JIMIN
—Oye, Jeon, ¿cuál es tu 10-20*?
Me paré detrás de un montón de cajas en el oscuro edificio abandonado. No podía ver otra cosa más que una tenue luz azul que se filtraba a través de las sucias ventanas del almacén que cubrían la parte superior de la pared cerca del techo.
—Segundo piso, justo al lado de la escalera. ¿Dónde estás? —escuché de mi celular. Jungkook y yo usamos una aplicación que nos permitió usar nuestros teléfonos como walkie-talkies cuando estábamos en el campo.
—Estoy subiendo. No creo que estén aquí abajo. No he oído nada en un par de minutos.
—De acuerdo. Vigila tu espalda. Te cubriré desde el segundo piso.
Salí arrastrándome de un estante de metal que estaba forrado con cajas y rápidamente crucé hacia una escalera que desaparecía en la oscuridad. Escaneé la cavernosa habitación en busca de cualquier señal de movimiento, y cuando parecía que la costa estaba despejada, empecé a subirlas. Mantuve mis ojos en constante movimiento, y mi espalda a la pared, mientras lentamente me dirigía hacia el rellano, luego giré la esquina para dirigirme al segundo piso.
Repentinamente una lluvia de disparos resonó a mi alrededor, golpeando la barandilla de metal y las paredes, y enviando una lluvia de trozos de concreto sobre mi cabeza. Escuché a Jungkook gritarme que me tirara al suelo y no lo pensé dos veces. Confiaba en él más que en nadie con quien había trabajado. No importaba cuánta mierda le di, y yo le daba muchas cosas, sabía que era el mejor policía del cuerpo y siempre estaba agradecido que me respaldara.
En cuanto caí al suelo oí un ruido sordo detrás de mí. Luego unos gritos y pisadas de algún lugar debajo de mí en el primer piso. En cuestión de segundos, Jungkook estaba justo a mi lado, rodándome en mi espalda con su cara en la mía.
—¿Estás bien, Jimin? ¿Te hirieron?
—No, estoy bien —me senté y miré a un cuerpo inmóvil en el frío concreto que se encontraba debajo de mí. Había un creciente charco de sangre que se derramaba alrededor de la cabeza que comenzaba a filtrarse hacia el primer piso—. ¿Cómo sabías que estaba allí? —le pregunté a Jungkook.
—No lo sé, hombre. Tenía un presentimiento. Cuando me dijiste que no habías visto nada por un tiempo y estabas subiendo, pensé que te cuidaría la espalda y me aseguraría que estuvieras bien aquí. Me alegro de haberlo hecho.
—Estoy empezando a apreciar tus instintos. Normalmente tienen razón —me levanté y me agarré a la barandilla para apoyarme, luego caminé alrededor de la sangre y regresé por las escaleras—. ¿Crees que alguien sigue en el edificio?
—No, no había nadie ahí arriba. Creo que aún estaban en el piso principal y se fueron cuando oyeron los disparos. Será mejor que hable por radio y pida a alguien que lo retire, —dijo Jungkook mientras empujaba el cuerpo—. Tal vez encuentren alguna evidencia que lo vincule con esos pirómanos.
—Esos tipos se están saliendo de control. Necesitamos encontrarlos antes que alguien muera en uno de esos incendios. No puedo creer que estén apuntando a las clínicas de fertilidad. ¿Qué tan bajo puedes llegar? —dije mientras me dirigía al vehículo.
—Bueno, parece que mucha gente tiene esa mentalidad de "nosotros y ellos" hoy en día, si no crees lo que creen, eres uno de ellos.
—Sí, pero los cuerdos no suelen matar gente por diferencias de opinión.
Jungkook se metió al auto junto a mí y agarró la radio. Después de llamar al despacho nos sentamos en silencio y esperamos a que llegara el equipo de limpieza. Había estado tratando de encontrar una manera de romper la tensión que había estado sintiendo entre nosotros toda la mañana y decidí que ser directo era la mejor opción.