Estando allí, tirada en el suave y denso césped, mirando la brillante esfera de plata maciza y viendo cada uno de los detallitos de la cúpula. Oyó una carcajada que la sacó de su trance. «¿Qué fue eso?» se preguntó. Unos segundos más tarde, y la carcajada salto a relucir de nuevo, y esta vez con mayor intensidad. «¿Quién anda ahí?» preguntó, mientras mira hacia todas partes. Ya estaba algo confusa. «¿No abre entrado en la casa de alguien o algo por el estilo, o sí?» se preguntó. La carcajada se escuchó nuevamente, pero esta vez más extensa que antes. Era una risotada de a ganas, al estilo de me encanta, sin sobre-excusas, con un sé que nadie me está oyendo...
En seguida, siguió la risa, buscando cautelosamente el origen de esta. Era difícil y a la vez confusa porque esta se sentía que provenía de todas partes. Buscó entre las noventa y nueve flores de los novecientos noventa y nueve colores. Buscó por los diamantes. Buscó cerca de las puertas. Buscó incluso, en la cúpula con el pretexto de que podía haber altavoces en lo alto de la misma.
El centrífugo árbol tenía una enorme cavidad de la cual no se había dado cuenta. No se escuchaba la exagerada carcajada provenir de allí, pero tenía el presentimiento de que ese debería de ser el único lugar razonable. «Hola... ¿Hay alguien ahí?» Demandó, sin embargo, la carcajada continuaba. «¿HAY ALGUIEN ALLÍ?» Chilló, pero la risotada proseguía, cada vez con muchísima más energía. «¿TE PODRÍAS CALLAR?» Gritó con tanta intensidad que pudo despertar el corazón de las rocas y explotar los témpanos de hielo que duermen en las testas de la tierra, sin previo aviso. La risotada se detuvo.
—¿Quién estar ahí? —exclamó una voz, perteneciente a la carcajada— ¿Quién atrever mandar Gran Mixoto callar?
La voz era corpulenta, musculosa, con un aroma obtuso. Mil voces agudas no le hacían frente a la agudeza de aquella garganta. Ahora el jardín estaba casi turbio, oprimido por un rustico instante.
—Disculpe señor, no era mi intención molestarlo —le respondió, en tono avergonzado y con algo de miedo—. Estoy en este hermoso jardín desde hace unos minutos y nunca hubiese escuchado su voz, y tampoco me hubiese percatado de que hubiera alguien aquí.
—Gran Mixoto estar en aquí hermoso jardín 4 milenios, 2 siglos, 18 años, 1 mes y 21 días. Gran Mixoto nunca escuchar voz pertenecer a Criatura Extraña en pasado.
—No sé cómo salir de aquí —dijo—. Las puertas no tienen cerraja.
Se empezaron a escuchar pasos fuertes y penetrantes dentro del árbol. La chica dio varios pasos atrás. No sabía quién era ese señor, o más aun, qué era. «Podría salir enojado y atraparla». Se alejo bastante y lo espero muy distante de la brecha.
—¿Cómo Criatura Extraña llegar en aquí? —demandó, con el tono firme como un baluarte.
Un hombrecito de aproximadamente 3 pies había salido de la enorme cavidad, y a momento, estaba preguntando firmemente como cuando un pueblo ignorante pregunta por su tirano en primaveras de democracia. Era calvo y regordete, con pastillas largas conectadas a un selvático bigote morado. Llevaba una camisa formal que iba por dentro de un pantalón ahorcado en la barriga, unos zapaticos azules claros de pies de niño, y una corbata que le llegaba hasta las rodillas.
—Estaba en una biblioteca, y vi este extraño libro —le dijo, mostrándole la portada de este—. Lo saqué del lugar donde estaba y...
—Pero libro estar viejo y sucio —la interrumpió—. ¿Cómo Criatura Extraña atrever traer Gran Mixoto libro sucio?
—Perdone Señor Gran Mixoto. No le traje este libro a usted, simplemente...