cap 2

38 1 2
                                    

- Te traje algo de comer por si tienes hambre.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
- Un rato, duermes mucho.
- Nadie te ha pedido que hagas nada por mí, ¿Porqué no estás con los demás?
- Eres la primera persona a parte del Peter ese que me habla en esta nave espacial extraña. Estamos en medio del espacio quien sabe dónde. Estabas llorando. ¿Enserio pretendes que no me preocupe, aunque solo sea un poquito por ti?
- Eso fue bonito jaja.
- Venga 216, come algo, no me apetece verte morir de hambre.
- Dije Leyre para los amigos, y creo que eres lo que más se parece a uno en estos momentos.
- Me gusta 216.
- Como quieras, 217.
- ¿Qué me trajiste?
- Ahí lo tienes, pan, café y un par de galletas. Bueno, me tengo que ir a la clase que nos han asignado, estás conmigo. Come y y nos vemos allí. La pulsera te guiará.
- Vale. Pero antes me gustaría pedirte una cosa.
- ¿De qué se trata?
- ¿Un abrazo? Lo de antes estuvo bien.

- Lo que sea por mi nueva amiga.

Se sentó a mi lado y me abrazó. Se estaba genial entre sus brazos, desprendían calidez y seguridad. Ojalá no me separara nunca de ellos. En estos momentos era lo que más necesitaba.

- Tranquila, vamos a estar bien.

- No te vayas por favor, eres lo más parecido a una familia que tengo ahora.

- No lo haré.

- Vamos a clase, no tengo mucho hambre, ya comeré luego.

- Yo de aquí no me pienso mover hasta que pruebes lo que te he traído.

- ¿Enserio tengo que hacerlo?

- Si quieres ir a clase, más te vale.

- A, eres peor que mi madre.- Al mencionar a mi madre, se me encogió el corazón y me volvieron a entrar ganas de llorar, pero decidí ser fuerte y mínimamente aceptarlo, no tenía otra opción.

Me comí las galletas y bebí algo de café, no toqué las tostadas, no tenía demasiado apetito después de todo lo que había pasado.

-¿Ahora mejor?

-Si, pero ni se te ocurra volver a hacer esto eh.

- Lo intentaré, aunque no prometo nada.- Respondí subiendo los hombros.

- Anda, vamos a clase, llorona.

- No seas tan malo.- Le dije empujándole con el puño amistosamente.

-¡Ey! pero no me pegues, no ha sido para tanto. Además no he dicho ninguna mentira.

- Eres cruel, aunque en el fondo no lo pareces tanto.

- Uy, eso suena a cumplido.

- No te ilusiones. Bueno, vamos a clase.- Espeté dándome cuenta del gran error que acababa de cometer. Pues no eraa mi intención ilusionarle, ni darle a ver que entre nosotros podría haber algo más que una amistad. Además había muchos más chicos en la nave. Él solo era el primero con el que hablaba, y yo soy una persona muy sociable, por lo que no me costará mucho hacer amigos nuevos y encontrar a una pareja mejor. Pero, de momento, tenía que conformarme con Marcos.



Número 216Donde viven las historias. Descúbrelo ahora