capitulo 3 (Maraton 1-4)

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Las clases ya habían terminado y yo iba camino ami pequeño hogar. Aun que sabía que hoy a papá lepagaban y lo más probable era que fuera aemborracharse, aún cabía la posibilidad de que estéen casa. Se enojará al ver moretones en mi pielque no fueron hechos por el. Mi ojo herido ardía ycon él veía nublado, claro, por que la sangre meimpedía ver con claridad. Mañana desapareceríanlos rastros de sangre, no es la primera vez quesufro algo como esto… Y no será la última.Iba por uno de los tantos caminos de tierra,rodeado de pastizales secos y grandes prados yterrenos. A lo lejos, había una gran mansión quehabían estado construyendo hace más de un año,instalando de todo. Sabía que tarde o temprano losdueños de aquella mansión llegarían a ella a vivir.Cuanto daría por lograr tener una casa así degrande.El viento soplaba con ferocidad, moviendo micabello de una forma agitada. Las puntaschocaban contra mis mejillas y alrededor de misojos, por lo que cada vez tenía que colocarmealgunos mechones tras mis orejas para que así nome molesten. El día había comenzado soleado, peroen este momento las nubes negras comenzaban allegar desde el horizonte, prometiendo unatormenta.Las pequeñas piedras comenzaron a temblar bajo mis pies, y, dándome vuelta, logré ver como unChevrolet Camaro se acercaba a paso medio, porencima de la tierra dejando tras suyo una larganube espesa de polvo. De color negro como lanoche, sus luces resaltaban. Aun que estuvierapasando por un sendero de tierra y rocas, estabalimpio y reluciente, como si nada. Me aparté,deteniéndome para dejar pasar al coche, perocuando ya estaba pasando por mi lado, se detuvo.No sabía si debía correr o no. ¿Quién era? ¿Me haría daño?La ventana del lado del conductor comenzó abajarse, dejando a la vista a un chico con unachaqueta de cuero negra con el cuello levantado,llevaba lentes de sol oscuros. Cuando me miró, mesorprendí al ver a Brandon.

—Hola… —me dijo, supongo que intentando recordar mi nombre. Pero sabía que no lo sabía, nadie menombra por mi nombre, solo con los apodos quellevo sobre mi.

—_______ —me avergüenzo al notar que mi voz saletartamuda. Agacho la cabeza.El me mira, como notando mi incomodidad. Abre lapuerta y baja del coche, para que de inmediato meponga tensa de una manera rápida y retroceda deél. Al ver mi reacción, se detiene extrañado. Sequita los lentes y se agita el cabello, dejándolodesordenado antes de decir

—Oye, no te haré daño.Me negué a mirarlo. Solo asentí antes deretroceder más y comenzar a caminar a grandeszancadas para alejarme lo más posible de él. Sentíllamándome, pero lo ignoré con miedo. ¿Qué meharía? No confiaba en él por que no lo conocía.Tampoco conocía sus intenciones conmigo. Suspasos se acercaban a gran velocidad, por lo queme di vuelta para verlo correr hacía mi. Ahogué ungrito en mi garganta y me di vuelta por completopara quedar frente a él. Puse mis manos hacía sudirección, con las palmas extendidas hacía arriba.Comencé a retroceder a medida que el se acerba ami cuerpo ya de una manera más lenta.

—N-no me hagan nada. Espera hasta m-mañanaen la esc-cuela para golpearme si quieres —me encogí, mientras volvía a retroceder otro paso.‘’¡No te dejes ganar,_____!’’ me dije a mi misma.Su rostro mostraba confusión. Noté como sumirada se dirigía al moretón que tenía alrededor demi ojo derecho y vi en su mirada como comenzabaa comprender todo. Me miró fijamente con aquellosojos mieles, mostrando a través de ellos compasióny lástima. Dio un paso hacía mi, con lentitud einseguridad. Al ver que no me moví, avanzó otropaso. Me tensé aún más e intenté dar otro pasohacía atrás cuando su voz me hizo detener mismovimientos.

—No te haré daño, _______ . No retrocedas —me pidió.Lo miré nuevamente y volví a bajar la mirada,quedándome quieta mientras él se acercaba a minuevamente hasta quedarse frente a mi tensocuerpo. Pasó el dorso de su dedo índice sobre losmoretones, provocando que cerrara con fuerza misojos, temiendo que me golpee. ¿Confiar en supalabra? Ya lo he echo, y nada sale como sesupone que debería pasar. He confiado en lapalabra de muchas personas, pero ellas terminanlastimándome de todas formas.

—No… No hagas eso… Por favor —rogué.Al segundo, sentí su mano salir de mi piel. Élretrocedió un paso para darme espacio, cosa queagradecí interiormente. Abrí los ojos para verlomirándome fijamente.—¿Dónde vives? Quizá te podría llevar hasta tucasa —ofreció con amabilidad.Negué con la cabeza.—No… No estoy lejos —miré hacía la dirección demi pequeña casa.

—No veo que vivas tan lejos de mi. Ya sabes,cualquier cosa, puedes ir a mi casa —apuntó hacíala mansión que estaba a lo lejos.Lo miré. Ya se notaba que era un niño rico, por elauto y su ropa. Asentí, y sin despedirme, comencéa correr hacía mi casa.No volví a pensar en el encuentro que había tenidocon Brandon después de clases, ya que recordaba laforma que cobardemente evité su mirada y suproximidad a mi espacio. Estaba justo ahoraencerrada en mi habitación, intentando ocultar losmoretones con la base que ocupo para ocultarojeras de vez en cuando. Me miraba en pequeñopedazo de espejo roto que había recogido cuandomi padre me había lanzado contra en espejo decuerpo entero de la sala que antes era de mimadre. Había pensado en usarlo ese momento paradefenderme, pero no pude hacerle daño a mi padre.Cuando acabé, vi hacía afuera, hacía la mansión de Brandon . Las luces estaban encendidas, y de lachimenea salía un leve humo gris oscuro. ¿Cómose sentirá estar frente a una chimenea encendida?Bajé la mirada al pensar en aquello. Sentí la puertade la entrada abrirse con fuerza, y hay supe quepapá había llegado.

—¿Tan temprano? —susurré para mi misma.Debería haberle echo la comida, peor recién habíallegado, y había venido directamente aquí paracubrir la evidencia de que era golpeada por alguien más. Me encogí, tampoco había lavado los pocosplatos que teníamos.Estaba acabada

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se los prometí ❤

Salvame ||Brandon Meza|| ||Adaptada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora