11.Creep

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—Poner canción en multimedia para una mejor experiencia—

"Eres como un ángel, tu piel me hace llorar, flotas como una pluma, en un hermoso mundo, desearía ser especial, tu eres tan especial, y yo soy repugnante, soy un raro, ¿Que diablos hago aquí?, No pertenezco aquí"-Creep/Radiohead

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—Lo siento Ulises, tendrás que ser expulsado y llevado a las autoridades.—mencionó Victoria con voz desanimada mirando al pelinegro con una profunda desilusión.

—Quien ha robado una vez, puede hacerlo más, Victoria, es importante que lo mantengamos en vigilancia en lo que vienen por el.—espetó Humberto, haciendo que Isadora, Gabriel y el joven estudiante le miraran con recelo.

—Pero yo no he hecho nada, Victoria— susurró con genuina desesperación de demostrar su inocencia, aunque le fuese imposible por la notable desconfianza de todos hacia el por sus antecedentes, además de las pruebas impuestas en su contra.
—-La evidencia se encontró en tu armario- y ahí estaba la llave del baúl— mencionó con cierta impotencia, porque incluso ella de alguna manera seguía incrédula.

Por la mente de Ulises no rondaba más que la idea de que estaría de nuevo en el reformatorio, lejos de sus estudios, de sus padres...¿Quién podría odiarle tanto como para inculparlo?

—Por favor no me lleven a la correccional de nuevo, por favor— suplicó con ansia a punto de rogar por su permanencia.

—Fui yo—murmuró él rubio entrando a la escena de manera abrupta y apurada

Pero entonces, sintió un suave meneo de su brazo izquierdo y la voz de Silverio insistente, causando que por fin despertara de su horrible pesadilla.

—Wey, es la tercera vez en esta semana que sueñas con eso, ya olvídalo.—mencionó Silverio empujándole suavemente

—¿Y tú como sabes?—preguntó el ojiazul inclinándose un poco para apoyar su brazo izquierdo a su almohada y su barbilla en la palma de su mano.

—Te la pasas hablando dormido, wey, y siempre el mismo choro del baúl de donaciones—río burlón

Ulises frunció el entrecejo

—¿A ti no te causa conflicto el que Claudio se haya ido?—le pregunto el pelinegro, siendo que el no había podido dormir bien durante todos estos días, pues de cierta forma sentía que tenía que ayudar al argentino a sobrevivir en aquel lugar.

Para el era difícil olvidar lo ocurrido, Claudio, el "hijo pródigo", "el excelente estudiante" y el "formidable pololo" había actuado mal, había robado y sin tener la necesidad de hacerlo...

Antes Meyer podría burlarse de su pasado tormentoso y poco presumible, pero ahora... Ahora aquel ricachón alzado no era mucho mejor persona que el... Ahora estaba en la misma condición.

Aún podía recordar cómo lo observaba con incredulidad y al principio reaccionó a la defensiva creyendo que todo sería un acto de mala fé en su contra, dejándose ir con todo su peso sobre el para empezar a tirar puños desenfrenados, acción que realmente no duró mucho, pues las autoridades estudiantiles le frenaron ante los inminentes gritos de Victoria.

"—Perdón, de verdad no ha sido mi intención.— suspiró el ojiverde sobándose el labio que recientemente había quedado roto.—Lo siento, pibe"

Sencillamente para el peruano aquellas palabras habían válido más que todas sus riñas pasadas, sabía que realmente lo lamentaba... Aquel soberbio argentino se veía tan vulnerable... Tan necesitado de apoyo que simplemente evadió su enojo y cuando se decidió por jurídico que iría al centro de reclutamiento social, se limitó a abrazarlo y a darle consejos de sobrevivencia.

Se AcabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora