigo y parecía algo más dispuesto a progresar.
–Qué bien –opinó el psicólogo–. Tal vez vayas a tener suerte después de todo.
–Aun así, me ayudaría saber algo más si es que has podido averiguar algo –dijo el terapeuta.
Oliver cogió una pequeña carpeta y la posó sobre la mesa. No había demasiados papeles en su interior, si bien el terapeuta decidió preguntar de qué trataba su contenido para hacerse una idea antes de comenzar a leerlos.
–Tenías razón, hay un posible patrón de conducta detrás de tu paciente –explicó el psicólogo–. Si abres la carpeta, verás capturas de pantalla con un portal de Internet llamado: "Proyecto de Celibato Involuntario" –añadió mientras su interlocutor ojeaba los comentarios de las personas de aquel entorno virtual–. Se trata de personas que dicen ser incapaces de lograr tener relaciones sexuales o afectivas con otras y que han decidido encontrarse en este espacio para compartir sus sentimientos y darse apoyo.
–¿Incel? –preguntó Gustavo interesado al leer aquella palabra en un par de publicaciones–. ¿Qué significado tiene para ellos esta palabra?
–Es un acrónimo de célibe involuntario.
–Oh, ya, entiendo –dijo el terapeuta sin dejar de ojear aquellos papeles–. ¿Cómo has encontrado esto? –quiso saber–. Es... muy curioso, no sabía que hubiera tanta gente preocupada por no tener relaciones.
–No deja de ser algo especialmente importante durante la adolescencia y la juventud –opinó Oliver–. A esas edades nosotros también estábamos todo el día pensando en... Bueno, ya sabes. Es comprensible que alguien joven que no consigue las metas sociales por excelencia en su entorno desarrolle un sentimiento de frustración e inferioridad, máxime si se trata de algo que además va ligado al desarrollo psicoafectivo.
–Pero esta gente no responde con rabia y resentimiento –subrayó Gustavo conforme ojeaba los papeles–. En los mensajes se dan apoyo o intercambian algunos tips para ligar, pero nada que invite al retraimiento o la apatía.
–Hay dos que me han recordado algo a tu chico –contestó el psicólogo–, mira la conversación entre IncelChic12 y Nosferator.
El terapeuta ojeó entonces un post donde dos chicos con los citados seudónimos culpaban de forma sutil a las mujeres por negarles a todos ellos el derecho a tener relaciones sexuales y afecto. Avanzando en la conversación, vio que criticaban además las selecciones de algunas mujeres de su entorno, que supuestamente los ignoraban a ellos para irse con chicos más atractivos y, en ocasiones, vándalos e incultos.
–Sin duda manejan los mismos estereotipos que mi paciente –señaló Gustavo.
–Y hay algún otro post que creo dirige la frustración masculina contra esos estereotipos femeninos –añadió Oliver–. Un dato curioso es que solo se da en varones, que son los más numerosos en el portal y los que suelen permanecer más tiempo en él.
–Ellas son más reflexivas y nosotros más agresivos –dijo el terapeuta–, al menos como tendencia general. No justifica nada, pero explica quizás que los hombres sean más proclives a dirigir su frustración contra otros.
–Diría también que la presión social es mayor sobre nosotros en el aspecto de la actividad sexual –planteó Oliver–. Si una mujer tiene muchas relaciones suele ser juzgada en negativo, mientras que en el caso de los hombres sucede al revés. Por eso creo que, en el caso de los incels, los hombres son quienes sienten niveles de frustración algo mayores.
–Sería muy interesante que alguien escribiera sobre esto, ¿no crees? –preguntó Gustavo.
–Yo lo haría –confesó el psicólogo–, pero no tengo tiempo para artículos de investigación.
Las esposas de los dos hombres regresaron del paseo con sus hijos. Gustavo guardó entonces la carpeta en una de las bolsas que habían llevado a aquella zona recreativa. Darcy se acercó a él y le dio un beso mientras la mujer del psicólogo se sentaba junto a su marido.
La tarde prosiguió para las familias de forma cotidiana hasta que llegó la hora de volver a los vehículos, previa puja con los niños por seguir un rato más en aquel lugar.
Cuando los pequeños correteaban ya alrededor de los coches en el aparcamiento, la esposa de Oliver dijo: –a ver si no tardamos tanto en volver a vernos.
–A ver, anda, porque con los críos terminamos descuidando del todo las amistades –contestó Darcy.
Los dos matrimonios se despidieron amigablemente con calma, alargando incluso el momento de volver a sus vehículos. No fue hasta que los niños estuvieron sentados cuando Oliver se acercó a su amigo para susurrarle: –ya me contarás el jueves qué tal ha ido todo con tu incel.
–Por mi parte no sabrá que existen los incel –contestó Gustavo.
–No, no se lo digas –propuso Oliver–, es mejor que no se sienta respaldado en esas otras ideas tan negativas que tiene.
–Gracias por todo, Oliver, me vendrá muy bien conocer esta comunidad virtual para ayudar a ese chico.
–No es nada –concluyó el psicólogo antes de despedirse–. Nos vemos.
–Chao –se despidió Gustavo antes de caminar hacia su coche mientras su mujer se despedía con la mano del matrimonio amigo.
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El terapeuta: y el joven que no amaba a las mujeres
RandomEli Barnes, un joven editor de imagen de 23 años empleado en un periódico local en San Antonio (Texas), será obligado por su jefe a asistir a una terapia como condición para no perder su empleo. La razón: un episodio de agresión verbal misógina cont...