—¡________!El grito de mi padre resonó por todos lugares de lapequeña casa de madera, provocando que me dieraun tirón en el estómago. Las nubes negras cubríanel cielo y unos pequeños copos de nievecomenzaban a caer desde ellas. A lo lejos selograban apreciar los rayos que iluminaban las nubes haciendo que brillaran intensamente mientraslos estruendosos ruidos de ellos resonaban portoda la ciudad.Retrocedí con miedo. Mis manos temblaban y estaban muy frías a causa del miedo que sentía enese instante. Los fuertes pasos de él resoban porel pasillo, sabía que se dirigía hacía aquí para hacerde mi lo que a él le diera la gana. El pomo de lapuerta giró de una forma brusca para que mi puerta se pudiera abrir, dejando a la vista a mipadre. Sus ojos, inyectados en sangre, miraban confuria hacía mi débil cuerpo. Tenía su traje que usaba para su trabajo. Mi padre trabajaba en una empresa que creaba papel de todo tipo comoconserje, por lo que no ganaba demasiado. Su traje era un entero de un color azul grisáceo, y a un ladode este, tenía una placa que decía ‘’SethDeveraux’’.Se acercó a mi de una forma brusca para agarrarme del cabello. Gemí por el agudo dolor demi cuero cabello, mientras me arrastraba fuera demi habitación y fuera de la casa. Me lanzó al sueloque ya había acumulado algo de nieve y me miróde una forma sombría.
—No te golpearé por que estoy cansado. Tú tequedarás aquí para que mueras con el frío.Dicho aquello, caminó hasta entrar a la vieja casay cerrar la puerta, dejándome fuera en el frío.Prefería esto mil veces a que me golpeara. Suspiré aliviada.Puede que me congelara aquí afuera, pero nomoriría durante la noche por horribles dolores.Me levanté, tocando mi cabeza donde dolía. Almenos tenía puesto aquel polerón que habíaencontrado en la biblioteca, solo esperaba a queme abrigara lo suficiente como para no sentirdemasiado frío. Guardé mis manos en formas depuños dentro del bolsillo canguro del oscuropolerón y comencé a caminar, para buscar un lugardonde podía dormir sin morir de hipotermia.A medida que pasaban los minutos, el viento fríocomenzaba a azotar mi rostro, congelándomehasta los huesos. Mi labio inferior temblaba y yaestaba segura que estaba de un color morado. Mi nariz, la notaba roja y helada, mis dedos algocalientes pero aún así el viento traspasaba miropa.—¿D-dónde me podré q-quedar? —suspiré, viendocomo mi aliento se lograba apreciar como vaporpor el frío.Estuve caminando aproximadamentediez minutoscongelándome. Mi padre jamás me había dejadosalir de uno de mis errores sin un golpe, pero estoera el infierno mismo. El frío cubría el paisajeblanco, mientras la nieve continuaba acumulándose bajo mis pies. Algunos copos me cubrían el rostroo se quedaban atrapados en mi cabello. Mi cuerpo temblaba de una forma increíble, sentía mirespiración más pesada y mi pulso bajo. Estabasentaba bajo un árbol con un tronco grueso, misrodillas al pecho mientras las abrazaba intentandocontener algo de calor.Intentaba recordar las veces en que mi padre mehabía dado cariño. Fue antes de que mi madremuriera hace años. Los tres éramos una familiafeliz, mi madre siempre me cantaba para poderdormir en las noches. Cuando tenía pesadillas, ella venía conmigo y se acurrucaba a mi lado hasta queyo me dormía en sus cálidos brazos.Extrañaba aquellos días.Unas pisadas se escucharon a lo lejos, pero elviento y la nieve cubría los sonidos. Yo lograbasentir una presencia cerca del lugar donde estaba,pero mis sentidos se estaban debilitando. Un escalofrío apareció por mi columna vertebral,haciendo que temblara aún más que antes.Aquellos pasos volvieron a aparecer.
—¿Q-quién es? —mi voz penas salió un susurróque el viento se llevó. No sabía si quizás me había escuchado o no, pero no quería hacerme esperanzas.Las pasos se detuvieron. Quizás había sido algún animal, un perro o un zorro. Gemí por el frío, mis dientes castañeaban. Me aferré a mi propio cuerpoy escondí mi rostro entre mis extremidades para protegerlo del frío invernal.
—¿Hola?
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