La luz casi me cegó por completo. Habían variasluces encendidas a medida que Brandon me hacía avanzar, poniendo sus manos en mis hombros.Estábamos en la sala de bienvenida, donde habíanvarios muebles de aspecto antiguos, floreros,fotografías enmarcadas y algunos espejos. El sueloera flotante, de madera, que estaba cubierto poruna larga alfombra color rojo carmesí con detallesamarillos y negros. Era tan acogedor. El calor de lachimenea llegaba incluso hasta donde estábamosnosotros, lo que le daba un aire tibio y amigabledentro de las paredes. Habían algunas puertas y pasillos a medida que avanzábamos, lo que medaba una gran impresión del enorme lugar en elque estaba.
—¿Brandon ?
Una voz femenina me sacó de mi sueño despierta.Brandon me guió por una puerta hasta abrirla yentrar. Las luces estaban encendidas, de un colorblanco brillante, que iluminaba toda la enorme cocina. Una señora, de unos treinta y tantos años,estaba frente a una olla revolviendo lo que se veíacomo salsa de tomate. Su mirada se dirigió a Brandon para luego caer en mi. Detuvo lo que estabahaciendo, se limpió las manos y con una sonrisa seacercó a nosotros.
—Bueno, ¿Quién eres, linda?—sonrió.
—B-bueno… Y-yo…
—Ella es _____ mamá —dijo Brandon .Lo miré, intentando de alguna forma agradecerlecon la mirada, pero cuando desvió su mirada de sumadre hasta mi, me sentí intimidada y tuve quedesviar la mia.
—Es un gusto conocerte, ______ . Soy Judith , lamadre de Brandon —sonrió de una forma amable,mientras se acercaba a mi y me tomaba las manoscon suavidad.Suavidad… Desde que murió mi madre que no lahabía sentido.Ella me miró, luego miró a Brandon fijamente. Me soltó las manos mientras me tocaba las mejillas yla frente. Hizo una mueca.
—Tienes fiebre. ¿Qué sucedió, Brandon ?
—Iba de camino a mi auto después de ir a buscaruna… cosa, y me la encontré sentaba bajo un árbola media tormenta. Cuando me acerqué, temblaba y estaba realmente muy fría. La lleve a mi auto paraabrigarla y ella me dijo que había salido justo cuando comenzaba la tormenta y, al momento dequerer regresar a su casa, no lograba ver nada y yaestaba perdida en ese momento. No se más.Judith asintió, mientras me guiaba con cariño a unasilla y hacía que me sentara allí.—Te prepararé algo de té y te daré algo para lafiebre. Te puedes quedar en la habitación deinvitados que está arriba por esta noche. Tiene unapropia chimenea, aun que es algo pequeña. No creoque sufras de nuevo frío cariño —sonrió— Estabahaciendo la cena, por lo que quizás te gustaríacomer algo antes de llevarte a la cama.¿Comida? ¿Dónde estaba la amenaza o el favor acambio de ella? ¿Me la daría gratis?
—Oh, claro, gracias —sonreí, intentando ser amable.
(…)
Luego de cenar y conocer al resto de la familia Meza , quienes la conformaban Judith y JeremyMeza, y sus hijos, Brandon y Jazmin, la pequeña hermanita de seis años de Brandon. Era muy tierna, yde alguna forma me recordaba a mi cuando teníasu edad. Además, era muy risueña y preguntaba detodo, pero no me aburría de ella. Es más, meentretenía resolviendo todas sus dudas.
—Jazmin, deja a ______ en paz —dijo Brandon , cuando estábamos en la sala frente a la chimenea.Judith me había dicho que me quedara allí unos minutos para recuperar mi calor corporal. Estaba funcionando, ya sentía cómo el frío se iba de micuerpo y el calor comenzaba a remplazarlo de apoco. Brandon me estaba acompañando, mientras elSr. y la Sra. Meza terminaban de limpiar todo en lacocina. Jazmin estaba sobre las piernas de Brandon mientras le revolvía el cabello de una formagraciosa.
—¡¿Pero, pero, pero, pero porqué?!—dijo mientrasfruncía su frente.
—La debes estar cansando, Jaz.
—No, no me está cansando —le dije a Brandon. Él memiró y se encogió de hombros despreocupadamente mientras suspiraba.
—No sabes lo preguntona y odiosa que es cuando conoce a gente nueva. Un poco más y les pide unabiografía de ellos mismos —dijo mientras le revolvíade vuelta su claro cabello con una risa.
—¡Oye! ¡No lo hagas!
—Oh, ¿no?
—¡No! —chilló riéndose.Brandon me miró antes de comenzar a hacerlecosquillas en el estómago a ______. Ella comenzó aretorcerse entre sus brazos mientras reía ychillaba. Reí con ellos mientras los veía divertirsede esa manera juntos.—¡No, Brandon! ¡_______, ayúdame! —chilló entrerisas.Me detuve. ¿Qué hago? ¿Me uno e interrumpo? Me encogí en mi lugar, mientras sentía como Brandon detenía las cosquillas y bajaba de sus piernas a Jazmin, quien aún reía y sonreía.—Jazmin, ¿porqué no vas a jugar con tus muñecas,mm? —sugirió de repente.
—¿Vienes conmigo ________? —preguntó Jazzy.—Ella va después, linda.La pequeña asintió y se fue brincando hasta las escaleras y comenzar a subirlas hasta desaparecer de nuestra vista. Brandon se giró hasta mi y memiró. Su mirada miel curiosa y extrañada, mientras recorría mi delgado y debilucho cuerpo con ellos.
—¿Qué tienes? —preguntó luego de unos segundos.
—